POR MERCEDES DE LA
TORRE | ACI Prensa
El Papa Francisco explicó que “Dios condena
el pecado, pero intenta salvar al pecador”. Así lo indicó el Santo Padre
en el rezo del Ángelus de este domingo 3 de noviembre al reflexionar en el
pasaje bíblico del Evangelio de San Lucas en el que se describe el encuentro de
Jesús con Zaqueo.
“Dios condena el pecado, pero intenta salvar al
pecador, lo va a buscar para llevarlo de vuelta al camino correcto” dijo el Papa quien añadió que “quien nunca
se ha sentido buscado por la misericordia de Dios, le resulta difícil
comprender la extraordinaria grandeza de los gestos y las palabras con las que
Jesús se acerca a Zaqueo”.
En su reflexión previa al rezo de la oración mariana, el Pontífice
comentó cuando Jesús encontró a Zaqueo en Jericó. “Había
tanta gente para darle la bienvenida, incluido un hombre llamado Zaqueo, jefe
de los ‘publicanos’, es decir, de aquellos judíos que recaudaban impuestos en
nombre del Imperio Romano. Era rico, no por ganancias honestas, sino porque
pedía ‘sobornos’, y esto aumentó el desprecio por él”.
En este sentido, el Papa describió que Zaqueo “trató
de ver quién era Jesús” pero “no quería
conocerlo” sino más bien “tenía curiosidad” ya
que “quería ver ese personaje del cual había
escuchado cosas extraordinarias” y debido a su baja estatura, trepó a un
árbol “para poder verlo” por lo que cuando
Jesús llegó cerca, levantó la vista y lo vio.
“Esto es importante: la primera mirada no es de
Zaqueo, sino de Jesús, que entre tantos rostros que lo rodeaban -la multitud-,
buscó propio el suyo. La mirada misericordiosa del Señor nos
alcanza antes de darnos cuenta de que la necesitamos para ser
salvados. Y con esta mirada del divino Maestro comienza el milagro de la
conversión del pecador”, relató.
De hecho, el Pontífice describió que Jesús lo llamó por nombre: “Zaqueo, baja inmediatamente, porque hoy debo quedarme en
tu casa”, pero el Papa aclaró que “no le
reprocha, no le da un ‘sermón’; Jesús le dice que debe ir hacia él: ‘debe’,
porque es la voluntad del Padre. A pesar de las murmuraciones de la gente, Jesús
decide detenerse en la casa de ese pecador público”.
“Nosotros también nos habríamos escandalizado por
este comportamiento de Jesús. Pero el desprecio y el cierre hacia el pecador no
hacen más que aislarlo y endurecerlo en el mal que hace contra sí mismo y
contra la comunidad. En cambio, Dios condena el pecado, pero intenta salvar al pecador,
Él
va a buscarlo para llevarlo de vuelta al camino correcto. Quien
nunca se ha sentido buscado por la misericordia de Dios, le resulta difícil
comprender la extraordinaria grandeza de los gestos y las palabras con las que
Jesús se acerca a Zaqueo”, comentó el Papa.
En esta línea, el Santo Padre remarcó que “la
acogida y la atención de Jesús” hacia Zaqueo permitieron que cambie de
mentalidad: “en un instante se da cuenta de lo
insignificante que es una vida con el dinero, a costa de robar a otros y recibir
su desprecio. Tener al Señor allí, en su casa, le hace ver todo con ojos
distintos, también con un poco de la ternura con la cual Jesús lo ha mirado. Y
cambia también su modo de ver y de usar el dinero” por lo que decide dar
la mitad de lo que posee a los pobres y devolver el cuádruple a quien le ha
robado.
“Zaqueo descubre de Jesús que es posible amar gratuitamente:
hasta ahora era tacaño, ahora se vuelve generoso” y se alegra “en la distribución”.
Por ello, el Papa concluyó que “al encontrar
el Amor, al descubrir que es amado a pesar de sus pecados, fue capaz de amar a
los otros, haciendo del dinero un signo de solidaridad y de comunión”.
Finalmente, el Santo Padre rezó para que “la
Virgen María nos obtenga la gracia de sentir siempre sobre nosotros la mirada
misericordiosa de Jesús, para ir hacia el encuentro con misericordia de quienes
se han equivocado, para que ellos también puedan recibir a Jesús, quien vino a
buscar y a salvar a quien estaba perdido”.
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