Seguimos comentando el listado de
carismas, tomando ahora pie del texto de 1 Corintios 12, 7, que cita en primer
lugar la "palabra de Sabiduría". En primer lugar, hemos de decir que
los carismas citados por San Pablo parecen divididos en cuatro bloques:
1. Palabra de Sabiduría – Palabra de Conocimiento.
1. Palabra de Sabiduría – Palabra de Conocimiento.
2. Don de fe – carismas de
curaciones – poder de milagros.
3. Profecía – discernimiento de
espíritus.
4. Don de lenguas – don de
interpretarlas.
El primer bloque se refiere a
palabras inspiradas que instruyen y mueven a un cambio de vida.
El segundo se refiere a actos que
solemos considerar milagrosos.
El tercero se refiere a palabras
que se dicen de parte de Dios y su discernimiento.
El cuarto se refiere a palabras
que inspira el Espíritu en lenguas extrañas y su discernimiento.
Así pues, la palabra de Sabiduría
es una palabra inspirada que instruye y mueve a un cambio de vida. Hay veces
que el Espíritu Santo inspira palabras al corazón de los hombres para que
enseñen e instruyan sobre la verdad de la fe con un acierto y una precisión y
claridad sobrenaturales. A mí me ha pasado alguna vez que, después de acabar un
sermón, o de hablar a alguien sobre Dios, he pensado: “¿de dónde ha salido esto
que he dicho?”. Porque me he sentido inspirado por el Espíritu Santo para decir
cosas que no había preparado y que no pensaba decir. Esa es la palabra de
Sabiduría, una palabra inspirada por el Espíritu Santo para instruir y mover a
conversión; una predicación fuerte, carismática, que toca el corazón de los
hombres y les hace comprender; un discurso claro, directo, inspirado,
convincente. Una Sabiduría que no es meramente humana, no es erudición, sino
conocimiento profundo y real del misterio de Dios.
Un ejemplo claro de la palabra de
Sabiduría lo tenemos en el libro de los Hechos de los Apóstoles, justo después
del misterio de Pentecostés. Pedro era un hombre sin cultura ni educación, y
sin embargo dice el texto bíblico que “Pedro, poniéndose en pie junto con los
Once, levantó su voz y con toda solemnidad declaró ante ellos: «Judíos y
vecinos todos de Jerusalén, enteraos bien y escuchad atentamente mis palabras»”
(Hch 2, 14). Y comienza una predicación keygmática impresionante, tras la cual
dice la Sagrada Escritura que “Al oír esto, se les traspasó el corazón, y
preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: ¿Qué tenemos que hacer, hermanos?”
(Hch 2, 37). El Espíritu Santo inspiró a San Pedro para hacer una predicación,
sin preparación ni ensayo, que era imposible para un hombre sin educación y que
se ocultaba de los judíos por miedo. ¿Qué sucedió entre medias? La efusión del
Espíritu Santo. San Pedro recibe una Palabra de Sabiduría. Es tal el cambio que
el Espíritu Santo produce en las palabras de los apóstoles, que cuando éstos
son apresados por el sanedrín tras su predicación, dice la Escritura que los
miembros del sanedrín “viendo la seguridad de Pedro y Juan, y notando que eran
hombres sin letras ni instrucción, estaban sorprendidos. (Hch 4, 13). También
Esteban, de quien se dice que estaba lleno del Espíritu Santo, predicaba al
pueblo, y nos dice el libro de los Hechos que los judíos “no lograban hacer
frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba” (Sab 6, 10).
La Sabiduría, propiamente, es un
don del Espíritu Santo, mencionado por Isaías, que supone un conocimiento
profundo del misterio de Dios, pero de una forma sencilla e intuitiva; cuando
el Espíritu Santo concede esta palabra de Sabiduría, este conocimiento profundo
se trasluce en las palabras de un modo claro y simple. Pero la palabra de
Sabiduría mueve al amor de Dios y a la conversión de vida; esta es la
diferencia entre la Sabiduría y la erudición. La palabra de Sabiduría no es un
discurso preparado que sigue un esquema diseñado por el que la pronuncia; es
una palabra inspirada por Dios que al primero que instruye es al que la recibe,
ya que viene de fuera de él; y que mueve a los que la oyen al amor de Dios y a
la conversión.
Para un
predicador, o para cualquier evangelizador o cualquier persona que vaya a dar
testimonio, es fundamental invocar al Espíritu Santo para que le conceda esta
palabra de Sabiduría, de modo que se cumpla en él lo que dice San Pablo: “yo
mismo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo
hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de
saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y este crucificado. También yo me
presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no
fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del
Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino
en el poder de Dios” (1 Cor 2, 1 – 5).
Jesús
María Silva Castignani
No hay comentarios:
Publicar un comentario