Cualquier
réplica fue acallada en sus inicios, y las objeciones de los conservadores
fueron rechazadas
«Los que nos
hemos comprometido con la renovación espiritual de la Iglesia somos
minimizados; se nos restringe el derecho a hablar, y nos han puesto frente a
hechos consumados». El diario de Dorothea Schmidt en el «Camino
sinodal» alemán.
(InfoCatólica) Dorothea Schmidt, mujer laica
que participó en el Camino sinodal (asamblea sinodal) de la iglesia católica
alemana, inaugurado el 30 de enero en la ciudad de Frankfurt ha relatado en
forma de diario, cómo fueron para ella esos días en Kath.net.
30 DE ENERO DE 2020 –
DÍA PRIMERO
Día primero de la primera
reunión del Camino sinodal: Siento mucha tensión e incertidumbre. Finalmente,
se da inicio. Los miembros del Camino sinodal entran a la iglesia. Veo, con
asombro, que a derecha e izquierda, mujeres del movimiento María 2.0 [NdT:
grupo feminista radical que aboga por el sacerdocio para las mujeres, el aborto
y la bendición de las uniones homosexuales] han formado una calle y sostienen
diversas pancartas con sus exigencias. ¿Provocación,
o un llamado al entendimiento?
Decido no hacer suposiciones,
sino concentrarme completamente en Jesús durante la santa Misa. Sin embargo, la
intranquilidad no cesaba: ¿conservadores o
reformadores? Debemos (y queremos) escucharnos, aceptarnos, lo cual esto
implica aquí un reto para todos. «Amaos los unos a
los otros como Yo os he amado» son las palabras de Jesús con las que
oro. Al fin y al cabo hay dos campos enfrentados. Y no se sabe si el que está
sentado a tu lado -para seguir con la imagen- es tu amigo o tu «enemigo».
Puesta mi mirada en Él, el
Crucificado, le he confiado en la misa todas las expectativas y opiniones,
todas las ofensas, todos los dolores, todas las esperanzas que han traído las
personas y que se manifestaron de manera particular cuando seis miembros del
Camino sinodal dieron testimonio de sus vidas con Dios.
Después de la misa conversé
-sin actitud prejuiciosa o conocimiento previo- con varias mujeres, y nos
escuchamos mutuamente. Para mí es importante conocerse, aceptarse con caridad.
Y una vez más queda clara una cosa: el Camino sinodal es un enorme reto. ¿Cómo pueden llegar a un común denominador personas que
subjetivamente buscan lo que según su opinión es lo mejor, que piensan que
tienen la razón, que piensan y creen de maneras tan diferentes? Pienso
en las palabras de Pedro cuando los apóstoles estaban muy inseguros: «Señor, ¿a dónde habremos de ir? Solo Tú tienes palabras
de vida eterna».
Estoy segura de que la
solución para las diferencias e inseguridades solo puede ser esta: únicamente
Él nos puede unir y guiar. Él es más fuerte que todas las debilidades y dolores
humanos. Él nos ve y nos conoce. Y Él ya nos redimió y nunca abandonará a Su
Iglesia. ¡Qué maravilloso y esperanzador!
Y entonces oro: «Señor, mira a Tus hijos, y concede a cada uno lo que más
necesita; sea esperanza, consuelo, fe o sanación. Haz que Tu amor se derrame en
los corazones de todos los miembros de la asamblea sinodal. ¡Únenos, crece en
nosotros, brilla a través nuestro y haz que Tu Iglesia florezca nuevamente!».
31 DE ENERO DE 2020 –
DÍA SEGUNDO
¡Esto no es
Iglesia! Esto es
política. Y como tal, reina también un tono rudo. Se trata de tener razón y conservarla.
Aunque el segundo día estaba destinado a que la asamblea sinodal aprobara
solamente los estatutos, tuve la impresión de que ya todo estaba previamente
concertado, conversado y planeado. Cualquier réplica fue acallada en sus
inicios, y las objeciones de los conservadores fueron rechazadas. Toda la
situación se vio reflejada tanto en los aplausos como en el resultado de las
votaciones: hay muchos reformadores y pocos conservadores. Los reformadores
-sobre todo los laicos- tienen la batuta. Dirigen también a los sacerdotes y a
los obispos. A esto se le dice invertir el poder. Los obispos y sacerdotes no
pueden celebrar la santa misa en la mañana. Tienen que celebrarla más tarde en
la habitación del hotel. Para el último día de la asamblea sinodal ni siquiera
estaba prevista la celebración de una santa Misa, a pesar de que -así lo vi- no
había ninguna razón para ello: ¡había tantos obispos y sacerdotes de dónde
echar mano! En lugar de eso, esta muestra de incapacidad. Los miembros del
clero tienen las manos atadas. ¿Es esta la Iglesia
que quieren los reformadores? Pues tratándose de un evento tan
importante, uno pensaría que la celebración eucarística -de la cual vive la
Iglesia, y la cual constituye la fuente y culmen de toda la vida de la fe
eclesial, y la misión fundamental de la Iglesia- debería también, según eso,
celebrarse digna y fervientemente. Yo ya he vivido la Iglesia de manera muy
diferente. Y para decir verdad, me gustó más. Pero aquí, en la asamblea
sinodal, hace falta el elemento vinculante, a saber: Cristo.
Además de la debacle litúrgica, la adoración a Dios es reemplazada por
arrebatos meditativos por parte de laicos. Aquí se trata del hombre: de todo lo que es capaz, quiere y exige.
Bienvenidos a nuestra nueva Iglesia.
Es desilusionante. ¡Y al mismo tiempo sé y creo que Dios nunca abandona Su
Iglesia! La Iglesia, con Cristo en el corazón, nunca sucumbirá. Parece
haber llegado el momento en el cual debemos preguntarnos: ¿a quién quiero seguir? ¿A una Iglesia con Jesús como
centro, o a una Iglesia en la que han de prevalecer la voluntad y el querer de
los hombres? Es bueno hacerse esa pregunta. Parece que ya solo hay una
minoría que sigue a Jesús. Pero de un puñado de cristianos, que reconocen a
Jesús como el fundador de la Iglesia, puede volver a crecer y florecer la
Iglesia. Por eso, oro diciendo: «¡Señor, haz que
siempre miremos hacia ti y llenos de esperanza vayamos al encuentro de la
primavera de Tu Iglesia!!Envía tu Espíritu Santo, y renueva la faz de la
tierra!».
1 DE FEBRERO DE 2020
– DÍA TERCERO
Hoy en la mañana asisto a misa
en la iglesia de Nuestra Señora, en Frankfurt, pues según el programa de la
asamblea sinodal, el sábado solo habrá un acto litúrgico organizado por laicos.
Con el Señor en el corazón, entro a la sala de sesiones, tomo asiento y escucho
cómo la Iglesia católica ha de ser construida sobre un nuevo fundamento. Ha de
satisfacer los deseos de aquellos para quienes la moral de la Iglesia es
demasiado exigente. Rezo sin parar durante las siguientes intervenciones Necesitamos
el Espíritu Santo. Todos nosotros.
Nosotros, los que nos hemos
comprometido con la renovación espiritual de la Iglesia, somos minimizados; se
nos restringe el derecho a hablar y nos han puesto frente a hechos consumados.
Mientras aquellos que exigen reformas son escuchados y pueden extenderse en sus
intervenciones, los conservadores deben, ni más faltaba, dejar inmediatamente
el micrófono. Solo faltó que me apagaran el micrófono, porque no dejé que me
apartaran.
Pienso en el día anterior, en
el que la petición del señor Picken, respecto a que la participación de todos
los miembros de la asamblea sinodal debería ser transparente y en igualdad de
derechos, fue literalmente aplastada. Conforma a la divisa: conservadores, adiós; ustedes son minoría. Por favor,
no se inmiscuyan.
El mismo mensaje transmitieron
los que leyeron, despectivamente y en tono polémico, las respuestas de la
categoría «conservadores» de la encuesta en
línea sobre el Camino sinodal. ¿Coincidencia?
De todas maneras, le doy la
razón al señor Picken. Pues también eché de menos una actitud justa y un
proceso democrático: solo hasta el último minuto se
dieron a conocer los nombres de los 30 a 35 participantes de los cuatro foros
sinodales. Cerca de 30 miembros de la asamblea plenaria no fueron
escogidos como participantes en los foros. En lugar de eso, 15 de los foros
preparatorios fueron automáticamente incorporados al nuevo grupo. En cada foro
solo se podía elegir ahora a cinco personas. Todas las demás habían sido
designadas previamente. ¿Así es como funciona la
tan alabada participación?
De esta manera, todo debía
comenzar de nuevo, como si no hubiese habido un paso preparatorio. E incluso
los textos que fueron redactados al final de los foros preparatorios, nos
fueron entregados de antemano.
¿Deberán estos,
entonces, constituir la base de las posteriores reflexiones? Me temo que así será.
Pese a todo, sin embargo, no
podemos olvidar que Cristo es siempre el vencedor. Y esto me da nuevamente una
enorme esperanza. ¡Así, pues, mirar hacia adelante!
Esto también ocurrió en la época de Santa Teresea y San Juan de la Cruz.
¡Ellos también vivieron todo esto! Y, sin
embargo, la Iglesia de Dios continuó viviendo y floreció. Creo que las
dificultades hacen parte de esto. Nos encontramos ahora en una fase en que
debemos caminar sacrificándonos y sosteniendo la Iglesia. Desde el punto de
vista emocional y espiritual es difícil estar sentado en medio de la asamblea
sinodal y ver cómo Jesús «hace parte» solo
de una manera retórica. Y, sin embargo: tenemos un fundamento sobre el cual
construimos, una razón para tener esperanza. ¡Y no
nos la dejaremos quitar!
Traducido
para InfoCatólica por LCH
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