Este viernes, la Cámara de los Lores debate un proyecto de ley que
pretende legalizar el suicidio asistido de pacientes terminales. Lores de todos
los partidos llevan semanas trabajando juntos para intentar frenar el proyecto,
aunque parece difícil que lo consigan. La Iglesia de Inglaterra se opone
firmemente al proyecto, aunque el ex arzobispo de Canterbury George Carey ha
mostrado su apoyo
Noticia digital (17-VII-2014)
Parlamentarios laboristas, conservadores, independientes... están
trabajando juntos para evitar que Reino Unido legalice el suicidio asistido. La
Cámara de los Lores vota este viernes un proyecto presentado por Lord Charles
Falconer, que permitiría a los médicos facilitar a los pacientes terminales,
con una esperanza de vida de menos de seis meses y con un deseo firme de morir,
los fármacos necesarios para que provocarse la muerte.
Durante su visita a Madrid para participar en el Seminario internacional
por la vida, organizado por Acción Mundial de Parlamentarios y Gobernantes por
la Vida y la Familia, Lord Daniel Brennan, miembro del Partido Laborista,
explicó a Alfa y Omega que «ya hemos establecido relaciones entre
parlamentarios de todos los partidos para oponernos, juntos, al proyecto de ley
sobre suicidio asistido que se va a debatir el 18 de julio» en la Cámara de los
Lores.
Sin embargo, la colaboración entre lores de distintos partidos no es
garantía de que vayan a conseguir frenar este proyecto. Representantes del
movimiento provida han advertido de que los nuevos nombramientos dentro de esta
Cámara hace prever que la votación sobre este proyecto sea más ajustado que el
de proyectos anteriores parecidos, e incluso podría ser aprobado.
El primero de estos intentos se produjo en 2006, con un proyecto
presentado por Lord Joffe, y fue rechazado por 148 votos en contra y 100 a
favor. Desde entonces se han presentado otros tres proyectos, y todos fueron
rechazados. En caso de aprobarse el proyecto de Lord Falconer, pasaría luego a
la Cámara de los Comunes.
DIVISIÓN EN LA IGLESIA ANGLICANA
La división suscitada por el proyecto de legalización del suicidio
asistido ha llegado al seno de la Iglesia de Inglaterra. Institucionalmente, la
Iglesia ha emitido un comunicado que asegura que no puede apoyar esta
iniciativa porque «la seguridad del paciente, la protección de los vulnerables
y el respeto a la integridad de la relación médico-paciente son centrales a las
preocupaciones de la Iglesia de Inglaterra sobre cualquier propuesta de cambio
de la ley».
Sin embargo, el antiguo arzobispo de Canterbury, Lord George Carey,
publicó en el Daily Mail un artículo mostrándose a favor del proyecto.
Carey, que hasta ahora había destacado por oponerse a las decisiones más
polémicas de la Iglesia de Inglaterra sobre cuestiones de moral, afirma que ha
cambiado de opinión al conocer los casos de dos personas que pedían morir. Sin
embargo, se refiere sobre todo a Tony Nicklinson, un hombre que tenía síndrome
de enclaustramiento -tenía paralizado todo el cuerpo, salvo los ojos-, lo que
supone una discapacidad severa pero no una enfermedad terminal, por lo que no
entraría en los casos permitidos por el proyecto que se debate.
UNA «ESPADA DE DAMOCLES»
En respuesta al artículo de Carey, el actual arzobispo de Canterbury, Justin
Welby, alertó de que legalizar el suicidio asistido sería «peligroso, abusivo,
y equivocado». Añadió que «el abuso, la coerción y la intimidación pueden ser
instrumentos lentos en las manos de gente poco escrupulosa, generando presión
sobre personas vulnerables a las que se anima a hacer lo correcto
-afirmaba en un artículo en The Times-. Incluso cuando esa presión no
sea manifiesta, la misma presencia de una ley que permite el suicidio asistido
llevará a individuos sensibles a sentir que deberían dejar de ser una carga
para los otros. ¿Qué clase de sociedad estaríamos creando si permitiéramos
que esta espada de Damocles cuelga sobre la cabeza de cada persona vulnerable,
en estado terminal, del país?»
María Martínez López
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