Tras
los actos idolátricos ante la Pachamama
Cuatro
exorcistas emitieron una declaración conjunta pidiendo a los católicos de todo
el mundo que dediquen el 6 de diciembre como un día de ayuno, oración y
reparación, «con el propósito de expulsar cualquier influencia diabólica en la
Iglesia que se haya obtenido como resultado de los recientes acontecimientos»
(NCRegister/InfoCatólica) Los exorcistas, que han
solicitado el anonimato debido a la naturaleza de sus ministerios, citaron de
manera particular la controversia que tuvo lugar durante el reciente Sínodo
Pan-Amazónico, cuando las de la Pachamama, una diosa pagana adorada por los
indígenas andinos, se incorporaron a varios eventos sinodales.
DECLARACIÓN COMPLETA
DE LOS EXORCISTAS
A la luz de los recientes
acontecimientos relacionados con el ritual de la Pachamama en los Jardines del
Vaticano, la posterior procesión del ídolo en San Pedro, así como la colocación
de los ídolos en la iglesia de Santa María en Traspontina, recordamos las
palabras de San Pablo ( 1 Corintios 10, 19-20), «¿Qué
digo entonces? ¿Que lo sacrificado a los ídolos es algo? ¿O que el ídolo es
algo? Eso no. Sin embargo, lo que sacrifican los paganos, a los demonios
lo sacrifican y no a Dios. Y no quiero que
vosotros entréis en comunión con los demonios».
Los Salmos (95,5) nos dicen
que «los dioses de los pueblos son ídolos vanos, en
cambio, el Señor hizo los cielos». Estos eventos traen a casa la
realidad de que «no es nuestra lucha contra la sangre o la carne, sino contra
los principados, las potestades, las dominaciones de este mundo de tinieblas, y
contra los espíritus malignos que están en los aires» (Efesios 6,12. Estos
eventos traen a casa la realidad de que estamos en una guerra espiritual y que
la guerra está ocurriendo dentro de la propia Iglesia.
Por lo tanto, exhortamos a
todos los católicos que reconocen el mal de dichos eventos a unirse a nosotros
en un día de oración y penitencia el 6 de diciembre, con el propósito de
expulsar cualquier influencia diabólica dentro de la Iglesia que se haya
obtenido como resultado de estos eventos recientes, junto con cualquier otro
evento.
Les pedimos a todos
los que participan que hagan lo siguiente por esta intención:
1.) Rezar el
rosario;
2.) Realizar
alguna forma de penitencia, como ayuno, abstinencia y otras formas de
mortificación;
3.) Ofrecer las
oraciones al Sagrado Corazón, que se ofrecen a continuación.
Otros actos
recomendados que alentamos a otros a hacer para esta intención es hacer una Hora
Santa frente al Santísimo Sacramento y asistir a Misa ese día, ofreciendo los
méritos de la Misa para esta intención.
Que la Divina Misericordia
descanse sobre todos nosotros.
ACTO DE CONSAGRACIÓN
DEL GÉNERO HUMANO A CRISTO REY
Jesús dulcísimo,
Redentor del género humano, míranos arrodillados humildemente en tu presencia.
Tuyos somos y tuyos queremos ser; y para estar más firmemente unidos a ti, hoy
cada uno de nosotros se consagra voluntariamente a tu Sagrado Corazón. Muchos
nunca te han conocido; muchos te han rechazado, despreciado tus mandamientos.
Compadécete de
unos y de otros, benignísimo Jesús, y atráelos a todos a tu Sagrado Corazón.
Reina, Señor, no sólo sobre los que nunca se han separado de ti, sino también
sobre los hijos pródigos que te han abandonado; haz que vuelvan pronto a la
casa paterna, para que no mueran de miseria y de hambre. Reina sobre aquellos
que están extraviados por el error o separados por la discordia, y haz que
vuelvan al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que pronto no haya
más que un solo rebaño y un solo pastor.
Concede, Señor,
a tu Iglesia una plena libertad y seguridad; concede a todo el mundo la
tranquilidad del orden; haz que desde un extremo al otro de la tierra no se
oiga más que una sola voz: Alabado sea el Divino Corazón, por quien nos ha
venido la salvación; a él la gloria y el honor por los siglos. Amen
ACTO DE DESAGRAVIO
AL SAGRADO CORAZÓN
¡Oh dulcísimo
Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago, de los ingratos,
más que olvido, negligencia y menosprecio! Vednos postrados ante vuestro altar,
para reparar, con especiales homenajes de honor, la frialdad indigna de los
hombres y las injurias con que, en todas partes, hieren vuestro amantísimo
Corazón.
Mas recordando
que también nosotros alguna vez nos manchamos con tal indignidad de la cual nos
dolemos ahora vivamente, deseamos, ante todo, obtener para nuestras almas
vuestra divina misericordia, dispuestos a reparar, con voluntaria expiación, no
sólo nuestros propios pecados, sino también los de aquellos que, alejados del
camino de la salvación y obstinados en su infidelidad, o no quieren seguiros
como a Pastor y Guía, o, conculcando las promesas del Bautismo, han sacudido el
suavísimo yugo de vuestra ley.
Nosotros
queremos expiar tan abominables pecados, especialmente la inmodestia y la
deshonestidad de la vida y de los vestidos, las innumerables asechanzas
tendidas contra las almas inocentes, la profanación de los días festivos, las
execrables injurias proferidas contra vos y contra vuestros Santos, los
insultos dirigidos a vuestro Vicario y al Orden Sacerdotal, las negligencias y
horribles sacrilegios con que es profanado el mismo Sacramento del amor y, en
fin, los públicos pecados de las naciones que oponen resistencia a los derechos
y al magisterio de la Iglesia por vos fundada.
¡Ojalá que nos
fuese dado lavar tantos crímenes con nuestra propia sangre! Mas, entretanto,
como reparación del honor divino conculcado, uniéndola con la expiación de la
Virgen vuestra Madre, de los Santos y de las almas buenas, os ofrecemos la
satisfacción que vos mismo ofrecisteis un día sobre la cruz al Eterno Padre y
que diariamente se renueva en nuestros altares, prometiendo de todo corazón
que, en cuanto nos sea posible y mediante el auxilio de vuestra gracia,
repararemos los pecados propios y ajenos y la indiferencia de las almas hacia
vuestro amor, oponiendo la firmeza en la fe, la inocencia de la vida y la
observancia perfecta de la ley evangélica, sobre todo de la caridad, mientras
nos esforzamos además por impedir que seáis injuriado y por atraer a cuantos
podamos para que vayan en vuestro seguimiento.
¡Oh benignísimo
Jesús! Por intercesión de la Santísima Virgen María Reparadora, os suplicamos
que recibáis este voluntario acto de reparación; concedednos que seamos fieles
a vuestros mandatos y a vuestro servicio hasta la muerte y otorgadnos el don de
la perseverancia, con el cual lleguemos felizmente a la gloria, donde, en unión
del Padre y del Espíritu Santo, vivís y reináis, Dios por todos los siglos de
los siglos. Amén.
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