¿Está bien si voy a misa usando esto?
Por: H. Edgar Henríquez Carrasco, LC. | Fuente:
Catholic-link.com
«La moda no incomoda» dicen por ahí, pero hay “modas” que son ciertamente
inoportunas dependiendo del lugar, del ambiente y de las personas. ¡Cuánto más cuidado pondremos en un ambiente cristiano!
Quisiera a través de este artículo darles a
conocer las 7 prendas más inadecuadas para asistir a la
Santa Misa. Se
podrían enumerar más, pero quisiera que estas siete quedaran en nuestra memoria
para evitarlas en un futuro. Algunos se sorprenderán (no es mi intención causar
revuelo), pero sí quisiera dar algunas pautas para vestirse mejor durante la
celebración Eucarística. Se
trata principalmente de formar un criterio general para ayudar, sobre
todo a quienes deben catequizar a otros sobre el respeto y el amor que tenemos los católicos a
la Eucaristía.
¡Ojo! Antes de
mencionarlos, es importante resaltar que estos son algunos criterios básicos,
corresponde a cada uno hacer un discernimiento maduro de lo que es más adecuado
dependiendo de las circunstancias que cada uno viva.
¿QUÉ DEBEMOS EVITAR VESTIR CUANDO VAMOS A MISA?
1. CAMISAS DEPORTIVAS (EQUIPOS DE FÚTBOL)
Si quiero ir al estadio a ver fútbol, permitido.
Si quiero pasear por el parque, permitido. Pero, ¿para ir a encontrarme con el
Señor? Imagínense una exhibición de camisetas deportivas en la
Iglesia, colores y
equipos por doquier, viendo a “Messi” o “Vidal” decenas de veces cuando miro
hacia el altar porque están en las espaldas de mis hermanos. Esto puede crear
rivalidad, disgusto, distracción o molestias en la asamblea. Además es bien
sabido que una prenda deportiva se usa en un ambiente deportivo, por ende
debemos evitar llevarlo a Misa.
2. SHORT MUY CORTO O MINIFALDA
Para la playa está bien. El sol cuando calienta
puede ser insoportable, pero ¿en la iglesia? El calor no es excusa para vestir
como queramos, es más, si tenemos calor, podremos ofrecerlo al Señor
como muestra de amor por Él. Un short o una minifalda (en el caso de
una dama) es una prenda que llama bastante la atención en un grupo humano,
¡cuánto más dentro de la iglesia! Ya me podrán decir ustedes sobre diseños,
tamaños o colores, eso no importa tanto. Vestir una falda está bien, pero una mini-falda, no.
3. CHANCLAS DE PLAYA
Aunque muchos no lo crean, sucede. Sobre todo en
ambientes veraniegos donde ir a Misa está de paso entre mi casa y la playa.
¡Siempre dignos! No lo olvidemos. Aunque me lleve más tiempo cambiarme de ropa
y calzado, lo haré por amor al Señor. Las chanclas de verano son para la playa,
no para la iglesia. Te pones un calzado más discreto para ir a Misa y luego te
los quitas para ir a la playa, ¿cuál es el problema? Que la pereza o la comodidad no
intervengan en la dignidad y sobriedad que predomina en un templo católico.
4. SOMBREROS O GORRAS
Mi madre decía: «dentro de la casa no se usa
gorra», y ahí va de nuevo, ¡cuánto más en la casa de Dios! Además de
evitar tapar la vista a los demás hermanos es un gran signo de respeto. Cuando
se está con alguien importante nos sacamos el sombrero o la gorra y saludamos,
por lo menos así era antes y es algo que no podemos perder. Los
sombreros son para protegerse del sol, pero dentro de una iglesia, ¿de qué
querríamos protegernos? Es mejor evitarlo. Te lo puedes quitar y
dejarlo a un lado de tu asiento o bajo el reclinatorio. Llevarlos a la iglesia
está bien, usarlos dentro es inapropiado.
5. ESCOTES O CAMISAS ABIERTAS
Esto es parte de la moda de este siglo. Al
parecer la premisa es que «mientras más muestres tu cuerpo, mejor». No
es así entre cristianos. Sabemos que el cuerpo es un don de Dios, es el templo
del Espíritu Santo, por lo tanto lo protegemos con cautela. No andamos
mostrándonos a todo el mundo, esto podría incitar distracción
y provocación en los demás. Sinceramente disgusta un poco ver por la calle
desfiles de jóvenes vestidos así, ¡cuanto más en la iglesia!. Vamos
bien arreglados, pero dignos. Ropa abierta, medio transparente, es
mejor dejarla en casa. Nuestra premisa es «mientras más dignos, mejor».
6. JOYAS, LUJOS Y ANILLOS EXUBERANTES
Esto casi no habría que explicarlo. Sabemos
todos que a la iglesia no vamos a exhibir nuestros bienes o a aparentar un
cierto status social. ¡Nosotros vamos a encontrarnos con Jesús! por ende todas
las joyas y ornamentos exuberantes sobran en la Misa. Mientras más sobrios
mejor. Algunos me dirán: «para Dios lo mejor», claro que sí ¡pero para Dios!,
no para que tú hagas alarde de tus posesiones. Es admirable ver cómo grandes
empresarios van a Misa, a veces, incluso pasando desapercibidos por su forma de
vestir o de tratar a los demás. Tener o no tener dinero no te va llevar al
cielo. La caridad con los hermanos y el amor a Dios ¡eso sí!. Así que ya sabes,
las joyas en la casa bien guardadas. Así, además de evitar posibles robos, nos
hacemos uno más en la asamblea de Dios, donde nadie tiene preferencias, todos
somos hijos de Dios.
Santiago, en su carta, nos da más luz acerca de este punto: «Supongamos que
entra en vuestra asamblea un hombre con un anillo de oro y un vestido
espléndido; y entra también un pobre con un vestido sucio; y que dirigís
vuestra mirada al que lleva el vestido espléndido y le decís: “Tú, siéntate
aquí, en un buen lugar”; y en cambio al pobre le decís: “Tú, quédate ahí de
pie”, o “Siéntate a mis pies”. ¿No sería esto hacer distinciones entre
vosotros y ser jueces con criterios malos?» (Santiago 2,2-4).
7. ZAPATOS DE FÚTBOL
Todos sabemos el concepto de calzado deportivo.
Aquí vamos de nuevo, es deportivo. Como ya sabemos lo deportivo se usa en un
contexto de deporte, pero ¿en la iglesia?, ¿para qué? Cuando organicemos
un partido de fútbol parroquial, permitido. Pero para la santa
misa es inadecuado. Mejor
usar calzado formal y discreto. Porque ir con zapatos de montaña a jugar fútbol
es inútil, lo mismo en la iglesia, asistir a Misa con zapatos deportivos es
inútil.
Estas medidas no son para “encajar en un
ambiente social”, como muchos podrán creer, sino para hacer de la Santa Misa un
verdadero encuentro con el Señor, un lugar digno de recibirle, un lugar santo.
Como cristianos y católicos estamos llamados a buscar la perfección, por ende
el vestido no debería constituir ocasión para retroceder en la virtud y en la identificación
con Cristo. La limpieza, el decoro, los modales y la distinción son hábitos
básicos que debemos ir inculcando a las futuras generaciones, más aún en un
mundo muchas veces permisivo.
«Cada Santa Misa tiene un valor infinito,
inmenso, que nosotros no podemos comprender del todo:
alegra a toda la corte celestial, alivia a las pobres almas del purgatorio,
atrae sobre la tierra toda suerte de bendiciones y da más gloria a Dios que
todos los sufrimientos de los mártires juntos, que las penitencias de todos los
santos, que todas las lágrimas por ellos derramadas desde el principio del
mundo y todo lo que hagan hasta el fin de los siglos» (Santo Cura de Ars).
¡Vayamos dignos al
Encuentro del Señor!
Artículo originalmente
publicado en Catholic-link
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