lunes, 18 de febrero de 2013

BENEDICTO XVI: UN ENAMORADO DE LA PALABRA


Benedicto XVI, es inevitable, pasará a la historia como el primer (no sabemos si único) papa contemporáneo que presentó su dimisión. Sin embargo, desde La Biblia compartida, queremos fijarnos, como nos es propio y a modo de agradecimiento, en su alto perfil bíblico

Lema papal

El lema que escogió y dio a conocer el día de inicio de su papado, el 19 de abril de 2005. dice mucho de sus intenciones iniciales y, en consecuencia, de su trabajo pastoral realizado. “Cooperatores veritas”, cooperadores de la verdad, extraído de la Tercera Carta de San Juan, versículo 8: “Por eso, nosotros debemos acogerlos, para ser cooperadores de la verdad”.

Deus caritas est

No tardó mucho en escribir su primera encíclica “Deus caritas est”. Firmada el 25 de diciembre de 2005 y presentada el 25 de enero de 2006, empieza con la siguiente cita bíblica, acompañada de una primera reflexión :

«Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él » (1 Jn 4, 16). Estas palabras de la Primera Carta de Juan expresan con claridad meridiana el corazón de la fe cristiana: la imagen cristiana de Dios y también la consiguiente imagen del hombre y de su camino. Además, en este mismo versículo, Juan nos ofrece, por así decir, una formulación sintética de la existencia cristiana: «Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él».

Esta encíclica recoge puntos muy interesantes sobre la novedad de la fe bíblica. A modo de ejemplo podemos leer el punto número 9:

«Ante todo, está la nueva imagen de Dios. En las culturas que circundan el mundo de la Biblia, la imagen de dios y de los dioses, al fin y al cabo, queda poco clara y es contradictoria en sí misma. En el camino de la fe bíblica, por el contrario, resulta cada vez más claro y unívoco lo que se resume en las palabras de la oración fundamental de Israel, la Shema: «Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno» (Dt. 6, 4).

Spe Salvi

Su segunda encíclica, “Spe Salvi”, fue firmada y presentada el 30 de noviembre de 2007, y está encabezada por esta cita bíblica:

«Spe Salvi facti sumus» –en esperanza fuimos salvados, dice san Pablo a los Romanos y también a nosotros (Rm 8,24).

Y va a desarrollar todo el escrito, que propone una íntima relación entre la fe y la esperanza, a partir de fijarnos atentamente en la Biblia:

“Antes de ocuparnos de estas preguntas que nos hemos hecho, y que hoy son percibidas de un modo particularmente intenso, hemos de escuchar todavía con un poco más de atención el testimonio de la Biblia sobre la esperanza. En efecto, «esperanza» es una palabra central de la fe bíblica, hasta el punto de que en muchos pasajes las palabras «fe» y «esperanza» parecen intercambiables cuando la Primera Carta de Pedro exhorta a los cristianos a estar siempre prontos para dar una respuesta sobre el logos –el sentido y la razón– de su esperanza (cf. 3,15), «esperanza » equivale a «fe»”.

Verbum Domini

Pero será, lógicamente, en su Exhortación Post-sinodal (Sínodo de obispos sobre la Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia de 2008) “Verbum Domini”, publicada en noviembre de 2010, donde Benedicto XVI mostrará la consistencia de su espiritualidad bíblica.

De entrada ya nos dice que ha tomado el prólogo del Evangelio de Juan como guía para todo su escrito. Y casi a continuación presenta una idea previa pero nuclear para entender el resto:

La novedad de la revelación bíblica consiste en que Dios se da a conocer en el diálogo que desea tener con nosotros

Y a partir de ahí se atreve con temas que necesitaban una buena aclaración. Fijémonos en lo que escribe sobre las páginas “oscuras” de la Biblia:

«En el contexto de la relación entre Antiguo y Nuevo Testamento, el Sínodo ha afrontado también el tema de las páginas de la Biblia que resultan oscuras y difíciles, por la violencia y las inmoralidades que a veces contienen. A este respecto, se ha de tener presente ante todo que la revelación bíblica está arraigada profundamente en la historia. El plan de Dios se manifiesta progresivamente en ella y se realiza lentamente por etapas sucesivas, no obstante la resistencia de los hombres. Dios elige un pueblo y lo va educando pacientemente.

La revelación se acomoda al nivel cultural y moral de épocas lejanas y, por tanto, narra hechos y costumbres como, por ejemplo, artimañas fraudulentas, actos de violencia, exterminio de poblaciones, sin denunciar explícitamente su inmoralidad; esto se explica por el contexto histórico, aunque pueda sorprender al lector moderno, sobre todo cuando se olvidan tantos comportamientos «oscuros» que los hombres han tenido siempre a lo largo de los siglos, y también en nuestros días. En el Antiguo Testamento, la predicación de los profetas se alza vigorosamente contra todo tipo de injusticia y violencia, colectiva o individual y, de este modo, es el instrumento de la educación que Dios da a su pueblo como preparación al Evangelio».

Y no solo se atreve a afrontar este tema que en algunas épocas anteriores y en algunos círculos actuales se tiene como tabú, sino que, más bien al contrario, anima a que todos nos enfrentemos a él:

«Por tanto, sería equivocado no considerar aquellos pasajes de la Escritura que nos parecen problemáticos. Más bien, hay que ser conscientes de que la lectura de estas páginas exige tener una adecuada competencia, adquirida a través de una formación que enseñe a leer los textos en su contexto histórico-literario y en la perspectiva cristiana, que tiene como clave hermenéutica completa «el Evangelio y el mandamiento nuevo de Jesucristo, cumplido en el misterio pascual». Por eso, exhorto a los estudiosos y a los pastores, a que ayuden a todos los fieles a acercarse también a estas páginas mediante una lectura que les haga descubrir su significado a la luz del misterio de Cristo».

Otro tema espinoso es la lectura fundamentalista de la Biblia. Ya lo había tratado la Pontificia Comisión Bíblica en su documento “La interpretación de la Biblia en la Iglesia” de 1993, que contiene un prefacio firmado por el entonces cardenal Joseph Ratzinger. En Verbum Domini Benedicto XVI escribe:

«Quisiera llamar la atención particularmente sobre aquellas lecturas que no respetan el texto sagrado en su verdadera naturaleza, promoviendo interpretaciones subjetivas y arbitrarias. En efecto, el «literalismo» propugnado por la lectura fundamentalista, representa en realidad una traición, tanto del sentido literal como espiritual, abriendo el camino a instrumentalizaciones de diversa índole, como, por ejemplo, la difusión de interpretaciones antieclesiales de las mismas Escrituras.

El aspecto problemático de esta lectura es que, «rechazando tener en cuenta el carácter histórico de la revelación bíblica, se vuelve incapaz de aceptar plenamente la verdad de la Encarnación misma. El fundamentalismo rehúye la estrecha relación de lo divino y de lo humano en las relaciones con Dios... Por esta razón, tiende a tratar el texto bíblico como si hubiera sido dictado palabra por palabra por el Espíritu, y no llega a reconocer que la Palabra de Dios ha sido formulada en un lenguaje y en una fraseología condicionadas por una u otra época determinada».

Pero, especialmente, aquellos que nos dedicamos a la animación bíblica, agradecimos enormemente las siguientes palabras:

«En este sentido, el Sínodo ha invitado a un particular esfuerzo pastoral para resaltar el puesto central de la Palabra de Dios en la vida eclesial, recomendando incrementar la “pastoral bíblica”, no en yuxtaposición con otras formas de pastoral, sino como animación bíblica de toda la pastoral. No se trata, pues, de añadir algún encuentro en la parroquia o la diócesis, sino de lograr que las actividades habituales de las comunidades cristianas, las parroquias, las asociaciones y los movimientos, se interesen realmente por el encuentro personal con Cristo que se comunica en su Palabra».

Y también afrontó en otros puntos la formación bíblica de todos los cristianos, la Lectio divina como magnífica forma de orar con a Palabra y la relación estrecha e imprescindible entre Palabra de Dios y justicia social.

Evidentemente, si tomásemos como punto de partida sus escritos anteriores a ser elegido Papa, o incluyésemos la trilogía sobre Jesús de Nazaret que ha firmado como Joseph Ratzinger, resultaría inabarcable en un artículo afrontar la riqueza de temas bíblicos abordados por Benedicto XVI a lo largo de su vida.

Damos gracias a Dios por su entrega y renuncia, por su libertad y coherencia, por su amor a Cristo, la Palabra de Dios, y a su Iglesia, testimonio para todos nosotros.

¡Muchas gracias Benedicto XVI!

*Quique Fernández es el Coordinador de la Escuela de Animación Bíblica de Barcelona. Consultas y comentarios a: bibliaypastoral@gmail.com

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