Lejos de subestimar
la posición de María, Jesús le confirma su papel como mediadora e intercesora
en nuestro nombre ante Dios.
Por: Stephen Beale | Fuente: Catholic Exchange
Cuando se trata de María en los Evangelios, Juan
2,4 es un verdadero acertijo. Es la boda en Caná y el vino se ha acabado.
Cuando María le informa a Jesús, he aquí la sorprendente respuesta: "Mujer, ¿por qué te metes en mis asuntos? Aún no ha
llegado mi hora".
No suena a como le deberías contestar a tu
madre, ya no digamos lo fuerte que suena el “mujer”
en la respuesta. Pero muchos intérpretes, incluidos muchos protestantes
evangélicos, toman este versículo en su valor nominal, concluyendo que es una
especie de reproche. Un estudioso evangélico muy respetado, D.A. Carson, lo
toma de esta manera, sugiriendo que Jesús pone distancia entre Sí mismo y María
y señala que Él comienza Su ministerio en iniciativa propia.
MARÍA ES MEDIADORA EN CANÁ
Esta interpretación no sólo va en contra de lo
que la Iglesia enseña sobre María, sino que además está completamente fuera de
contexto. Hay dos hechos deslumbrantes que sugieren otra interpretación.
Primero, María no se echa para atrás como
si hubiese sido reprendida. Al contrario, ella audazmente cobra fuerza y se
dirige a los sirvientes diciéndoles que hagan lo que Jesús les indique. Éste no es sólo el comportamiento de alguien que
no ha sido reprendido sino que además indica que María esperaba que Jesús
tomara acción: ella tomó su declaración como una
respuesta positiva a su pedido.
¿TUVO RAZÓN MARÍA?
Bueno, después podemos ver a Jesús convirtiendo
agua en vino. Esto confirma su reacción. Lejos de subestimar la posición
de María, esto confirma su papel como mediadora e intercesora en nuestro nombre
ante Dios. Como Juan Pablo II lo dijo en su encíclica Redemptoris
Mater: “…se da una mediación:
María se pone entre su Hijo y los hombres en la realidad de sus privaciones,
indigencias y sufrimientos. Se pone « en medio », o sea hace de mediadora no
como una persona extraña, sino en su papel de madre, consciente de que como tal
puede —más bien « tiene el derecho de »— hacer presente al Hijo las necesidades
de los hombres. Su mediación, por lo tanto, tiene un carácter de intercesión:
María « intercede » por los hombres.”
El papel de intercesora de María es confirmado
en el episodio en Caná. Como Juan Pablo II dice, parece que Jesús fue invitado
a una boda en virtud de su asociación con María. Ciertamente, Jesús y sus discípulos aparecen en la lista de invitados después de María. Es a
través de María que Jesús viene a nosotros. A pesar de lo radical que esto
puede sonar, ésta es la verdad de la Encarnación. Y este no es un momento
aleatorio en el evangelio de Juan. Es el comienzo del ministerio de
Jesús. Y aún hay más.
MARÍA: DE CANÁ A LA CRUZ
La palabra que a primera vista parece despectiva
– mujer – en realidad está llena de significado.
Nuestra primera pista viene en la segunda
oración, en la que Jesús menciona que Su “hora” no
ha llegado. Para el lector novato, la referencia de Jesús al tiempo puede
parecer que refuerza la interpretación anti-Mariana: Ahora
no es un buen momento. Pero “hora” en
el evangelio de Juan, cuando no se refiere a una hora específica del día (como
por ejemplo la “décima hora” en Juan 1,39),
es siempre una referencia simbólica a la muerte de Jesús y a la oculta
exaltación en la Cruz (Su “última hora” si
así se quiere).
(Uno no puede evitar notar que esa referencia le
presta un contexto Eucarístico a la historia. De igual manera el convertir
el agua en vino anuncia cómo la sustancia del pan y el vino es convertida en la
sustancia de la sangre y el cuerpo de Cristo ofrecido por nosotros en la Cruz.
Pero ese es un tema que dejaremos para otra ocasión).
La palabra “hora”, entonces,
conecta este momento – este comienzo de Su vida pública – con el clímax en la
Cruz. Ahora, la intercesión de María toma un significado aún
mayor: desencadena los eventos
que llevan directo a la Cruz. En Juan 19, vemos a María al pie de la Cruz –
ella no se ha retirado hacia el fondo. Ella no ha disminuido como Cristo ha
aumentado porque no está en competencia con su hijo (a como dice el estudioso
Católico Matthew Levering en su libro Mary´s Bodily Assumption, La Asunción
Corporal de María). En cambio, al pie de la Cruz, la conexión de María con el
trabajo salvador de Cristo es confirmado.
Y, en la crucifixión, sucede que Jesús se dirige
a ella nuevamente como “Mujer” – esta vez en
el contexto de hacer provisiones para que ella se quede con el Discípulo Amado.
(Por cierto, este tierno momento es un argumento en contra del uso del término “Mujer” como algo despectivo). Esto nos recuerda
nuevamente el papel intercesor de María en Caná. Y nos recuerda este papel en
un momento crucialmente importante.
MARÍA COMO LA NUEVA EVA
¿Pero por qué se dirige a
María como “Mujer” en primer lugar? Además
de conectar Caná con la Cruz, ¿qué significa esta
manera de dirigirse a ella?
Juan Pablo II identifica que la palabra “Mujer” evoca la profecía en Génesis 3:15, donde
Eva es descrita en un lenguaje anónimo muy similar: “Haré que haya enemistad entre ti
y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te pisará la cabeza mientras
tú herirás su talón.”
Llamar a María “mujer” evoca entonces este pasaje, mismo que es llamado
a veces protoevangelium – o proto-evangelio – porque se anticipa a Cristo. Tal
a como Juan Pablo II dice, “Por medio de su muerte
redentora, Jesucristo vence el mal del pecado y de la muerte desde sus propias
raíces”. Pero, tal a como Génesis 3,15 clarifica, este drama cósmico
entre Cristo y Satanás también incluye otra persona: “Mujer”.
Al dirigirse a María en esta manera, entonces, Cristo confirma
su papel universal en este conflicto entre el cielo y el infierno.
Es suficiente decir, en términos de la teología
Mariana, que esta conexión con Génesis 3,15 es enormemente importante. La
conexión tipológica entre María como la nueva Eva ha tenido en sí casi cada
enseñanza Mariana de la Iglesia.
Para tomar sólo un ejemplo, considera la
Inmaculada Concepción, el dogma de que María fue exenta de toda culpa original.
¿Cómo se ve su estatus como la nueva Eva acá?
Tan extraño a como pueda parecer, es un hecho bíblico que Adán, Eva y María son
los únicos tres seres humanos que jamás hayan nacido sin culpa original.
Recuerda, el pecado original vino después del primer pecado de Adán y Eva. Tal
a como Eva nació sin pecado original, también lo hizo María, gracias a la
intervención preventiva de Cristo.
EL EVANGELIO DEL GÉNESIS
Pero, ¿a lo mejor
estamos leyendo demasiado dentro de una sola palabra?
Otra manera de hacer esta pregunta es: ¿Estamos en lo correcto al pensar en el evangelio del
Génesis cuando leemos la historia de Caná?
La respuesta es que hay varias pistas en Juan 1
y 2 que nos dicen que leamos este evangelio con el Génesis en mente. Sólo toma
el primer versículo del primer capítulo: “En el
principio…” ¿Te suena familiar? La Iglesia siempre ha reconocido en
éste, un recuento trinitario del relato de la creación en Génesis 1.
Los siguientes versículos
continúan con el tema de la creación: todas la cosas fueron hechas a través de la Palabra y la
Palabra fue vida que iluminó la raza humana (versículo
4). El lenguaje acerca de la luz y las tinieblas también evoca el primer
momento de la creación, aunque en Juan la Palabra divina es luz y en Génesis es
algo creado por Dios.
Las semejanzas continúan en la estructura de los
primeros dos capítulos. De hecho, algunos estudiosos han notado que hay siete días escondidos en el comienzo de Juan, haciendo eco
a los siete días de la creación. El día 1 comienza en el primer verso. El
segundo día comienza en Juan 1:29 (“Al día
siguiente…”). Casualmente, aquí es donde conocemos a Juan el Bautista y
en el segundo día en el Génesis fue cuando las aguas se separaron de los
cielos. El tercero y cuarto día se denotan en Juan 1:35 y 1:43 en una manera
similar.
Luego la historia de Caná comienza con esta nota
cronológica: “Tres días más tarde se celebraba una
boda…”. Hagamos cálculos rápidamente. Cuatro días habían pasado. Tres
más nos llevan al séptimo día – el día del descanso de Dios, Domingo. Cuán
conveniente es que la celebración de una boda donde el agua es convertida en
vino (la celebración Eucarística) sea en este día.
El evangelio de Juan está empezando a sonar más
como el Génesis. De repente, ya no es tan sorprendente que encontremos a la
nueva Eva junto al nuevo Adán (Cristo).
Lejos de ser vergonzoso para los Católicos, la boda en Caná es uno de los textos bíblicos más fuertes que soportan
las enseñanzas Marianas de la Iglesia. Con este entendimiento
renovado de la historia en cuestión, escuchemos nuevamente a María mientras nos
habla de su Hijo: “Hagan lo que Él les diga”.
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