martes, 31 de marzo de 2009

DEPENDER DE DIOS


Un hombre agricultor de pocos recursos económicos marchaba de su isla natal en la costa occidental de Escocia, donde no había medios de comunicación por lo que, había visto pocas cosas.

En el barco le contaban acerca de las maravillas que vería en la isla de Mull. La isla de donde él venía llamada San Kilda, era muy poco fructífera y tenían que trabajar mucho para poder sacar fruto de la tierra.

Uno de los pasajeros, le preguntó al agricultor si había oído hablar de Dios alguna vez. El labriego, un tanto resentido de semejante pregunta, preguntó a su vez a ese compañero de viaje de dónde venía él.

El otro pasajero le respondió con mucho orgullo que él era de una tierra donde la naturaleza daba frutos abundantes y cuyas comodidades ofrecían a las gentes una vida maravillosa.
-“Ah, entonces me explico por qué se olvidan de Dios. Nosotros como tenemos que depender de Él jamás podemos olvidarlo

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