jueves, 12 de agosto de 2010

LA HIPOCRESÍA Y LOS CURAS DE ROMA


Desde un punto de vista periodístico, resultan interesantes los casos de personas que no hacen lo que deberían hacer, que son lo contrario de lo que aparentan, que predican lo que no cumplen.

Al desvelar esa hipocresía, la prensa siente que satisface parte de la función social que se espera de ella. El problema está cuando se transmite la impresión de que esos casos son una fotografía de todo un conjunto: presentar a un juez corrupto dando a entender que prácticamente todos los jueces son corruptos.

Esta introducción viene a cuento porque tengo la impresión de que algo de esto está ocurriendo desde hace tiempo con los sacerdotes, y no solo por los casos de pederastia. El interés de la prensa ha ido hacia otros ámbitos. Por ejemplo, hace unas semanas, el semanario italiano Panorama publicaba su reportaje de portada sobre las noches bravas de los curas gays. Era un relato deprimente sobre tres tipos homosexuales identificados como curas (el tercero, no muy claro) y remolcados gracias al cómplice homosexual del periodista que escribe la investigación oculta. De ese reportaje se hace eco Newsweek, el cual, entre varias cosas muy sensatas ofrece la impresión de que Roma está poblada por curas gays.

Espero y deseo con toda el alma que la operación limpieza de Benedicto XVI lleve a que accedan al sacerdocio solo las personas idóneas. Y las que no lo son, que se vayan. Soy consciente de que hay mucho lastre que soltar e hipocresías que superar. Y de que en varios sitios se ha incluso fomentado la presencia de homosexuales en seminarios. Todo estos es cierto y supone un gran desafío. Al mismo tiempo, creo que es preciso decir una vez más que, por fortuna, eso no es lo normal. Roma no está poblada por curas gays, a pesar de que haya gente interesada en presentarla así.

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