miércoles, 11 de diciembre de 2013

DON SUPREMO

EL DON SUPREMO

Lo más valioso e importante que el Padre nos ha dado, es la vida y la salvación del alma... “¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si al final de su vida, pierde su alma en el infierno eterno?” (San Mateo 16,26)

Hay muchos que ponen todo su interés y trabajo, fuerzas e ilusiones, en tener en esta vida temporal un porvenir seguro, cómodo, brillante, según sus deseos, y están en su derecho, pero este derecho lo pierden ante Dios, cuando para conseguirlo faltan a los DIEZ MANDAMIENTOS de la Ley de Dios, a sus Consejos y Palabras, estos son de los que dice el Señor en su Evangelio: “El que quiera salvar su vida, la perderá” (San Mateo 16,25)

“Pero el que pierda su vida por el Señor, la hallara” (San Mateo 16,25), ellos son los que renuncian a muchas cosas y placeres de esta vida, que están en contra de la LEY DE DIOS, por Amor a Dios, al prójimo y a sí mismos, ellos se someten a la Voluntad de Dios, expresada en los MANDAMIENTOS DE SU LEY de AMOR, que les pide VIVIR EN GRACIA y renunciar al pecado y Satanás, dejan perder los halagos y los disfrutes de las tentaciones del mal, para ganar una VIDA ETERNA y feliz con Dios.

Esta es la verdadera Sabiduría, la Sabiduría de Dios Uno y Trino, y no la necedad y rebeldía de Satanás y sus Ángeles caídos en la desgracia, que nos quieren llevar al infierno con ellos, para desahogar en nosotros su odio a Dios, haciéndonos sufrir indeciblemente por toda la eternidad, porque ya que contra Dios nada pueden, como nosotros somos su obra y sus hijos, por lo que el Señor dio su SANGRE PRECIOSA y DIVINA, ellos, los demonios, se consuelan en su odio, haciéndonos sufrir con ellos, apartados de Dios.

Por ello, no nos rebelemos contra Dios, no lo ofendamos más, no sigamos las voces de los demonios que hoy nos rodean por todas partes invitándonos a los placeres de la carne, los vicios, y diversiones prohibidas por su Ley: sexo, adulterio, modas indecorosas, vagancia, lucro, pornografía, lujo, dinero, poder, que todos ellos nos apartan de Dios y nos distraen de pensar en Él, único y sumo bien, de orar y alabar su Santo Nombre, dándole gracias por todos los dones que cada día y en cada momento estamos recibiendo de Él: la vida, el cuerpo y el Alma con sus sentidos, vista, oído, olfato, paladar, tacto, salud, fuerzas, animo, pies para movernos, manos para trabajar, inteligencia, memoria, etc. Y tantos dones naturales, que con uno que nos falte o esté enfermo ya estamos mal.

Isidro G. Robles.

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