(ECOS de la CAVERNA) Según ha podido saber este periódico a través de fuentes generalmente imaginarias, ya se ha escogido un destino para los muchachos del seminario de San Rafael, que deberá cerrarse próximamente.
Como sabrán los lectores, el
obispo de la diócesis argentina de San Rafael, decidió recientemente
clausurar su seminario y trasladar a los seminaristas. Hay que reconocer
que hacía muchos años que era necesario cerrarlo,
ya que se trataba de uno de los pocos seminarios pasables de la Argentina y
tenía vocaciones relativamente abundantes, lo que resultaba ofensivo para otros
obispos, cuyos seminarios, por decirlo de alguna manera, no eran tan
afortunados. El tradicional lema de los padres de la Iglesia, “ante todo libertad, igualdad y fraternidad”, exigía
poner fin cuanto antes a esta situación discriminatoria.
El acontecimiento que
desencadenó la tan esperada decisión de cerrar el seminario, sin embargo, fue
otro mucho más grave
(advertimos a mujeres, niños y gentes especialmente impresionables que
el resto de este párrafo puede herir su sensibilidad y producirles pesadillas).
Al parecer, ya sea por una formación rigorista, por una locura de juventud o
por la desvergüenza generalizada entre la nueva generación, los seminaristas
querían comulgar en la boca, ¡en la boca!, pretextando
que les parecía más reverente y como si no fuera una conducta contraria a los
derechos humanos ecológicos. Evidentemente, esto no podía ser y las autoridades
diocesanas se vieron obligadas inmediatamente a cerrar el seminario.
A fin de cuentas, el hecho de
que comulgar en la boca sea un derecho reconocido por la legislación de la
Iglesia universal y más allá de la autoridad de cualquier obispo es solo un detalle sin importancia. Que la Congregación para el Culto
haya declarado expresamente en repetidas ocasiones que los sacerdotes y obispos
no pueden prohibir la comunión en la boca y que todo fiel tiene derecho a
comulgar así cuando lo desee resulta, asimismo, irrelevante.
Ante ese engaño en que
habían caído los seminaristas, el prelado argentino les enseñó
pacientemente y con toda claridad la verdad: obedecer significa obedecerme a
mí, aunque mande lo contrario que manda la Iglesia. Su modestia, sin duda, le
impidió citar en defensa de esa tesis los nombres de doctores teológicos tan
importantes como San Marsilio de Padua, San Guillermo de Occam, el Beato
Federico de Prusia, el Venerable Tomás Cranmer o el gran Testigo del Evangelio,
San Martín de Eisleben.
En cualquier caso, los
seminaristas tendrán que marcharse y trasladarse a un lugar que aún no ha sido
revelado, pero que ECOS de la CAVERNA ha
conseguido averiguar, mediante un inocente donativo al Archidiácono Mayor y
Preboste Máximo del Archivo Secreto de la diócesis, el P. Denario Coimas. Tras
la conversación mantenida con dicho dignatario, estamos en condiciones de
adelantar que el destino elegido para los seminaristas es el mejor de
los posibles.
¿Y qué mejor
destino que otro seminario hispanoamericano en el que, felizmente, no están
presentes esas preocupaciones histérico-rigoristas del sanrafaelino? Nos referimos, claro está, al prestigioso Seminario Santo Toribio de Lima, bajo la autoridad
del famoso Arzobispo que aseguró que “nadie se
convierte ante el Sagrario”. No cabe duda de que, allí, los seminaristas
aprenderán que hay cosas que importan, como las “relaciones
humanas”, y otras que, en fin, no importan tanto.
En su nuevo destino, los
seminaristas podrán participar en actos paralitúrgicos como la
“fiesta de póker” celebrada hace unos días en el Seminario
con el título “Sesator Poker Stars”.
Dirigidos por el señor Vicerrector, vestido rigurosamente de traje y corbata, los
seminaristas decoraron el seminario como si fuera un casino, con su bar, sus
luces y su música y organizaron una fiesta “covid-free”
el pasado 25 de julio. Las invitaciones llevaban el tradicional lema de conviértete y
cree en el Evangelio “Ven a divertirte”. Sin duda, los seminaristas sanrafaelinos sabrán
aprovechar la oportunidad de divertirse y, discerniendo los signos de los
tiempos, dejarán finalmente atrás esas reliquias obsoletas de épocas pasadas
como creer en Dios o la “Misa”.
Cavernicola
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