jueves, 6 de febrero de 2020

UNA HISTORIA DE CELOS


De pronto, un crack se escucha en lo profundo del pecho. Son los celos.
Dejó de sentirse visto, atendido, importante, especial...Lucha para no desbordarse en lágrimas de impotencia y dolor. Se le nota en la cara, en el temblor de su cuerpo, en los latidos de su corazón, en su agitación. Celos no puede más, y enojo acude a acompañarlo. Frunce el ceño, aprieta sus puños, no puede ocultarlo, no puede callar. Con Enojo, Celos se predispone a pelear. Hace desorden, reclama, exige explicaciones. No dejan entrar al Miedo, que encerrado grita que lo dejen salir para detenerlos. El Amor se hace cada vez más pequeño hasta volverse invisible. Enojo acaba con el trabajo de Celos, dando la estocada final.
Las consecuencias no traen nada bueno: desencuentros grandes, frustración, control, relaciones terminadas o nunca iniciadas.
Ante lo real, Celos parece descansar un poco, pero en el momento menos esperado, se carga nuevamente. En el silencio del día, en la fría noche, Celos escucha una voz diciéndole cosas. Su cabeza se llena de ideas, la voz le recuerda los detalles que lo hicieron sentir así. No importa si fue explicado afuera, la mente de Celos volverá a la situación para imaginarse cosas, como un trauma que se repite, una, y otra, y otra vez, haciéndole revivir sensaciones de amargura, de burla, de desatención, de irrespeto, de desamor. Celos escucha todo eso, no tiene defensas y cae de rehén en la cárcel de sus Pensamientos. Llama nuevamente a Enojo para que lo acompañe a pedir más explicaciones, como un obsesivo deseo de escuchar que no fue así. Celos escucha que pareciera que buscara que lo dejen, que lo engañen realmente, que quiere que confirmen sus teorías. Pero NO.
Lo que más teme Celos es un sí a lo que creyó entender, lo que busca es que le confirmen, en cambio, que Sí es querido. Pero lleva a Enojo consigo y a sus Pensamientos. Y eso hace que no reciba lo que tanto espera. Solo produce más dolor, más distancia, más auto-tortura.
Celos se queda solo, sentado al lado de sus dos compañeros, quienes continúan animándolo. Pero ya no hay nadie a quién reclamar, ni a quién pedir algo diferente.
Celos siente cólera hacia sí mismo, no se gusta, quisiera ser diferente, quisiera no perder a las personas que ama, se rechaza, se deja de amar, se agrede a sí mismo de esta forma, y hace todo lo que no quieren que hagan con él. Enojo se retira al verlo así, lo ve ya sin deseos de pelear o poner límites, así que su papel ha terminado. Los pensamientos se van por instantes, mientras que Celos entra en su dolor. Y aparece Tristeza, quien se sienta a su lado, en silencio. Su sola presencia hace que Celos se permita, al fin, llorar, como no pudo hacerlo al inicio. Llora por un tiempo sin cortar su respiración, sin apretarse, fluye libremente, sus lágrimas caen y dejan ver ese dolor que tanto había escondido.
Tristeza lo observa y le coloca un espejo frente a él, para que Celos pueda ver lo que guarda. Encuentra su corazón herido, tiene muchas cicatrices y heridas abiertas: desamor, soledad, rechazo, traición, humillación, injusticia, abandono, vacío,...
Tristeza le muestra cada herida, cada golpe y Celos se anima a escucharla. Tristeza le cuenta cuándo y cómo se produjeron esas heridas y le ayuda a escuchar cómo necesita curarlas, una a una.
Celos se da cuenta que detrás de todas esas explicaciones y reclamos, solo quería escuchar un "te amo a ti", "me gustas tú", "con quien quiero estar es contigo", " eres importante", etc. Palabras que necesita PRIMERO escuchar de sí mismo.
Cuando Celos abre su corazón, levanta su cabecita y ve que Amor vuelve a aparecer, decide elegirlo a él como compañero para sanar.
Autora: Nancy Sánchez

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