sábado, 15 de noviembre de 2014

CÓMO SER MODISTA DE LA VIRGEN MARÍA: «REZO MUCHO, ME PONGO ANTE EL SEÑOR E INVESTIGO CÓMO VESTIRLA»


Nora Müller, argentina: ropa para novias... y para María.

Diario UNO encontró a la encargada de vestir a la Madre de Jesús y al mismo Nazareno en la ciudad de Paraná (Argentina).

Nora Müller es reconocida por su exquisitez en el arte de crear vestidos de novias, 15 años, recepciones. Pero pocos conocen que su sello personal se encuentra en las imágenes que se veneran en la Catedral Metropolitana de Paraná, en las parroquias de Santa Teresita y Luján.

Cada imagen viste de determinado color, tiene un bordado, una puntilla que no es siempre la misma, una tela particular que es elegida con mucho cuidado.

No se trata de cortar un molde o bocetar un diseño, hay que estudiar y leer mucho para entender significados y lograr una prenda que atraiga visualmente a los devotos de la Virgen y sientan que los cubre con su manto protector.

Mujer de mucha fe, devota de la Virgen María, forma parte de un grupo de madres que los sábados se reúne a venerarla antes de la misa de las 10 en la Catedral.

—¿CÓMO EMPIEZA A CONFECCIONAR LOS VESTIDOS DE LA VIRGEN?
Hace 9 o 10 años vinieron de la Catedral a preguntarme si podía vestir a la Virgen de la Dulce Espera. Y si alguna vez me preguntaban cuál era el máximo trabajo a que aspiraba como modista nunca hubiese dicho confeccionar la ropa de la Virgen María. No se me hubiera ocurrido. Soy diseñadora pero sobre todo una persona de profunda fe. Acabo de realizar la Alianza con la Mater (al cumplirse el 18 de octubre los 100 años del Movimiento Apostólico de Schoenstatt) y por ella me llamo Nora María. Entonces sentí que María me eligió.

—¿DEBE REALIZAR ALGUNA ORACIÓN ANTES DE CAMBIAR DE ROPA A LOS SANTOS?
Yo rezo mucho y me pongo en presencia del Señor. Después investigué para saber cómo se vestía. La Virgen María se representa de blanco y celeste cuando es la advocación de la Inmaculada y de rosa y celeste la del Rosario. Así que teniendo esas premisas empecé a bosquejar lo que después fue el vestido que hoy se puede observar en la Virgen de la Dulce Espera que está en la Catedral.

»Al párroco Silvio Fariña le gustó mucho cómo quedó y me encargó vestir a la Inmaculada que tenía ropas muy antiguas, el Nazareno y también la Virgen Dolorosa. Esta última estaba vestida toda de negro y causaba un poco de miedo, especialmente a la gente joven y niños. Hablamos con el padre de qué forma podíamos aggiornarla para que siga siendo una Dolorosa que atraiga a las personas a rezar.

»Como es una imagen española utiliza mucho brillo. La bajamos para tomarle las medidas, le probé como a cualquier modelo y elegimos un verde oscuro que es más atractivo.

»Hace unos años vestí al Nazareno, ahí también fue un momento de mucha oración porque se trata del momento en que condenan a Jesús, le tiran el manto rojo y le colocan la corona de espinas. Es muy fuerte. Uno siente la presencia del Señor y de María.

—¿SIENTE QUE FUE UN DESIGNIO DE DIOS?
Vestir a María y a su hijo fue muy fuerte. Inclusive cuando le saco la ropa a Jesús Nazareno que estaba toda apolillada, había quedado el cuerpo sin nada. Entonces le dije “no te voy a dejar así, Jesús, mientras trabajo con tu ropa. Te voy a buscar algo”. Me fui a mi casa y le busqué una remera de mi hijo que le quedó perfecta. Es la que lleva abajo actualmente. Y después averigüé cómo le hacía María las túnicas, usando las telas que venían como paño.

»María los vestía muy bien a Jesús y a José, ella cosía muy bien; uno tiene la imagen de un Jesús harapiento pero no era así, por eso mismo después se la disputaban a la túnica de Jesús. Esos detalles también los tuve presente. Para llegar a vestir y hacer un diseño hay que leer y preguntar.

Nora Müller se refiere a la 10ª estación del Vía Crucis donde según el Evangelio de San Juan “los soldados... cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron: ‘No la rasguemos, sino echémosla a suertes, a ver a quién le toca’. Así se cumplió la Escritura: ‘Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica’. Esto hicieron los soldados”.

—¿LA GENTE NOTÓ EL CAMBIO?
Sí. Por ejemplo el cambio en la Virgen Dolorosa fue muy contradictorio sobre todo para la gente mayor. Verla vestida de verde y un color visón provocó quejas. Pero los chicos comenzaron acercarse más y ella siguió mostrando ese dolor que es característico.

»Después me pidieron vestir la Virgen de Luján en la parroquia que lleva su nombre. Casualmente había conocido en un viaje a la modista de esta advocación en la Basílica de Buenos Aires y me había dejado su teléfono. La llamé, le consulté y me asesoró. Al ser una imagen chica, me explicó el significado de ese año del manto de Luján, para que los bordados sean exactos.

—¿QUÉ SIENTE CUANDO SE SIENTA COSER PARA LA VIRGEN?
Siento que la Virgen me va guiando. Es un camino muy espiritual. Poder vestir la imagen de la Virgen del Rosario de Paraná que se encuentra en la capilla de la adoración de Santa Teresita fue un milagro.

»Esa es una imagen de yeso y el Niño Jesús está pegado al cuerpo de la Virgen y no puedo explicar cómo corté algo, lo puse y quedó perfecto. Para vestirla me ayudaron mucho las Carmelitas Descalzas de Santa Fe, ellas me donaron reliquias para bordarle, la reciclaron y también le pintaron de nuevo la carita para que tenga una mirada más dulce.

—¿TIENE OTROS TRABAJOS EN CARPETA?
El padre Anaya me convocó para trabajar en la ropa de la Virgen del Rosario de la capillita que se encuentra en la Universidad Católica. También los chicos de la escuela secundaria Virgen de Luján quieren vestir la imagen que allí se encuentra entronizada.

—ES UN TRABAJO GRATUITO.
Siempre es ad honorem y para la Iglesia, no hago trabajos particulares. Rezo mucho durante el trabajo para que esa imagen que vestimos atraiga que es lo que necesitamos los seres humanos, necesitamos la imagen para rezar, para concentrarnos, sabemos que no está en presencia pero es lo que la representa. Necesitamos esa cara, esa dulzura que invite a la emoción, a rezar. Es muy difícil vivir sin fe. El mismo papa Francisco nos invita a obrar, a trabajar, a que hagamos y creo que a mi me tocó hacer esto y es una bendición.

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