domingo, 19 de noviembre de 2017

EL EXAMEN DIARIO



Es necesario revisar cómo estamos viviendo los valores para alcanzar nuestras metas.
Ahora que hemos trazado nuestro Plan Maestro como la estrategia para adquirir y vivir los valores de forma continua, es muy importante no dejarnos vencer por las dificultades que se nos presenten.

El camino que hemos emprendido, es en cierta forma “cuesta arriba”; si las metas que nos propusimos para comenzar son relativamente sencillas, todavía existe un “enemigo” al cual debemos vencer: nosotros mismos.

Es muy fácil sentirnos motivados a alcanzar nuestras metas, sobre todo si las cosas salen bien; pero conforme pasa el tiempo, ese ánimo corre el riesgo de decaer por el natural cansancio, la rutina diaria de nuestro trabajo, las obligaciones cotidianas en casa o la escuela, el excedernos en la diversión…; en esos momentos, cuando “el ímpetu” comienza a desfallecer, necesitamos nuevos bríos para seguir luchando.

El recobrar ánimo no debe identificarse con el sentirnos bien, a gusto, cómodos y “con ganas” de continuar, de ahí la importancia de saber cómo va nuestra vida. Comparemos nuestro Examen Diario de los valores con la labor de un comerciante: este último revisa diariamente cuanto vendió, la ganancia o pérdida que obtuvo, los productos que más se vendieron y cuales le hicieron falta, con esos datos está en condiciones de establecer la estrategia del día siguiente, y así, impedir que su negocio vaya a la ruina.

Por eso es de vital importancia hacer el Examen Diario de cómo estamos viviendo los valores y si estamos cumpliendo con nuestras metas.

Para hacer nuestro examen, daremos los siguientes pasos:
1.- Establece 10 minutos diarios para reflexionar. Cualquier hora es buena, siempre y cuando tengas tiempo de hacerlo con calma. De otra manera, por la prisa o el cansancio perdemos de vista los detalles importantes.
2.- En una hoja de cuadrícula dibujarás una tabla con filas y columnas. Del lado izquierdo y en la primera columna, escribe la lista con las metas que propusiste en el Plan Maestro; en la parte superior de las siguientes columnas escribirás los días con su fecha
3.- En la parte inferior y después de la tabla, dibujarás tres columnas para escribir el resultado de tu examen (no olvides escribir la fecha), cada una tendrá los siguientes encabezados:
a) Lo que hice bien
b) Lo que hice mal y por qué
c) Lo que haré mañana
4.- Reflexionar y analizar cada una de las Metas. (Recordaremos algunos ejemplos vistos en el Plan Maestro):
– ¿Lo cumplí sí o no?
Sí; apunté todos mis pendientes.
(En el cuadro correspondiente al día, marcamos de alguna manera su cumplimiento (“/”) o incumplimiento (“X”), por ejemplo).
– ¿Qué hice bien?
Tuve mi agenda sobre el escritorio todo el tiempo y así no olvidé escribir.
– ¿Qué hice mal? ¿Por qué?
Estregué un trabajo fuera de tiempo, porque olvidé escribir la fecha en la que debía estar terminado.
– Lo que haré mañana.
Marcaré un espacio en la agenda para indicar la fecha (o la hora) en la que debo terminar cada tarea.
** Esto último puede convertirse en un medio para cumplir la Meta diaria y motivo de revisión.
Meta 2: Una vez por semana llamaré a un amigo para saludarlo.
– ¿Lo cumplí si o no?
Si; es media semana y pude platicar con Juan (tenía 2 meses sin saludarlo).
(Marcamos en el cuadro correspondiente).
– ¿Qué hice bien?
Escogí el mejor momento para la llamada, no tuve prisa y pude conversar tranquilamente.
– ¿Qué hice mal? ¿Por qué?
Todo salió bien, como estaba planeado…
– Lo que haré la próxima semana.
Conseguiré el número telefónico de Luis y buscaré el momento más oportuno.
Este mismo análisis lo haremos siempre, con todas nuestras metas.
Recordemos:
“A mayor constancia, mayores resultados”.
Con todo lo anterior, podemos considerar que:
– Siempre habrá obstáculos.
– Al identificarlos rápidamente, estamos en condiciones de establecer las estrategias que nos ayudarán a superarlos concretando propósitos inmediatos, y de esta manera, alcanzar nuestros objetivos.
– Ver nuestros logros en la tabla de registro, es la mejor motivación.
– Tenemos más disposición para continuar cuando las cosas salen bien.


El vivir los valores y por consiguiente superarnos como personas, es un esfuerzo que vale la pena; no podemos renunciar a mejorar, si ya llegaste a este punto: ¡Adelante!, tu esfuerzo está dando frutos.

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