(Sigue de ayer) Una cosa que
siempre me ha ayudado mucho a no devolver rencor ante el odio es observar que
Dios siempre actúa. Parece que no hace nada, porque el Señor actúa sin prisas.
Pero tanto cuanto mal te haya hecho alguien, puedes estar seguro de que recaerá
sobre la cabeza del que lo ha hecho.
Yo nunca pido justicia a Dios,
nunca pido que castigue al culpable, al que yo considero culpable. Pero lo que
es cierto es que la justicia de Dios actúa lo pida yo o no lo pida.
Insisto en que nunca ni he pedido justicia ni nunca me he alegrado de
las tribulaciones del que me deseó mal o me lo causó. Pero mis años de vida me
han hecho ver tantas veces, tantísimas, cómo Dios da a cada uno según sus
caminos.
P.
FORTEA
No hay comentarios:
Publicar un comentario