domingo, 21 de octubre de 2007

EL MANTEL


El nuevo sacerdote, recién asignado a su primer ministerio para reabrir una iglesia en los suburbios de Brooklyn, New York, llegó a comienzos de Octubre entusiasmado con su primera oportunidad.

Cuando vio las iglesia se encontró con que estaba en pésimas condiciones y requería de mucho trabajo de reparación. Se fijó la meta de tener todo listo a tiempo para oficiar su primer servicio en la Nochebuena.

Trabajó arduamente, reparando bancos, resanando las paredes, pintando, etc., y para el 18 de diciembre ya había casi concluido con los trabajos, adelantándose a la meta trazada.

El 19 de diciembre cayó una terrible tempestad que azotó el área por dos días completos.

El día 21 de diciembre el sacerdote fue a ver la iglesia. Su corazón se contrajo cuando vio que el agua se había filtrado a través del techo, causando que un área considerable del empastado, de unos 20 pies por 8 pies, cayera de la pared frontal del santuario, exactamente detrás del púlpito, dejando un hueco que empezaba como a la altura de la cabeza.

El sacerdote limpió el desastre del piso, y no sabiendo que más hacer sino posponer el servicio de Nochebuena, salió para su casa. En el camino notó que una tienda local estaba llevando a cabo una venta tipo mercado de pulgas, con fines caritativos, y decidió entrar.

Uno de los artículos era un hermoso mantel hecho a mano, color hueso, con un trabajo exquisito de aplicaciones, bellos colores y una cruz bordada en el centro.

Era justamente el tamaño adecuado para cubrir el hueco en la pared frontal. Lo compró y volvió atrás camino a la iglesia. Ya para entonces había terminado de nevar.

Una mujer mayor iba corriendo desde la dirección opuesta tratando de alcanzar el autobús, pero finalmente lo perdió. El sacerdote la invitó a esperar en la iglesia donde había calefacción, por el próximo autobús que tardaría 45 minutos más por llegar.

La señora se sentó en uno de los bancos sin prestar atención al pastor mientras éste buscaba una escalera, ganchos, etc., para colocar el mantel como tapiz en la pared. El sacerdote apenas podía creer lo hermoso que lucía y como cubría todo el área del problema.

Entonces el miró a la mujer que se acercaba a él, desde el pasillo del centro. Su cara estaba blanca como una hoja de papel.

- Padre, ¿dónde consiguió Ud. ese mantel?” – le dijo.

El padre le explicó. La mujer le pidió revisar la esquina inferior derecha para ver si las iniciales EGB aparecían bordadas allí.

Si estaban... Estas eran las iniciales de la mujer y ella había hecho ese mantel 35 años antes en Austria.

La mujer apenas podía creerlo cuando el pastor le contó como acababa de obtener el mantel. La mujer le explicó que antes de la guerra ella y su esposo tenían una posición holgada en Austria. Cuando los Nazis llegaron, la forzaron a irse. Su esposo debía seguirla la semana siguiente.

Ella fue capturada, enviada a prisión y nunca más volvió a ver a su esposo ni su casa. El pastor la llevo en su carro hasta su casa y ofreció regalarle el mantel, pero ella lo rechazó diciéndole que era lo menos que podía hacer. Se sentía muy agradecida pues vivía al otro lado de Staten Island y solamente estaba en Brooklyn ese día, por un trabajo de limpieza de casa.

¡Qué maravilloso fue el servicio de Nochebuena
! La iglesia estaba casi llena.

La música y el espíritu que reinaban eran increíbles. Al final del servicio, el sacerdote despidió a todos en la puerta y muchos expresaron que volverían. Un hombre mayor, que el pastor reconoció del vecindario, seguía sentado en uno de los bancos mirando hacia el frente, y el padre se preguntaba por qué no se iba.

El hombre le preguntó dónde había obtenido ese mantel que estaba en la pared de enfrente, porque era idéntico al que su esposa había hecho años atrás en Austria antes de la guerra y como podían haber dos manteles tan idénticos.

El le relató al padre como llegaron los Nazis y como él forzó a su esposa a irse, para la seguridad de ella, y como él estaba supuesto a seguirla, pero había sido arrestado y enviado a prisión. Nunca más volvió a ver a su esposa ni su hogar en todos aquellos 35 años.

El pastor le preguntó si le permitiría llevarlo con él a dar una vuelta.

Se dirigieron en el carro hacia Staten Island, hasta la misma casa donde el padre había llevado a la mujer tres días atrás. Él ayudó al hombre a subir los tres pisos de escaleras que conducían al apartamento de la mujer, tocó la puerta y...
presenció la más bella reunión de Navidad que pudo haber imaginado.
DIOS TRABAJA EN FORMA MISTERIOSA

Una historia real – ofrecida por el Padre Rob Reid.

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