«GRITOS PRIMIGENIOS», DE MARY EBERSTADT: LÚCIDO ANÁLISIS SOBRE LAS POLÍTICAS DE IDENTIDAD.
La Revolución Sexual ha llevado a la soledad de hombres y mujeres, que se dañan mutuamente y desconfían unos de otros.
"Mirad las aves del cielo, ellas no siembran ni siegan", decía Jesús a sus discípulos para enseñarles a confiar en Dios. El hombre tradicionalmente ha mirado a los animales, especialmente a los animales libres, para aprender de ellos y a partir de cierto momento, para entender mejor nuestra situación como humanos.
En la modernidad esta tendencia se ha consolidado. Konrad Lorenz estudiaba varias
especies para demostrar que la violencia puede y debe limitarse: los animales
pueden pelear por jerarquía y poder, pero no lo hacen hasta la muerte y aceptan
la rendición y la huida.
T.H.White, en El libro de Merlín, escrito en 1941, en los
horrores de la guerra mundial, mostraba a Merlín convirtiendo al joven Arturo
en distintos animales para aprender de ellos, excepto de
las hormigas porque "son las únicas que hacen la guerra", poniéndolas como ejemplo de colectivo ciego y
deshumanizado.
Muchos activistas homosexuales y teóricos de la revolución sexual proponen el modelo
de los monos bonobos, que serían, dicen, pacíficos
y alegremente promiscuos, ofreciendo sexo a cambio de servicios
o amistad, y sexo desinhibido de todos con todos.
En contra de la cultura del resentimiento, el psicólogo Jordan Peterson se hizo
famoso con sus 12 reglas para la vida, hablando de cómo incluso
las langostas tienen jerarquías. Defendía así que la jerarquía es algo natural en
las especies, también en la humana, algo que aporta orden y eficacia y
seguridad y que por lo tanto la búsqueda absoluta del igualitarismo es absurda
y dañina.
Peterson
con sus langostas: ellas tienen jerarquías, es normal que las tengan los
hombres.
Incluso Benedicto XVI, en Caritas In Veritate,
su tercera encíclica en 2009 desarrollaba la idea de una "ecología
humana": «Si no se respeta el
derecho a la vida y a la muerte natural, si se hace artificial la concepción,
la gestación y el nacimiento del hombre, si se sacrifican embriones humanos a la
investigación, la conciencia común acaba perdiendo el concepto de ecología
humana y con ello de la ecología ambiental. Es una contradicción
pedir a las nuevas generaciones el respeto al ambiente natural, cuando la
educación y las leyes no las ayudan a respetarse a sí mismas».
En esta línea ha escrito su libro de 146 páginas "Gritos
primigenios" la pensadora Mary Eberstadt, una
experta en análisis sociocultural de la Revolución Sexual y su efecto en la
familia y el bienestar.
Eberstadt
es católica, provida y profamilia, pero en este libro busca llegar a personas
que no lo son. Quizá por eso no menciona a Benedicto, aunque la idea es la
misma: hemos roto nuestro ecosistema humano, que
es la familia y eso nos está volviendo locos, hasta violentos, como pasa con el lobo separado de su manada o la
cría elefante separada de su madre.
En un discurso ante jóvenes activistas provida en enero de 2020, Eberstadt
proponía "Seis reglas para radicales
provida", y dos de
ellas son las que encajan con este libro:
- Usar la moralidad del movimiento por el bienestar
animal
- buscar aliarse con el movimiento a favor del medio ambiente
En "Gritos primigenios" evoca un sonido: "un
coyote en el desierto, alejado de su manada en la noche". Sin su
familia, el coyote solo se asusta y aúlla: "la
histeria inexplicable de la política identitaria no es más que eso".
La "política identitaria", el "nosotros
contra ellos", el "tenemos derecho a todo porque ellos nos oprimieron
siempre", el resentimiento, el "tenemos que pegar antes de que nos peguen"... se
ha disparado en Occidente en los últimos años por una razón ecológica: se ha roto el ecosistema humano que es la familia.
Mary Eberstadt es una veterana analista de los desastres de la
Revolución Sexual
La Revolución Sexual, con sus pocos hijos, padres ausentes,
parejas volátiles, niños abortables, escasez de parientes y de lazos de sangre,
ha roto el ecosistema natural organizativo
del hombre -que es el mismo que el lobo, del elefante, de la orca, del
suricata, de casi todos los animales complejos- que es la familia.
Individuos frágiles y heridos, sin el apoyo de una familia fuerte, buscan
nuevas estrategias (a menudo inconscientes) para camuflarse y sobrevivir.
Dedica un capítulo al feminismo actual, un feminismo muy
distinto al que había antes de la Revolución Sexual.
MUJERES
CRIADAS SIN PADRES, DAÑADAS POR HOMBRES
Criadas
sin padres, educadas para desconfiar de los hombres, a veces dañadas por
hombres, muchas mujeres tratan de ser
más groseras, malhabladas, violentas y fornicadoras que los hombres, como si
eso les hiciera parecer "fuertes". De nuevo, es el aullido del coyote solo y
asustado.
"Sólo quiero conseguir algo", "soy una zorra como tú",
cantaba la cantante Pink, que
para Eberstadt ilustra bien esta agresividad.
Muchas
cantantes que dicen ser feministas hacen vídeos de tonos pornográficos
presumiendo de promiscuas. Cuando feministas de
"vieja escuela" las regañan porque ellas mismas se cosifican reciben
insultos groseros y violentos. "50
sombras de Grey" era la historia en que un adulto rico abusa de
una niña (aunque el libro diga que ella es adulta, es niña en todo) y se
presentaba como algo liberador para las mujeres.
COMPENSAR
LA FALTA DE ATENCIÓN MASCULINA DURADERA
¿Por qué tanta violencia en el feminismo actual? Son estrategias no necesariamente conscientes,
igual que el leopardo de las nieves no es consciente de sus cambios de piel
según la estación que le ayudan a camuflarse. Buscan "compensar
la escasez de atención masculina duradera y la ausencia de protección
masculina".
"La revolución sexual redujo el número de
hombres con los que se podía contar para que fueran protectores de vez en
cuando, y de diversas maneras. En las familias rotas la figura paterna se
mantiene a distancia y muchas veces ese vínculo paternal se ha eliminado para
siempre. El ethos del sexo recreativo difumina la línea entre el protector y el
depredador y a muchas mujeres les es difícil reconocer dónde está la
diferencia", añade Eberstadt.
Además, "el declive de la familia ha reducido
el número de hombres que ofrecen un afecto y una compañía de naturaleza no
sexual. Ya hay menos hermanos, primos, tíos y hombres con los que se contaba para
que defendieran a madres, hermanas o hijas de otros hombres que las
trataran mal. Al mismo tiempo, la sobreabundancia de parejas sexuales
disponibles ha hecho que sea más difícil mantener la atención de cualquiera de
ellas, al igual que la pérdida del prestigio social y moral del
matrimonio, que antiguamente era lo que en último término captaba la atención
definitiva de los hombres".
Así, "el resultado es que muchas
mujeres se encuentran más vulnerables y frustradas. La retórica
furiosa, arrogante y malhumorada del feminismo promete a las mujeres lo que no
pueden encontrar en otros lugares: protección. Comunica un mensaje: 'vamos a
controlar a los hombres por otros medios'."
Eberstadt querría decir a las mujeres que quien de verdad les ha dañado es la
revolución sexual, con su soledad y sus daños afectivos. "El enemigo no es algo tan abstracto como lo
binario, o el patriarcado o la norma de género. El verdadero enemigo son los lazos
débiles de la familia y comunidad, el esposo y los hijos".
PREMIAR
LA ANDROGINIA, CASTIGAR LO MUY MASCULINO O MUY FEMENINO
Mientras
tanto, la sociedad castiga lo muy masculino o muy femenino y premia la
androginia. Para que no haya conflicto entre hombres abusones y
mujeres heridas y resentidas (todos
ellos marcados por la soledad), parece buscarse que, simplemente, no haya ni
hombres ni mujeres. Muchos cuerpos policiales rebajan sus
exigencias y ahora aceptan personas de mucha menos estatura y fuerza física. Y
en 2019 un juez de EEUU dictaminó que es inconstitucional que sólo los hombres
puedan ser reclutados en caso de levas militares en guerra.
Eberstadt señala algunas estadísticas: los varones
admiten que prefieren tener hijos varones. Como tras la revolución sexual van a tener solo uno o dos vástagos, si nace una niña, muchos tratarán de
proyectar en ellos sus pasiones, como los deportes de contacto
(hockey, rugby, fútbol) que se han ido llenando de niñas. Con niveles más
altos de estrógenos, una pelvis más ancha, más escasez de calcio y vitamina D y
otras características físicas, está ya medido que las chicas se lesionan más
que los chicos en estos deportes (The Gender Gap in Sports Injuries,
2015).
POR
SER VARÓN, ERES MALO O PELIGROSO... INTENTA NO SER TAN VARÓN
Mientras
tanto, a los niños varones se les empieza a educar en la
idea de que sólo por ser varones son malos. No hace falta que se les diga
explícitamente. En
una familia rota, donde el padre no murió heroicamente en la mar o en la
guerra, sino que se fue, o no se sabe quién es, o mamá lo echó, queda claro que
el hombre no es de fiar, mientras la esforzada madre hace esfuerzos titánicos
admirables.
Así, un niño varón tendrá la tendencia a parecerse lo
menos posible a un hombre (esos
que no son de fiar, y a los que de hecho casi no trata ni conoce) y querrá mostrar que es inofensivo siendo lo más femenino o andrógino
posible.
"Mujeres cada vez más combativas que
reaccionan a hombres cada vez más distantes, y por otro lado hombres ansiosos
que están aprendiendo la lección social de que lo femenino debe ser
temido", señala Eberstadt. Pero la especie humana depende del amor
y confianza entre hombres y mujeres: la androginia
y la desconfianza dañan a nuestra especie.
Eberstadt en el libro analiza los síntomas de "la
histeria" de las políticas identitarias y dice que la causa es la
Revolución Sexual, que incluye, entre otras cosas:
- anticoncepción
- divorcio exprés
- nacer fuera del matrimonio
- vientres de alquiler
- absoluta libertad erótica (sexo sin compromiso, etc...)
- prostitución omnipresente
- el aborto, como algo "sacrosanto"
- pornografía, a la que ya casi no combaten ni las feministas
- desdén y desprecio a la religión tradicional... la que ayudaba a mantener
familias fuertes
SIN
COMBATIR LA REVOLUCIÓN SEXUAL NO SE VENCERÁ A LAS POLÍTICA IDENTITARIAS
Hay
políticos de izquierda tradicional o de derecha liberal que critican y combaten
las políticas identitarias, desde la redefinición de hombre y mujer, hasta las
cuotas étnico-sexuales, los pronombres cambiados ("elles",
el femenino genérico, "los y les
camaradas")... pero Eberstadt considera que no conseguirán nada
porque no están dispuestos a combatir la causa de fondo: la Revolución Sexual.
"La política identitaria no es tanto política
como un grito primigenio, es el
resultado de la Gran Dispersión, una dispersión familiar sin precedentes que
lleva ya 60 años y parece imparable", escribe.
Mientras no se combatan los males de la Revolución sexual, seguirán rompiéndose familias, niños y niñas solos y
heridos crecerán dañándose unos a otros, los coyotes,
asustados e histéricos sin su familia, seguirán aullando desesperados y
mordiendo a quien se les acerque.
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