Este 5 de junio, luego de haber vivido cuarenta días de tiempo pascual en la presencia de Jesús Resucitado... celebramos la Ascensión del Señor a los cielos...
Una fiesta que nos recuerda que estamos hechos para el cielo, que el cielo es una felicidad que sobrepasa todas las demás, una fiesta que pone en nosotros el deseo de hacer todo para llegar a él y nos insta a invitar a todos a hacer ese camino al cielo... en una palabra: todo un regalo de Esperanza.
Me preguntaba cómo transmitir a un niño de cuatro años el significado de esta fiesta, la verdad que nos trae esta festividad, tomando en cuenta que es una edad en la que el conocimiento intuitivo es el que prevalece. Una edad en la que el niño vive al mismo nivel de lo sobrenatural y que para nutrir su alma, sólo basta compartir con él afirmaciones sencillas... siempre y cuando nosotros mismos estemos bien anclados en nuestra fe personal, nuestras propias certezas, (ya las explicaciones vendrán más adelante).
Y esa interrogante es parte intrínseca del significado de esta fiesta ya que el Día de la Ascensión del Señor, muchos de sus apóstoles dudaban aún de la verdad de su Resurrección, aún teniéndolo vivo frente a ellos... No obstante, ese día Jesús sin demora les dice: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo...” y esto es, la Ascensión del Señor estableció ayer como hoy el tiempo de nuestra misión de evangelizar a todas las gentes...
En la actualidad, en una sociedad marcada por la indiferencia religiosa, anunciar a un Dios vivo - Padre, Hijo y Espíritu Santo... - así como a los apóstoles el día de la Ascensión nos parece un objetivo sobrehumano... Sin embargo, para ponerse en marcha, como seguidores de Jesús basta aceptar que por nuestro poco mérito y nuestras pobres capacidades no podremos lograr una auténtica evangelización. Ante todo, el ser seguidor, discípulo del Señor: es dejar que el Espíritu Santo actúe a través nuestro, que es muy distinto a ser pantalla de la gracia. Toda misión comienza con un trabajo sobre uno mismo, una conversión, un poner en “su lugar” a ese yo tan voluminoso.
Y entonces, volvamos a aquel niño de cuatro años a quien nos toca transmitir el sentido de la Ascensión... ¿Cuáles serían las frases sencillas para transmitir el sentido, la verdad de esta fiesta de tanto gozo para todos nosotros los cristianos?
Primero, la Ascensión nos recuerda que estamos hechos para el cielo... tenemos vocación de eternidad. Y bueno, estamos llamados a despertar y cultivar en todos el deseo del cielo, de nosotros depende hacer que se dejen atrás horizontes terrenos, abrir a todos aquella perspectiva de vida eterna a la que estamos llamados y hacer que todos descubran que hay un Padre que nos espera en el cielo porque nos Ama.
Segundo, la Ascensión nos llama a vivir en conformidad con nuestra vocación de bautizados... Aquella perspectiva de vida eterna va a orientar nuestra vida cotidiana en un sentido de fidelidad a Dios y a su voluntad, expresada en los mandamientos. Este requerimiento de aprender a dejar atrás los placeres terrenos, para estar unido a Dios solamente, desde ya esta perspectiva nos ayuda a dar menos importancia a los placeres o contrariedades de la vida sobre la tierra.
Y todo ello puede ser posible sólo con una vida de oración regular, cotidiana: vivir bajo la mirada de Dios, buscar hacer lo que a Él le gusta, tenerle una entera confianza, saber que podemos pedirle todo, en especial su fuerza, su Gracias para hacer el bien o resistir el mal... Es cierto que creer en la vida eterna y conformar nuestra vida a esta perspectiva requiere una gran dosis de fe… Sin embargo, estamos aquellos que somos testimonio de la confianza en Jesús resucitado, en sus promesas divinas, en la Esperanza para demostrar que es posible llevar una vida dirigida al cielo.
Y todo ello puede ser posible sólo con una vida de oración regular, cotidiana: vivir bajo la mirada de Dios, buscar hacer lo que a Él le gusta, tenerle una entera confianza, saber que podemos pedirle todo, en especial su fuerza, su Gracias para hacer el bien o resistir el mal... Es cierto que creer en la vida eterna y conformar nuestra vida a esta perspectiva requiere una gran dosis de fe… Sin embargo, estamos aquellos que somos testimonio de la confianza en Jesús resucitado, en sus promesas divinas, en la Esperanza para demostrar que es posible llevar una vida dirigida al cielo.
¡Cuántos niños y no muy niños desean, esperan, necesitan contar con esa Esperanza que es Jesús en nuestras vidas y saber que Dios los ama, los desea y los espera!
Y en nuestra misión de extender el Evangelio por toda la tierra, los medios de comunicación juegan un rol de cuya importancia la iglesia se ha pronunciado en cada una de las Jornadas mundiales de las Comunicaciones Sociales. Y este 4 de Mayo celebraremos la 42 Jornada bajo el lema: “Los medios: en la encrucijada entre protagonismo y servicio. Buscar la Verdad para compartirla...”.
En el mensaje con ocasión de la fiesta de San Francisco Sales, Patrón de los periodistas en enero 2008, Benedicto XVI “…señala la importancia del papel que los medios de comunicación tienen en la vida de las personas y de la sociedad. En efecto, no existe ámbito de la experiencia humana –más aún si consideramos el amplio fenómeno de la globalización- en el que los medios no se hayan convertido en parte constitutiva de las relaciones interpersonales y de los procesos sociales, económicos, políticos y religiosos...”.
Al respecto su Santidad Benedicto XVI indica que “...Precisamente por eso es indispensable que los medios defiendan celosamente a la persona y respeten plenamente su dignidad. Más de uno piensa que es necesaria en este ámbito una “info-ética”, así como existe la bio-ética en el campo de la medicina y de la investigación científica sobre la vida...”. Además añade: “El hombre tiene sed de verdad, busca la verdad; así lo demuestran también la atención y el éxito que tienen tantos productos editoriales y programas de ficción de calidad en los que se reconocen y son adecuadamente representadas la verdad, la belleza y la grandeza de la persona, incluyendo su dimensión religiosa...”. Finalmente añade: “La verdad que nos hace libres es Cristo, porque sólo Él puede responder plenamente a la sed de vida y de amor que existe en el corazón humano. Quien lo ha encontrado y se apasiona por su mensaje, experimenta el deseo incontenible de compartir y comunicar esta verdad...”.
Esto último nos lleva a concluir que sea niño, joven o adulto al que estemos llamados a evangelizar, el encuentro con Cristo que se da de primera mano en la oración es de vital importancia, ésta es la fuente de la evangelización. “Somos evangelizados, luego evangelizamos...”. La evangelización que nace de la oración como escucha, también se acompañará siempre de la oración, hecha invocación del Espíritu Santo sobre el que evangeliza y sobre el evangelizado. Lo cierto es que nosotros llamados a evangelizar en esta fiesta de la Ascensión no tenemos nada propio a anunciar a los demás, se trata de transmitir lo que recibimos de Dios en la oración, que es Verdad y Vida.
Hoy en el día de la Ascensión del Señor que es una fiesta llena toda ella de fe, de dulce esperanza, de amor encendido a nuestro querido Jesús... tomados de la mano María Santísima, en el silencio de nuestros corazones bajo el signo de la espera, de la intercesión, de la invocación del Espíritu Santo sobre la iglesia, sobre el mundo y la creación entera, dispongámonos a un Pentecostés hecho iglesia viva llena de Esperanza.
“Cuando la comunicación pierde las raíces éticas y elude el control social, termina por olvidar la centralidad y la dignidad inviolable del ser humano,y corre el riesgo de incidir negativamente sobre su conciencia y sus opciones,condicionando así la libertad y la vida misma de las personas...”.
(Mensaje de Benedicto XVI - 42 Jornada de los Medios de Comunicación Social)
Jesús te ama.
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