La madre estaba presa, y hoy la
foto del niño, en comisaría
El
condado de Mason tiene unos treinta mil habitantes según el último censo y está
situado al oeste del estado de Michigan, en homenaje a cuyo primer gobernador,
Stevens T. Mason, fue bautizado en 1843. Ribereño del gran lago estadounidense,
es conocido por su vida apacible, y de hecho la historia local presume de que solamente a uno de los 23 sheriffs que ha
tenido desde 1855 le han disparado en el cumplimiento del deber: Henry
Cole (1899-1903), herido en la mano al detener a un atracador en un tiroteo con
un clásico Smith & Wesson calibre 38 cuya narración parece sacada de una película del Oeste.
EL SHERIFF Y SU AYUDANTE SE PLANTAN
El protagonista de esta historia es precisamente un tataranieto de aquel sheriff, Kim Cole, elegido para el cargo el 1 de enero de 2013 y con años de experiencia en la oficina que ahora regenta. La contó él mismo el martes pasado durante la cena de Right to Life [Derecho a Vivir] en una iglesia baptista.
Así recoge Mason County Press sus palabras: "El pasado verano, no recuerdo si en julio o agosto, estaba sentado en mi mesa cuando vino a verme la enfermera del departamento. Me dijo que había otra reclusa embarazada (¡teníamos cuatro a la vez!), y que la chica quería abortar. Le dije que no. Los contribuyentes del condado de Mason no iban a pagar eso. Si quería abortar, tendría que traerme una orden judicial". Cole consultó esta decisión con su vicesheriff, el ayudante Jody Hartley, quien estuvo de acuerdo con él.
"CAMBIÓ SU CORAZÓN"
Sólo con eso ya se ganó tiempo de reflexión, aunque la joven encarcelada siguió adelante con el proceso. Dos meses después, cuando Cole y Hartley ya habían olvidado el asunto, recibieron la notificación de que la mujer había conseguido efectivamente la orden judicial para que se autorizase el aborto.
Esta vez el sheriff ya no podía impedirlo con su autoridad... pero aún quedaba un recurso. Cole acudió de nuevo a Hartley: "Decidimos llamar a algunos compañeros y dedicar el día a rezar". Objetivo: que no se matase al niño que venía en camino, ya con varias semanas de vida a sus espaldas.
¡Y lo lograron! "Cuando ya la estaban preparando para el procedimiento, la chica cambió su corazón y decidió que no abortaría", cuenta Kim.
UNA FOTO EN EL MÓVIL
La historia no acabó ahí. Ella sabía que, en última instancia, había sido la negativa del sheriff a dejarla abortar en el primer momento la que había salvado la vida de su hijo, y él estaba orgulloso de haberlo conseguido... y de la valentía de ella: "Nos veíamos cada quince días y recuerdo que le dije que era una heroína".
Cuando le concedieron la libertad provisional, Cole le dio su tarjeta y le dijo que le llamara cuando naciese el pequeño. Eso fue a principios de marzo: "Me telefoneó, fui al hospital y tuve en mis brazos al niño. En la mesa de mi despacho y en mi teléfono móvil llevo una foto de los dos juntos".
La ex reclusa lo ha dado en adopción abierta, que le permite mantener contacto con su hijo, y Cole sigue pendiente de ella también: "El otro día me mandó un vídeo", presume casi como un abuelo.
"Esta comunidad ha tenido dos años muy malos", concluyó el sheriff: "Es magnífico poder contar por fin una historia bonita".
EL SHERIFF Y SU AYUDANTE SE PLANTAN
El protagonista de esta historia es precisamente un tataranieto de aquel sheriff, Kim Cole, elegido para el cargo el 1 de enero de 2013 y con años de experiencia en la oficina que ahora regenta. La contó él mismo el martes pasado durante la cena de Right to Life [Derecho a Vivir] en una iglesia baptista.
Así recoge Mason County Press sus palabras: "El pasado verano, no recuerdo si en julio o agosto, estaba sentado en mi mesa cuando vino a verme la enfermera del departamento. Me dijo que había otra reclusa embarazada (¡teníamos cuatro a la vez!), y que la chica quería abortar. Le dije que no. Los contribuyentes del condado de Mason no iban a pagar eso. Si quería abortar, tendría que traerme una orden judicial". Cole consultó esta decisión con su vicesheriff, el ayudante Jody Hartley, quien estuvo de acuerdo con él.
"CAMBIÓ SU CORAZÓN"
Sólo con eso ya se ganó tiempo de reflexión, aunque la joven encarcelada siguió adelante con el proceso. Dos meses después, cuando Cole y Hartley ya habían olvidado el asunto, recibieron la notificación de que la mujer había conseguido efectivamente la orden judicial para que se autorizase el aborto.
Esta vez el sheriff ya no podía impedirlo con su autoridad... pero aún quedaba un recurso. Cole acudió de nuevo a Hartley: "Decidimos llamar a algunos compañeros y dedicar el día a rezar". Objetivo: que no se matase al niño que venía en camino, ya con varias semanas de vida a sus espaldas.
¡Y lo lograron! "Cuando ya la estaban preparando para el procedimiento, la chica cambió su corazón y decidió que no abortaría", cuenta Kim.
UNA FOTO EN EL MÓVIL
La historia no acabó ahí. Ella sabía que, en última instancia, había sido la negativa del sheriff a dejarla abortar en el primer momento la que había salvado la vida de su hijo, y él estaba orgulloso de haberlo conseguido... y de la valentía de ella: "Nos veíamos cada quince días y recuerdo que le dije que era una heroína".
Cuando le concedieron la libertad provisional, Cole le dio su tarjeta y le dijo que le llamara cuando naciese el pequeño. Eso fue a principios de marzo: "Me telefoneó, fui al hospital y tuve en mis brazos al niño. En la mesa de mi despacho y en mi teléfono móvil llevo una foto de los dos juntos".
La ex reclusa lo ha dado en adopción abierta, que le permite mantener contacto con su hijo, y Cole sigue pendiente de ella también: "El otro día me mandó un vídeo", presume casi como un abuelo.
"Esta comunidad ha tenido dos años muy malos", concluyó el sheriff: "Es magnífico poder contar por fin una historia bonita".
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