Siguiendo con la cuestión de
ayer. Pero estoy convencido de que Dios sí que alivia los sufrimientos del
infierno. Los alivia, primero de todo, permitiéndoles vivir juntos. Es decir,
formando una sociedad. Sería mucho peor que cada uno de ellos viviera separado,
aislado. Cierto que la convivencia con esos seres réprobos es una fuente
continua de dolor, porque son seres llenos de malos sentimientos. Pero, al
mismo tiempo, ese mal es menor que el mal de la soledad absoluta.
Ahora bien, Dios tiene que poner ciertas leyes que ni los demonios ni
los hombres pueden quebrantar. Si no fuera así, los condenados estarían
abandonados completamente a la mala voluntad de esos habitantes del Averno. De
ahí que, de un modo invisible, la Mano de Dios evita que el ensañamiento llegue
más allá de ciertos límites.
P.
FORTEA
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