Ya os dije que estaba leyendo la carta que el papa Clemente dirigió a los corintios en el siglo I. Pues bien, una cosa que me decepcionó mucho es que ese papa creyera que existía el ave Fénix, y lo diera tan por cierto que lo pusiera en esa carta. Este es el texto del capítulo XXV y parte del siguiente:
“Observemos un prodigio admirable que se verifica en los países orientales,
esto es, en la Arabia. Existe allí un ave, que se llama fénix; esta es
unigénita y vive quinientos años. Cuando ya está cercana a la disolución, por
la muerte, se arregla un nido con incienso, mirra y otros aromas, en el cual
entra a su tiempo y muere. De su carne descompuesta nace cierto gusano, que
alimentándose con los restos del ave fallecida, cría plumas, y después más
fuerte, arrebata el nido, donde descansan los huesos de su antecesora, y
llevándolo desde la región arábiga hasta Egipto, se dirige a la ciudad que se
llama Heliópolis. Volando allí en presencia de los observadores, coloca aquel
nido sobre el altar del Sol, y en seguida se vuelve por el camino que trajo.
Después los sacerdotes observan cuidadosamente el cómputo de los tiempos y
encuentran que el ave volvió al cumplirse al año quinientos.
¿Acaso juzgaremos que es cosa grande y admirable el que el Creador de todas
las cosas haga resucitar a aquellos que le sirvieron santamente y en la
esperanza de su buena fe, cuando por un ave nos manifiesta la magnificencia de
su promesa?”.
P.
FORTEA
No hay comentarios:
Publicar un comentario