domingo, 1 de marzo de 2009

NUNCA ES TARDE...


NUNCA ES TARDE...

Una mañana un joven recibió una llamada de su ex - novia, en la cual le decía…
-Yo también sentí lo mismo que tú sentiste anoche te espero dentro de una hora en el parque, junto al pequeño muelle del lago

El puso el teléfono en su lugar y su impresión fue un poco aterradora, ya que un día antes había soñado a su ex - novia, con la cual había quedado en malos términos, y por rencores y orgullo de ambos, perdieron la comunicación de pareja y de amistad.

Tomó una ducha, se arregló y pensó en decirle a sus amigos que ella había llamado, pero prefirió dejarlo en privacidad, total, era el momento para que ambos volvieran a cruzar palabras, ya que el orgullo no debe ser eterno, ni mucho menos un castigo en juicio.

El joven se dirigió al parque, se acercó al pequeño muelle y se sentó observando y pensando ¿qué le diría su ex - novia? ¿De qué iba a hablar ella?

Miraba a la gente pasar y entre esa gente la vio. Su ex - novia se acercaba a él en forma misteriosa… la vio extraña ¡vestía totalmente diferente! No vestía sus ropas frecuentes, vestía un vestido blanco que hacía ver en su rostro una extraña palidez, su mirada reflejaba un a paz inmensa, lucía tan hermosa… era como si emanara rayos de luz… vestía zapatos impecablemente limpios del mis color del vestido.

Él intentó decirle ¡hola!, pero ella le dijo caminemos. Ella comenzó la conversación…
-He sabido que has estado muy triste y que has tenido muchos problemas. Te he soñado llorando, te he escuchado gritar afuera de mi casa, y no me acercaba a ti debido a las circunstancias, debido a tantos orgullos. Yo sé que tú no quería nada de mí y no te culpo. Ambos nos lastimamos demasiado, nos hicimos mucho daño y logramos alejarnos. No vengo a discutir, no vengo a pedirte perdón, sólo he venido a decirte, que aunque las cosas no se arreglaron en su debido momento, yo creo que nunca es tarde. ¿Sabes?, esperé a que tú llamaras para poder platicar, pero tu llamada nunca llegó. El esperarte, el pensar en ti, borró mi apetito, se robó mis días de sol, y me fue venciendo poco a poco. Sin embargo guardé fe y dije: él llamará’, más nunca lo hiciste. No te culpo pero si te comprendo. Sé lo que sentiste anoche, sé lo que te pasó yo también lo sentí en ese momento, pero con mucho más dolor. Grité tu nombre mil veces, y grité mil veces ¡perdón!. Pero ¿sabes amor?, creo que nunca es tarde para perdonar, y si te pedí que vinieras al parque, fue para entregarte esto…

Ella le entregó en sus manos una cruz, la cual era símbolo del amor entre los dos.
-“Esta cruz es mi cuerpo, esta cruz es quien soy te amo y quiero que la conserves contigo por el resto de tu vida

Él se quedó sin palabras mientras gruesas lágrimas resbalaban por sus mejillas.

La gente lo miraba y lo señalaban. Alguien le preguntó:
-Joven ¿está usted bien?
Y él respondió.
-… ¿por qué?”
-Lo veo caminar y lo veo llorar… ¿le sucede algo?”
-Nada gracias, simplemente estoy conversando con ella
La persona que preguntó se retiró extrañada del lugar.

Él acompañó hasta su casa a su ex - novia, ella le pidió que por favor esperase afuera y él accedió – ella nunca lo hacía esperar en el patio -. Se quedó 10 minutos esperando y no regresaba. De pronto escuchó voces y vio salir de la casa a los amigos de ella, todos con caras tristes y ojos llorosos. Lo abrazaron y le dijeron:
.”¡Se nos fue se nos fue!"

Una extraña sensación recorrió todo su cuerpo y entró corriendo a la casa, entró en la recámara de su ex - novia donde se encontraba la mamá de ella abrazada al cadáver de la chica, el cual reflejaba en su rostro una profunda tristeza.

El joven con llanto y un nudo en la garganta le preguntó a la señora…
-“¿Qué sucedió dígame qué sucedió?”
-Dice el doctor que murió de tristeza, ella dejó de comer, de reír, no sabemos si el desamor la alejó de todo, no sabemos si el sentimiento de culpa la hizo infeliz ¡Te ha dejado esta carta!” – le dijo la mamá.

Él comenzó a leer…
-“¿Sabes amor? Yo también sentí lo mismo que tú el aire empieza a faltarme, intento gritar pero no puedo, luces blancas iluminan mi recámara me voy para siempre amor. Gracias por haber ido al lago, gracias por estar aquí. Aunque en vida no me pudiste perdonar, sé que ahora lo harás frente a mí
Él miró el cadáver y sólo dijo…
-“¡Perdóname tú a mí!”

Reflexión: Nunca es tarde

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