Los Markovitz era una de las pocas familias judías que vivían en un
apacible suburbio de Pensilvania cuyas calles se llenaban de luces navideñas en
Diciembre. Ellos en cambio, colocaban una menará (Candelabro judío de nueve
brazos) encendida en una ventana de su casa como recordatorio de que también
era el inicio de la Hanuka, una de sus principales fiestas religiosas.
Un día, a eso de las 5 de la mañana Judy Markovitz se despertó al oír un
fuerte ruido. Habían roto la ventana y arrancado la menorá.
Para los Markovitz fue una agresión que removió viejas heridas, ya que
los padres de Judy habían estado en el pasado recluidos en un campo de
concentración-.
Los Markovitz luego de recuperarse emocionalmente repararon la ventana y
al terminar la reparación salieron a visitar al hermano de Judy, sin saber que
sus vecinos se disponían a reparar algo más.
En la noche, cuando la familia Markovitz regresaba a su casa, un
extraordinario espectáculo los sorprendió al doblar la calle: Casi todas las
casas de la manzana estaban adornadas con una menará resplandeciente. La hija
de la pareja, Vicky, hoy día de 18 años, recuerda aquellas ventanas iluminadas
como una señal de compasión y solidaridad. “Fue como si todos los vecinos
dijeran: Si vuelven a romper las ventanas de ellos, también tendrán que romper
las nuestras”.
Compasión y solidaridad son dos joyas que necesitas hoy recuperar.
Reír con el que ríe y llorar con el que llora. Que nunca demos la
espalda al que sufre, porque tarde que temprano se nos pagará con la misma moneda.
Job 19:21 Oh vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión
de mí; Porque la mano de Dios me ha tocado.
Mateo 9:36 Y viendo las gentes, tuvo compasión de ellas; porque estaban
derramadas y esparcidas como ovejas que no tienen pastor.
Marcos 8:2 Tengo compasión de la multitud, porque ya hace tres días que
están conmigo, y no tienen qué comer.
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