Fe, esperanza y caridad. Fueron infundidas por Dios en nuestra alma el día del bautismo.
Por: P Antonio Rivero L.C. | Fuente: Espiritualidad
Renovada
INTRODUCCIÓN
Siempre que se comienza a hablar de virtudes teologales, quizás algunas
personas se disponen a aguantar un discurso hecho de prescripciones, un sermón
que perciben como alejado de los propios intereses. Las virtudes teologales
parecen estar reservadas a pocos, mientras que la mayoría no tiene ocasión de
practicar ni de conocer a fondo, sobre todo si está ocupada en los asuntos de
este mundo. Algo teórico, pues, para la mayor parte de los comunes mortales,
que toca muy poco el propio interés y la propia vida.
Y no debería ser así. Porque la vida de fe, esperanza y caridad debería ser el
hábitat y la atmósfera en que respira el cristiano, so pena de asfixiarse y
ahogarse con el smog materialista de nuestro mundo.
I. LAS VIRTUDES EN GENERAL
Las virtudes no son una cosa que uno se pone, ni un título de estudios. Ni
siquiera la virtud es un don natural con el que nacemos, porque si así fuera no
sería virtud. Sin embargo, hay que aclarar que en la naturaleza humana existe
una disposición y la capacidad para la virtud que facilita la adquisición de
las mismas cuando se ponen los medios adecuados para ello.
Virtud es una disposición habitual del hombre, adquirida por el ejercicio
repetido de actuar consciente y libremente en orden a la perfección o al bien.
La virtud para que sea virtud tiene que ser habitual, y no un acto esporádico,
aislado. Es como una segunda naturaleza a la hora de actuar, pensar,
reaccionar, sentir.
Lo contrario a la virtud es el vicio, que es también un hábito adquirido por la
repetición de actos contrarios al bien.
II. VIRTUDES TEOLOGALES
Son tres: fe, esperanza y caridad. Fueron infundidas por Dios en nuestra alma
el día de nuestro bautismo, pero como semilla, que había que hacer crecer con
nuestro esfuerzo, oración, sacrificio.
1. Fin de las virtudes
teologales:
Dios nos dio estas virtudes para que seamos capaces de actuar a lo divino, es
decir, como hijos de Dios, y así contrarrestar los impulsos naturales
inclinados al egoísmo, comodidad, placer.
2. Características de las
virtudes teologales
a) Son dones de Dios, no conquista ni fruto del
hombre.
b) No obstante, requieren nuestra colaboración libre y consciente para que se
perfeccionen y crezcan.
c) No son virtudes teóricas, sino un modo de ser y de vivir.
d) Van siempre juntas las tres virtudes.
III. LA VIRTUD TEOLOGAL DE LA
FE
1. DEFINICIÓN
Es un don, una luz divina por la cual somos capaces de reconocer a Dios, ver su
mano en cuanto nos sucede y ver las cosas como Él las ve. Por tanto, la fe no
es un conocimiento teórico, abstracto, de doctrinas que debo aprender. La fe es
la luz para poder entender las cosas de Dios
2.CARACTERÍSTICAS:
a) La fe es un encuentro con Dios,
con su designio de salvación. Y con la fe el hombre responde libremente a ese
encuentro con Dios entregándose a Él, con la inteligencia y la voluntad.
b) La fe es sencilla, no está
hecha de elucubraciones y discursos, sino de verdadera adhesión a Dios, como
María, como Abraham.
c) La fe es vital, es decir, debe
cambiar mi vida, demostrarse en mi vida. Por eso, hay que vivir de fe.
d) La fe es experiencial, es
decir, es un conocimiento de Dios en la intimidad. Los que tienen fe gozan de
Dios. No es un sentimiento, sino un conocimiento del espíritu que Dios nos
concede para intimar con Él. Este conocimiento experimental de Dios tiene sus
momentos privilegiados para manifestarse a las almas: en el sacrificio, el
dolor, en los momentos de prueba, cuando se requiere de humildad y de un mayor
desprendimiento de sí mismos.
e) La fe es objetiva, es
decir, no se queda a nivel subjetivo, intimista, sino que creemos en un Dios
que se ha revelado a través de la Palabra que hemos recibido de la Iglesia;
Palabra que es preciso conocer, aprender y hacerla vida. Los dogmas de la
Iglesia son luces en el camino de nuestra fe; lo iluminan y lo hacen seguro.
f) La fe termina en compromiso. Compromete
mi vida con Dios en la fidelidad a su Ley y en la donación total a Él.
Compromiso de defenderla con mi palabra y testimonio, alimentarla con la
continua lectura y meditación de la Biblia y difundirla a mi alrededor en el
apostolado.
IV. LA VIRTUD TEOLOGAL DE LA
ESPERANZA
¿Cómo debe reaccionar un cristiano ante el mal, los
problemas, las dificultades de la vida? Hay quienes caen en el
desaliento y piensan que no hay nada que hacer, que todo es inútil. Hay otros
que dicen que nuestra esperanza es ingenuidad e idealismo. Hay quien nos dice
que la esperanza es algo egoísta.
¿Por qué no es propio de un cristiano el desaliento
y la desesperación? ¿En verdad Dios actúa en nuestras vidas? ¿Cuál debe ser la
mayor aspiración de un cristiano?
1. Definición
Es la virtud teologal por la cual deseamos a Dios como Bien Supremo y confiamos
firmemente alcanzar la felicidad eterna y los medios para ello.
2. Fundamento
Vivo confiado en esta esperanza porque creo en Cristo que es Dios omnipotente y
bondadoso y no puede fallar a sus promesas. Así dice el Eclesiástico: “Sabed que nadie esperó en el Señor que fuera confundido.
¿Quién que permaneciera fiel a sus mandamientos, habrá sido abandonado por Él,
o quién, que le hubiere invocado, habrá sido por Él despreciado?Porque el Señor
tiene piedad y misericordia” (2, 11-12).
3. Efectos
a) Pone en nuestros corazón el deseo del cielo y de
la posesión de Dios, desasiéndonos de los bienes terrenales.
b) Hace eficaces nuestras peticiones.
c) Nos da el ánimo y la constancia en la lucha, asegurándonos el triunfo.
d) Nos proyecta al apostolado, pues queremos que sean muchos los que lleguen a
la posesión de Dios.
4. Obstáculos
a) Presunción: esperar de Dios el cielo y
las gracias necesarias para llegar a él, sin poner por nuestra parte los medios
necesarios.
b) Desaliento y desesperación: harta
tentados y a veces vencidos en la lucha, se desaniman y piensan que jamás
podrán enmendarse y comienzan a desesperar de su salvación.
5. La Eucaristía, prenda
del mundo venidero
La esperanza de la venida del Reino se realiza ya de manera misteriosa y
verdadera en la comunión eucarística. La comunión es el comenzar a gustar esa
promesa del cielo y alimentar el deseo de la posesión eterna. Es una
anticipación de la vida eterna aquí en la tierra. Y es la seguridad y la
certeza de nuestra esperanza.
V. LA VIRTUD TEOLOGAL DE LA
CARIDAD
La fe y la esperanza no tienen ningún sentido si no desembocan en el
amor sobrenatural o caridad cristiana. Por la fe tenemos el conocimiento de
Dios, por la esperanza confiamos en el cumplimiento de las promesas de Cristo y
por la caridad obramos de acuerdo a las enseñanzas del Evangelio.
1. DEFINICIÓN
Es la virtud por la que podemos amar a Dios y a nuestros hermanos por Dios. Por
la caridad y en la caridad, Dios nos hace partícipes de su propio ser que es
Amor.
La experiencia del amor de Dios la han vivido muchos hombres. San Pablo dice: “Me amó y se entregó por mí”. Y quienes han
experimentado este amor han quedado satisfechos y han dejado todas las
seguridades de la vida para corresponder a este amor de Dios.
2. CARACTERÍSTICAS DEL
AMOR DE DIOS
a) El amor de Dios es lo más cierto y lo más seguro: existió desde siempre, estaba antes que naciéramos.
Una vez que es encontrado, se llega incluso a tener la sensación de haber
perdido inútilmente el tiempo, entretenidos y angustiados por muchas cosas por
las que no merecía la pena haber luchado y vivido.
b) El amor de Dios es sólido y firme, es como la
roca de la que nos habla el evangelio. El amor humana hay que sostenerlo
continuamente, alimentarlo constantemente...so pena de apagarse.
c) El amor de Dios es siempre nuevo, fresco y
bello en cada instante. La experiencia de san Agustín es muy reveladora: ¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde
te amé! Y Tú estabas dentro de mí y yo fuera, y así por fuera te buscaba; y
deforme como era me lanzaba sobre las cosas hermosas que Tú creaste. Tú estabas
conmigo mas yo no estaba contigo... Me llamaste y clamaste y quebrantaste mi
sordera; brillaste y resplandeciste y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume
y lo aspiré y ahora te anhelo; gusté de Ti, y ahora siento hambre y sed de Ti;
me tocaste y deseé con ansia la paz que procede de Ti (Confesiones).
d) El amor de Dios es perpetuo, no se acaba, no se cansa, no tiene límites. Si
hay dificultades no es por Dios.
3. CARACTERÍSTICAS
DEL AMOR
a) La sinceridad y la pureza: debe ser un amor que nace de la
interioridad de la persona. No puede ser un amor de apariencias. Jesús mira
siempre el corazón de la gente y por eso alaba a esa pecadora arrepentida y
echa en cara la hipocresía de los fariseos.
b) El servicio al necesitado: socorrer al que tiene necesidad
en el cuerpo o en el alma. Cristo cura las enfermedades, da de comer, consuela
a los tristes, ilumina la mente y el corazón, ofrece el perdón. Servir al otro,
porque percibimos el valor de las almas y de su salvación.
c) El perdón y la misericordia: son las expresiones más
exquisitas del amor que Dios nos ofrece, a través del ejemplo de su Hijo
Jesucristo. Posiblemente la faceta del perdón que más cuesta es el olvido de
las injurias y de la difamación. Solamente la gracia de Dios puede conceder la
paz, el perdón y el amor hacia el difamador.
d) Universalidad y delicadeza: Universal, porque tengo que amar a todos, por ser
hijos amados de Dios. Delicada, porque busca manifestarse en las cosas
pequeñas, tiene en cuenta las características y sensibilidad de cada persona.
4. HIMNO A LA CARIDAD DE
SAN PABLO (1 COR, 13, 1SS)
a) Es paciente, no se irrita: paciencia no es
ese encogerse de hombros ante las contrariedades y aguantar hasta tiempos
mejores, ni ese “qué se le va hacer”. Es aguante pero positivo -cara a Dios-
que se sobrepone a la indiferencia, a las contrariedades, a los malos tiempos,
a la ingratitud, porque descansa en Dios.
b) Es benigna: engendra el bien, dulzura, bondad
c) No es envidiosa, ni se hincha: porque se da.
d) Todo lo tolera, no es interesada
e) Todo lo excusa, no es descortés, todo lo espera
f) Se complace en la verdad.
g) La
caridad no pasará jamás.
5. RESUMEN DE LA LEY
Jesucristo en el Evangelio predica el amor a Dios sobre todas las cosas y el
amor al prójimo como a sí mismo, como el principal mandamiento. Predica las dos
reglas como único mandamiento. Esto quiere decir que el amor de Dios y a Dios,
cuando es verdadero, hace brotar necesariamente el amor hacia los hombres,
nuestros hermanos.
La caridad divina tiene la peculiaridad de vaciarnos del egoísmo y de vivir en
todo la entrega y la generosidad, es decir, el amor. Cuando hay discordias y
egoísmos, Dios no está en esa alma. Pero cuando hay apertura, sencillez,
disponibilidad, desapego, servicio, perdón...entonces es señal de la presencia
de Dios en esa alma.
El amor al prójimo significa búsqueda del bien de todos los hombres que están
al alcance de tus obras: tus familiares, amigos,
compañeros de estudio o trabajo, todos aquellos que caminan contigo, aún los que te han causado algún
daño.
CONCLUSIÓN
En el amor de Dios se crece cada día, practicándolo y abnegándose. En el amor
se camina, se crece, con la gracia de Dios. Este amor se demuestra cumpliendo
la voluntad de Dios, observando sus mandamientos, poniendo atención a las
inspiraciones del E.S., siendo fieles a los deberes del propio estado.
El que tiene verdadera caridad es un apóstol entre sus hermanos y es capaz de
superar todo temor y respeto humano.
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