lunes, 26 de enero de 2015

¿ES NECESARIA LA FE PARA CASARSE?


La cuestión es: ¿De qué «fe» se trata? Monseñor Giuseppe Sciacca, Secretario adjunto del Tribunal de la Signatura Apostólica, señaló recientemente, en la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad San Dámaso,que «la falta de fe puede hacer difícil una sana comprensión del matrimonio»; y monseñor Paglia declaraba hace poco a Alfa y Omega que no se trata tanto de saberse el Credo o el Padrenuestro, sino de la adhesión a la unidad, indisolubilidad, sacramentalidad y apertura a los hijos. La cuestión está encima de la mesa: antes del Sínodo, el cardenal Müller avanzaba, en La esperanza de la familia (BAC), que está «en fase de estudio» en la Congregación para la Doctrina de la Fe la posibilidad de «exigir a los contrayentes una fe más explícita».

En las Jornadas de Delegados de Pastoral Familiar, María Lacalle pidió que, «si hay un porcentaje tan alto de matrimonios nulos, deberíamos hacer algo para que no se celebren, pues luego viene la ruptura y mucho dolor, también en los hijos», e insistió en «preparar el matrimonio desde la Iniciación cristiana, acompañando la niñez y el noviazgo»; una idea que defiende el cardenal Sebastián: «Las charlas antes de la boda son mejor que nada, pero es casi nada. Así no se recompone la dimensión religiosa de los alejados de la Iglesia. El problema no está en la preparación inmediata, sino en la Iniciación cristiana: los chicos salen de las catequesis de Comunión y de Confirmación sin una auténtica experiencia de conversión. Hay que evangelizar a niños y jóvenes».

Alfa y Omega

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