La solidaridad se manifiesta en primer lugar en la distribución de bienes y la remuneración del trabajo.
Por: Catecismo de la Iglecia | Fuente: Catecismo de
la Iglecia
El principio de solidaridad, expresado también
con el nombre de ‘amistad’ o ‘caridad social’, es una exigencia directa de la
fraternidad humana y cristiana :
Un error, ‘hoy ampliamente extendido, es el olvido
de esta ley de solidaridad humana y de caridad, dictada e impuesta tanto por la
comunidad de origen y la igualdad de la naturaleza racional en todos los
hombres, cualquiera que sea el pueblo a que pertenezca, como por el sacrificio
de redención ofrecido por Jesucristo en el altar de la cruz a su Padre del
cielo, en favor de la humanidad pecadora’ .
La solidaridad se manifiesta en primer lugar en la distribución de bienes y la
remuneración del trabajo. Supone también el esfuerzo en favor de un orden
social más justo en el que las tensiones puedan ser mejor resueltas, y donde
los conflictos encuentren más fácilmente su solución negociada.
Los problemas socioeconómicos sólo pueden ser resueltos con la ayuda de todas
las formas de solidaridad: solidaridad de los
pobres entre sí, de los ricos y los pobres, de los trabajadores entre sí, de
los empresarios y los empleados, solidaridad entre las naciones y entre los
pueblos. La solidaridad internacional es una exigencia del orden moral. En
buena medida, la paz del mundo depende de ella.
La virtud de la solidaridad va más allá de los bienes materiales. Difundiendo
los bienes espirituales de la fe, la Iglesia ha favorecido a la vez el
desarrollo de los bienes temporales, al cual con frecuencia ha abierto vías
nuevas. Así se han verificado a lo largo de los siglos las palabras del Señor: ‘Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas
cosas se os darán por añadidura’ (Mt 6, 33):
Desde hace dos mil años vive y persevera en el alma de la Iglesia ese
sentimiento que ha impulsado e impulsa todavía a las almas hasta el heroísmo
caritativo de los monjes agricultores, de los libertadores de esclavos, de los
que atienden enfermos, de los mensajeros de fe, de civilización, de ciencia, a
todas las generaciones y a todos los pueblos con el fin de crear condiciones
sociales capaces de hacer posible a todos una vida digna del hombre y del
cristiano (Pío XII, discurso de 1 junio 1941).
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