domingo, 4 de octubre de 2015

UN PAPA QUE AYUDO A RENUNCIAR AL PRESIDENTE DE LA CÁMARA DE REPRESENTANTES EN EL CONGRESO


Ni periodista, escritora, académica o editora. No quieras encontrar en mis textos una lógica perfecta o una redacción que te hace contener la respiración. Especialmente cuando se trata de escribir sobre Francisco, El Papa de la gente, del pueblo, de los pobres, de todos aquellos que de alguna u otra forma se han sentido alguna vez discriminados y olvidados. Estas líneas vienen de un corazón que se enamora cada vez más de la Iglesia y sus dogmas, de su estructura y su teología. De todo lo que es de ella y la hace única: su permanencia, su verdad y su luz. He sido (y soy) una católica, alguna vez tibia, otras veces incrédula y la mayoría de las veces pecadora. El Papa Francisco sacude, despierta, provoca tsunamis del alma. No sé tú pero eso es lo que vivo yo cada vez que lo escucho hablar y medito en sus mensajes del amor, la misericordia y la familia. Ha despertado a millones de católicos en el mundo después de su emblemática visita a los Estados Unidos. En ella pasaron muchas cosas, tengo una lista amplia de momentos, actitudes y exhortaciones del argentino Pontífice, sin embargo hay un solo momento que quiero destacar en este artículo.

En su visita al congreso de los Estados Unidos no ha hecho más que modernizar las palabras de San Francisco de Asís: “Hazme un instrumento de tu paz , que donde hay odio, siembre yo amor, donde haya injuria, perdón, donde haya duda, fe, donde haya desesperación, esperanza, donde haya sombra, luz, donde haya tristeza, alegría”. Puedo imaginarme a Francisco en su momento de profunda oración pidiendo a San Francisco por su intercesión: Francisco le pregunta a San Francisco con gran humildad y con ese tono argentino que ya todos conocemos: ayúdame a hablarle a los hombres del congreso de los Estados Unidos. Vos sabes que soy el primer representante de Jesús que llega allí y tengo una necesidad apremiante de que conozcan al Rey de Judá, al pobre de Nazareth, al Dios que vino a morir por mí y por todos. Quisiera que muchos cuando me escuchen, escuchen al Maestro. Lo vean, lo sientan y sean atraídos a su Amor así como nos pasó a nosotros en su día.”

No estoy segura de cuantos meses, cuantos días, cuántas horas, cuántas renuncias al sueño hizo Francisco hasta estar seguro de haber captado la esencia de San Francisco en esa infinidad de momentos de oración . Pero el discurso del Papa dejo llorando a John Boehner (Presidente de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos) y quién al día siguiente de la visita de Francisco tomaría la decisión de renunciar a su cargo. Tuve la oportunidad de mirar en vivo el discurso del Papa Francisco en el congreso y pude ver el rostro descompuesto de este hombre católico y quien a finales del mes de octubre dejará su puesto. John Boehner relata el momento más importante de su vida, vivido privadamente junto al Pontífice y que nadie vio: Cuando el Papa y yo estábamos alistándonos para salir del edificio nos encontramos solos. El Papa me tomó del brazo izquierdo y me dijo algunas palabras muy amables sobre mi compromiso con los niños y la educación, recordó .En ese momento, emocionándose una vez más, recordó el Papa me abraza como jalándome hacia él y dice ‘por favor, reza por mí’”. “Wow, ¿quién soy yo para rezar por el Papa? Pero lo hice”, dijo.

Conozco la frialdad de los ambientes políticos en los Estados Unidos. Por ello estoy más que convencida de la acción de la gracia en el corazón por medio del ejemplo de un hombre, que es nuestro Francisco que cala hondo en mi ser, en el tuyo y en el de millones católicos o no. Sólo alguien que se vuelve obediente y cree en lo que Dios puede hacer en él, puede desarmar y derretir de esta manera las frías paredes de los hombres de la Casa Blanca. John Boehner es solo uno de ellos, porque la obra de Dios es omnipotente y maravillosa.

Sheila Morataya

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