miércoles, 24 de noviembre de 2010

ADVIENTO TIEMPO DE ESPERANZA


El tiempo de Adviento nos invita a reflexionar sobre la peculiaridad de la esperanza cristiana.

Para ello es bueno echar una mirada en la teología de la esperanza que, en los últimos tiempos, se ha esforzado por tomar en serio la dimensión escatológica del cristianismo o, con otras palabras, la orientación de la existencia entera del hombre hacia el último futuro, es decir, a la vida en Dios y con Dios, sin que por eso se desvalorice la historia presente. Esta orientación del pensamiento cristiano no es, por otra parte, nada sorprendente, habida cuenta de que vivimos en un mundo marcado por el signo del futuro, un futuro que nos fascina o que nos amedrenta.

La historia de Israel está determinada por una dialéctica de promesa y cumplimiento. A diferencia del concepto griego del tiempo, que viene marcado por el signo del eterno retorno, la historia del pueblo de Dios se orienta a la plena realización de una promesa. Y como Dios, en cuanto Dios de la promesa, se anticipa a todo cumplimiento, el futuro permanece siempre abierto. Por eso la historia siempre está abierta a algo nuevo, y Dios es así el Señor de un futuro imprevisible. De esta manera la historia misma no habla tanto de un Dios que existe, es decir, que está ahí y que siempre se revela en los mismos acontecimientos, cuanto de un Dios que está por venir, que viene: un Dios en ad-venimiento (Adviento).

EP-CRA/EP-HUMANA:
-Esperanza cristiana: La esperanza cristiana es algo más que un mero consuelo en el futuro. Consiste, ni más ni menos, en la pretensión de transformar históricamente las relaciones entre los hombres. Los cristianos son testigos de una promesa que evoca novedades en la historia. Por eso la esperanza cristiana tiene necesariamente una dimensión política, es decir, trae a la historia la anticipación del futuro prometido en JC. Su tarea está en cuestionar la sociedad actual, sea porque la historia se diluya totalmente en una mera planificación del futuro. Hija también de la duda, la esperanza cristiana debe hacerse solidaria de las esperanzas humanas a la vista de cualquier transformación del hombre y de la sociedad. Pero, en cualquier caso, trata de orientar esa sociedad hacia el futuro definitivo (escatológico) prometido por Dios y de esta manera la relativiza en sus siempre luminosas y oscuras realidades.

I/IDEOLOGIA:
-Esperanza que transforma la historia: La Iglesia como signo práctico y efectivo de la esperanza cristiana debería representar una fuerza crítica en medio de la sociedad humana.

Incluso, aunque a causa de seculares prejuicios ha sido a menudo lo contrario, la Iglesia debe ser la "patria de la libertad", y puesto que su esperanza se expande a más allá de la historia, debe poder cuestionar cualquier sociedad que se enquiste en su propia idolatría.

Es más, debe ejercer un papel crítico frente a cualquier ideología, pues éstas siempre estén en peligro de absolutizarse. Sin embargo no es papel de la Iglesia en nuestra sociedad plural proponer un determinado orden social, porque con ello caería en una nueva forma de sacralización de la política.

(...) Tiene que criticar la Iglesia cualquier totalitarismo, sea del dinero en la sociedad capitalista, sea del estado en otras sociedades.

Estas reflexiones a partir del mensaje bíblico al comienzo del Adviento y a la luz de la teología de la esperanza nos muestran que la esperanza cristiana es algo muy activo - o no es nada -, porque tiene una función en la sociedad, incluso aunque no pueda pretender la consecución en el mundo de un orden social propio y específicamente cristiano.

Si la Iglesia, mediante el compromiso concreto del cristiano, se pone al servicio del mundo, hará que éste aparezca en su relatividad. Porque la esperanza cristiana nos impele a actuar efectivamente en el mundo, pero no de modo como si todas nuestras expectativas se agotasen en él.
EUCARISTÍA 1986, 56
FE/POLITICA ADV/ESPERANZA

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