miércoles, 3 de noviembre de 2010

YO, OBISPO EXORCISTA


En un libro reciente, el obispo de Isernia-Venafro, Italia, Mons. Andrea Gemma, describe sus experiencias de exorcista y las sorprendentes conclusiones a las que arribó tras una década de práctica del Exorcistado. Tomamos este interesante artículo que lo comenta del sitio brasileño que se cita al pie.
Por: Santiago Fernández

En la mañana del 29 de junio de 1992, el nuevo obispo de Isernia-Venafro, Mons. Andrea Gemma, salía de la Basílica Vaticana, caminando pensativo hacia la Plaza de San Pedro. La palabras de San Mateo "Las puertas del Infierno no prevalecerán" (Mt. 16,18) retumbaban en su espíritu con un atractivo sobrenatural. Y ellas le inspiraban consideraciones graves:
1) la acción del demonio no ha disminuido, por el contrario, se ha multiplicado;
2) el demonio es consciente de que dispone de poco tiempo;
3) Nuestro Señor Jesucristo otorgó a la Iglesia un enorme poder contra Satanás;
4) para no ser derrotado, el demonio hace todo lo posible para permanecer en el inadvertido;
5) llegó el momento de desenmascarar la acción insidiosa de Lucifer y de enfrentarlo a cara descubierta, con las armas de las que la Iglesia dispone. (pags. 11 y 12).

¿Por qué no se habla de la necesidad del exorcismo?
De vuelta a su diócesis, a 170 kms de Roma, Mons. Gemma decidió poner en práctica el mandato divino: "expulsad los demonios" (Mc. 16,17). Porque, explica, para un obispo, exorcizar "no es una elección, es una obligación". (p. 21). Y cita al exorcista oficial de Roma, P. Gabriele Amorth: "Un obispo que no designa al menos un exorcista en su diócesis no está exento de pecado mortal por grave omisión". (p. 24)

El resultado fue sorprendente. El poder del infierno se reveló con todo su horror en toda su extensión. "Cuantas veces - escribe - en mis coloquios cotidianos frecuentemente difíciles, con los fieles de todo tipo, me presentaban esta pregunta: ¿Por que no nos hablan de estas cosas? ¿Por qué no nos alertan con una instrucción adecuada? ¿Por qué no nos preservan a nosotros, grey de Cristo, de la devastación de los lobos hambrientos?" (pag. 113).

"Si todos los obispos hiciesen como Ud. estaríamos completamente vencidos, inmediatamente" (p.12) gritó un demonio por medio de una mujer posesa, agregando en otra ocasión: "(pero) ustedes son pocos" (pág. 62).

El poder de la promesa de Nuestra Señora de Fátima.
En 1992, el prelado publicó la pastoral "Las Puertas del Infierno no Prevalecerán". En ella alertaba: "la acción oscura de infestación de Satanás [...] está, creedme, más difundida y es más nefasta de lo que se puede pensar" (p.15). En la Pastoral, Mons. Gemma convocó a su diócesis a "una lucha sin cuartel, concertada y eficaz contra el mal y sus artimañas". (p. 16). El obispo promovió oraciones públicas que congregaban multitudes venidas de muy lejos. El Maligno se manifestaba visiblemente y aquellos que sufrían alguna posesión diabólica eran llevados a la sacristía para ser objeto de exorcismos específicos.

El obispo no imaginaba que su pastoral daría la vuelta al mundo, siendo traducida a varias lenguas. Cartas, prensa, personas de toda Italia y del exterior, apelaban a su auxilio porque sentían alguna acción diabólica o estaban posesas, demostrando palpablemente que muchos fieles esperaban con ansiedad algo así.

En los exorcismos, Mons. Gemma pudo constatar el enorme poder de Nuestra Señora y de la Iglesia sobre las potencias del abismo.: "Si quiero ver al demonio realmente furioso, me basta rociarlo con agua bendita, pronunciando esta dulce premonición: 'Finalmente, el Corazón materno de María triunfará'. 'Siii...', me responde, siempre entre un crujido de dientes. Pero a veces redobla el desafío: 'pero entretanto, ¡a cuantos conozco que nos llevaremos...! '" (p. 63).

Mons. Gemma interrogó varias veces a los demonios:
-"Vosotros, que mortificáis a vuestra víctimas, ¿obtenéis algún provecho o algún alivio de esto?"
-"No, por el contrario, sufrimos un mayor agravamiento de nuestras penas".
-"Entonces, ¿por qué lo hacéis?"
-"Por odio, por odio, por odio". (p. 61).

La Iglesia en crisis no usa sus armas.
El obispo buscó inspiración en los textos del Vaticano II, y en sus conclusiones: "Recorrí hoja por hoja todos los documentos del Concilio Vaticano II [...] para verificar si se habla y cuantas veces del demonio y de sus obras. ¿Creeréis que en aquellos dieciséis documentos, pensados y ponderados, no existe siquiera la palabra 'infierno', ni la palabra 'demonio'? Es increíble, pero verdadero, basta con verificarlo..." (p. 88).

Luego se volcó a los textos litúrgicos, antiguos y nuevos. Quedó estupefacto. "Siempre lamenté que en la Misa reformada se haya suprimido la oración a San Miguel [Exorcismo Breve] que León XIII, bajo la inspiración del cielo ordenó fuese recitada al final de cada celebración. Muchas veces el demonio, por la voz de los posesos, hace saber que le ¡ha agradado muchísimo esa abolición! [...] ¿O que él ha sugerido y sugiere evitar lo más posible la mención a Satanás en los textos litúrgicos, y a sus nefastas intervenciones y a las consecuencias de su acción destructiva? Quien pueda que me responda. Y con argumentos válidos, por favor. [...] Hoy la obra asesina del demonio es más evidente que nunca. [...] Entonces, no solamente no venía al caso expurgar las fórmulas deprecatorias, sino multiplicarlas y reforzarlas. Sin embargo, lamentablemente, no ha sido así". (p.27)

El ambiente laicizado de hoy: una victoria del demonio.
Mons. Gemma reparó en que los antecedentes históricos de los que han padecido maleficios y de los posesos eran muy parecidos. Es inmensa, dice, la cantidad de ocasiones en que el contexto actual ofrece a las serpientes infernales para que se apoderen de sus víctimas.

"La mayor victoria del diablo consiste en convencer a los hombres de que no existe". Esta verdad indiscutida llevó al prelado a la conclusión de que el ambiente moderno es un trampa ideal para las garras infernales. En todo momento, el ambiente sugiere que no existe Dios, ni el demonio, ni el infierno. Y los espíritus malignos atacan e invaden los cuerpos de sus víctimas de formas innumerables.

Hay cultos satánicos explícitos. Mas también implícitos, como ciertas técnicas de meditación y algunas terapias alternativas, supersticiones o modas del tipo de la New Age o música del tipo del rock'n'roll.

¿Como fue que la humanidad generó este ambiente engañosamente neutro y materialista, por tanto tan útil para los espíritus de las tinieblas?

La Revolución genera el ambiente propicio para la acción diabólica.
Mons. Gemma da una explicación histórica bien clara. Se parece mucho a la denuncia del proceso revolucionario que el Prof. Plinio Correa de Oliveira formula en su obra Revolución y Contrarrevolución. No descartemos que el culto obispo italiano haya tomado de allí alguna inspiración: "La laicización de nuestra sociedad es el fruto de un largo y complejo proceso que se extendió a lo largo de cinco siglos, y que se desarrolló en tres etapas fundamentales, tres revoluciones en el campo cultural y social, con acciones cruentas también, que llevaron a la transformación gradual del mundo antiguo, tradicional, para dar en la sociedad actual, posmoderna y secularizada".

Mons. Gemma describe estas sucesivas revoluciones: primero la revolución protestante, que causó el gran desgarramiento de la sociedad cristiana medieval; segundo el Iluminismo y la Revolución Francesa; tercero la revolución comunista marxista. Finalmente, una cuarta etapa de la Revolución: el movimiento estudiantil de los años '60, que disgregó la familia, generalizó el uso de las drogas, propugnó por la liberación de toda norma moral y sobre todo se opuso a toda autoridad. Ese proceso generó una sociedad y una cultura que por inercia seduce a los hombres hacia la idea de que Dios y religión son cosas absurdas. (pp. 113 y ss.).

¡Ay de los que se dejan llevar por esta influencia!, advierte Mons. Gemma. Más ¡ay! también de los que reaccionan de un modo exagerado y caen en el error opuesto: las nuevas formas de religiosidad. Todos son presas fáciles de Lucifer.

Armas para Derrotar a los demonios.
Mons. Gemma exhorta a los fieles a recurrir a las armas que vencen al demonio: la Fe, los Libros Sagrados, el ayuno, los sacramentos. Y sobre todo a la oración por medio de Nuestra Señora, la "enemiga de Satanás" (p. 16). Entre las oraciones específicas, él recomienda la renuncia formal a Satanás, como se hace en la renovación de las promesas del Bautismo, y el exorcismo breve: "San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes; y tú, Príncipe de la Milicias Celestiales, arroja al Infierno, con el Divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para perdición de las almas. Amén" (p. 17).

Y recomienda también no dejarse seducir por el ambiente revolucionario de hoy ni por las falsas novedades en la religión, - inclusive dentro del ámbito católico - , que tanto y tan bien sirven de ocasión para los maleficios y posesiones del padre de la mentira.

Con estas cautelas y estas armas espirituales, el católico resistirá y saldrá victorioso, confiando siempre en la promesa divina: "Las puertas del Infierno no prevalecerán" (Mt. 16,18).

No hay comentarios: