jueves, 2 de junio de 2011

LOS CRISTIANOS EN EL MUNDO DE HOY



LOS CRISTIANOS EN EL MUNDO DE HOY (I)
TIENEN UN MODO DE VIVIR INCREÍBLE

Merece la pena reflexionar sobre la situación de los cristianos en nuestros ambientes comentando brevemente una carta del Siglo II dirigida a un tal Diogneto que preguntaba cómo era la vida de los cristianos. Quería saber cómo vivían y en qué se diferenciaba su vida de la vida que llevaban los paganos.

La carta viene a ser como una respuesta a las preguntas que se formulaba Diogneto sobre las creencias y la vida de los cristianos. Él quería saber: "Cuál es ese Dios en el que tanto confían; cuál es esa religión que les lleva a todos ellos a desdeñar al mundo y a despreciar la muerte, sin que admitan, por una parte, los dioses de los griegos, ni guarden, por otra, las supersticiones de los judíos; cuál es ese amor que se tienen unos a otros, y por qué esta nueva raza o modo de vida apareció ahora y no antes". (Cap. 1).

Como vemos, son unas cuestiones que ya en el Siglo II preocupaban y que quizá no preocupan tanto en nuestros ambientes, incluso cristianos, y es que en la actualidad no hay muchos diognetos que estén seriamente interesados en conocer bien nuestra fe cristiana para vivirla correctamente. Sencillamente pienso que la mayoría de nuestros cristianos no se plantean en serio las fundamentales cuestiones religiosas.

El autor de la carta a Diogneto va respondiendo a todas esas preguntas con un estilo muy bello, exponiendo la manera de vivir los cristianos en medio de un mundo paganizado; más o menos paganizado como nuestro mundo actual.

Creo que, cristianos como somos, no nos sentiríamos satisfechos si, al analizar la vivencia de fe en nuestra sociedad, viésemos que la vida que llevan muchos cristianos en nuestros días, se parece más a la que llevaban los paganos de entonces que a la que llevaban lo cristianos.

Intentemos verlo: Sigue diciendo el autor de la carta a Diogneto: "Los cristianos no se distinguen de los demás hombres, ni por el lugar en que viven, ni por su lenguaje, ni por sus costumbres. Ellos, en efecto, no tienen ciudades propias, ni utilizan un hablar insólito, ni llevan un género de vida distinto. Su sistema doctrinal no ha sido inventado gracias al talento y especulación de hombres estudiosos, ni profesan, como otros, una enseñanza basada en autoridad de hombres”.

Dos puntos, positivo el uno y negativo el otro: Tampoco ahora somos los cristianos un mundo aparte ni vivimos aislados en la sociedad; también llevamos un estilo de vida como el que llevan los demás.

Y también, como los paganos de antes, muchos cristianos en la actualidad vivimos bajo influencias de criterios puramente humanos influenciados por el positivismo y el materialismo muy extendido en nuestros días. Nosotros debiéramos creer, hoy como antes, en verdades basadas en la revelación del Hijo de Dios y no en puras teorías u opiniones humanas. También debiéramos señalar cómo se va extendiendo el que muchos cristianos se declaren agnósticos, algo muy corriente en la actualidad, aunque también es cierto que si a muchos de ellos les preguntásemos que significa el agnosticismo, pienso que no responderían adecuadamente.

Viven en ciudades griegas y bárbaras, según les cupo en suerte, siguen las costumbres de los habitantes del país, tanto en el vestir como en todo su estilo de vida y, sin embargo, dan muestras de un tenor de vida admirable y, a juicio de todos, increíble”.

Y gracias a Dios que hay también muchos cristianos que dan muestras de vivir de manera distinta a como viven los paganos, sin acomodarse al estilo de vivir que se lleva normalmente en nuestra sociedad que va siendo cada día más pagana. Y sucede que cuando un cristiano es coherente con su fe, llama la atención. Hay mucha gente que se admira ante el testimonio que dan los cristianos que toman en serio su fe, tanto los que se tienen como no practicantes, como entre los paganos, que también los hay, y muchos.

LOS CRISTIANOS EN EL MUNDO DE HOY (II)
SER PERSEGUIDOS ES SU GLORIA

Seguimos comentando la carta a Diogneto para ver cómo vivían los cristianos del siglo II, para ver cómo debiéramos vivir nosotros en el Siglo XXI en medio de un mundo que va caminando hacia un paganismo semejante al del Siglo II.

Sigue diciendo la carta: Habitan en su propia patria, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña es patria para ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña. Igual que todos, se casan y engendran hijos, pero no se deshacen de los hijos que conciben. Tienen la mesa en común, pero no el lecho.

En este párrafo hay como tres puntos a considerar: Viven como forasteros en su patria, pero encajando muchos golpes, es decir que si los pudiesen hacer desaparecer, no dudarían en hacerlo; molestan, no les resulta cómoda su presencia porque tienen un estilo de vida diferente.

Además cuando se encuentran en tierra extraña, viven como en su propia patria aunque se les trate como extranjeros.

Y tercero, no se deshacen de los hijos que conciben. Los paganos se deshacían cuando les parecía; los cristianos no. Tenían mesa común, pero el lecho, no.

Ante la realidad que estamos viviendo en nuestros días ¿muchos de nuestros cristianos no se parecen a los paganos tanto en lo de lecho común como en el caso de los abortos? ¿Qué significa ser cristiano para un adúltero o para quienes son capaces de matar a su propio hijo?

La gran lección que nos dan los primeros cristianos es que Viven en la carne, pero no según la carne. Viven en la tierra, pero su ciudadanía está en el Cielo”.

¿También la ciudadanía de nuestros cristianos está en el cielo? Es muy bonito y muy real el siguiente párrafo: ¡Anda! pues casi nada se dice en el mismo: Obedecen las leyes establecidas, y con su modo de vivir superan estas leyes. Aman a todos, y todos los persiguen. Se los condena sin conocerlos. Se les da muerte, y con ello reciben la vida. Son pobres, y enriquecen a muchos; carecen de todo, y abundan en todo. Sufren la deshonra, y ello les sirve de gloria; sufren detrimento en su fama, y ello atestigua su justicia. Son maldecidos, y bendicen; son tratados con ignominia, y ellos, a cambio, devuelven honor. Hacen el bien, y son castigados como malhechores; y, al ser castigados a muerte, se alegran como si se les diera la vida. Los judíos los combaten como a extraños y los gentiles los persiguen, y, sin embargo, los mismos que los aborrecen no saben explicar el motivo de su enemistad”.

¿No es esto lo que está pasando en la actualidad? Indudablemente. Ninguna asociación del mundo ha hecho tanto a favor del bien común como la Iglesia ni en la actualidad ni a lo largo de la Historia. Ninguna. Y lo digo sin aires de superioridad.

Lo que pasa es que si de la Iglesia sólo se habla de fallos y defectos sin tener en cuenta lo positivo, no hay objetividad y se falsea la verdad. A veces he dicho que estoy orgulloso de pertenecer a la Iglesia, y lo repito ahora. ¿Fallos y defectos quién no los tiene? Y ¿por qué hay quienes se fijan sólo en los defectos de la Iglesia?

¿Quién ha hecho lo que la Iglesia en atención a los pobres? Sólo por poner un ejemplo, ahí están las órdenes religiosas extendidas por todo el mundo. Hacen el bien, y son castigados como malhechores perseguidos y condenados a muerte, y ¿por qué? Tampoco hoy nadie sabe explicar el motivo de su enemistad.

Sólo pongo este ejemplo, pero podríamos hablar también del depósito cultural, y de la tarea educativa, no sólo de las órdenes y congregaciones religiosas sino de tantos seglares que han destacado como educadores de niños y jóvenes. También hoy podríamos aplicar a nuestra sociedad aquello de que sufren la deshonra, y ello les sirve de gloria.

Aparte de que en la tarea propiamente evangelizadora y testimonial a través de la Historia, es única y ha contribuido a elevar la moral de los pueblos. También hoy podemos repetir hacen el bien, y son castigados como malhechores.

LOS CRISTIANOS EN EL MUNDO DE HOY (III)
SON EL ALMA DEL MUNDO

Continuando con nuestro comentario de la Carta a Diogneto, acabamos a la consideración que el autor hace de la Iglesia como alma del mundo. Casi nada es lo que pensarán quienes no tienen un opinión positiva de la Iglesia y querrían que desapareciese cuanto antes, pero les miro con lástima porque no lo van a ver. Y no lo van a ver porque contamos con la promesa de Jesús.

Para decirlo en pocas palabras: los cristianos son en el mundo lo que el alma es en el cuerpo. El alma, en efecto, se halla esparcida por todos los miembros del cuerpo; así también los cristianos se encuentran dispersos por todas las ciudades del mundo. Los cristianos viven en el mundo, pero no son del mundo.

Es bonito este ejemplo porque apunta a la concepción evangélica de la presencia de los cristianos en el mundo, viven en el mundo, pero no son del mundo. Es lo que les dijo Jesús a los suyos. Y al no ser del mundo, el mundo - de antes y de ahora - los rechaza. Y ¿por qué? Pues por aquello que dice San Pablo, la doble tendencia que hay en el hombre, el querer y el hacer, las obras de la carne y del espíritu entre siempre hay tensión: “no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero" (Rom. 7, 19). Lo que quiere el mundo son las obras de la carne. "Por mi parte os digo: Si vivís según el Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la carne" (Gál. 5, 16).

Concretando las obras de la carne y del Espíritu, sigue diciendo: "Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios. En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley" (Gál. 5, 19-23). En esa tensión es donde está centrada la persecución de la Iglesia siempre y en todo el mundo.

Desde esa línea de San Pablo, sigue diciendo la Carta: La carne aborrece y combate al alma, sin haber recibido de ella agravio alguno, sólo porque le impide disfrutar de los placeres; también el mundo aborrece a los cristianos, sin haber recibido agravio de ellos, porque se oponen a sus placeres.

En la medida en que la Iglesia vive siguiendo estos principios, no es bien vista por los que no sienten en cristiano, ni por los cristianos que, de alguna manera están viviendo y aceptando los criterios del mundo y no los evangélicos.

Y como resumen de la exposición hecha de la situación de los cristianos en el mundo, concluye: Los cristianos se hallan retenidos en el mundo como en una cárcel, pero ellos son los que mantienen la trabazón del mundo.

El alma inmortal habita en una tienda mortal; también los cristianos viven como peregrinos en moradas corruptibles, mientras esperan la incorrupción celestial. El alma se perfecciona con la mortificación en el comer y beber; también los cristianos, constantemente mortificados, se multiplican más y más. "Tan importante es el puesto que Dios les ha asignado, del que no les es lícito desertar.

Esta conclusión es de un contenido extraordinariamente denso: Los cristianos ayudad a mantener la unidad de la sociedad, vivimos como en tienda de campaña esperando la casa definitiva y la vida sin corrupción, y se van multiplicando a través de los años si no en un sitio, en otro, pero siempre a más a pesar de las persecuciones desde dentro y desde fuera. Y no les es lícito desertar.

Es preciosa y llena de contenido la carta. Preciosísima.

José Gea

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