Por: Miguel Ángel Cid | Fuente: La rana perdida
Lo que escribo a continuación es una carta. No es mía.
Es de un buen amigo sacerdote que la redactó hace ya unos años pensando en los
demás, y la envió a miles de personas. Me ha dejado publicarla en este libro.
Yo no añadiré nada más. Dice así:
“Estimada amiga, estimado amigo,
Quise escribirte porque no me ha sido posible encontrarte de otro modo, y
porque lo que te quiero comunicar no puede esperar más tiempo. Me preocupa tu
futuro. Trataré de ser breve. No quiero aburrirte. Me empuja la urgencia de informarte
sobre un nuevo “virus” que está contagiando a la sociedad, destrozando las
familias y dañando mentes y psicologías. Muchas personas han llegado a perderlo
todo: he aquí algunas de las experiencias que cuentan (todos son casos reales):
Francisco: ‘...a los 20 años empecé a tomar clases de Tai-Chi como ejercicios
de “relax“ mental. Poco a poco, he llegado a ver el mundo y a Dios de un modo
muy diverso. Dios ya dejó de existir para mí. Sólo existe la energía cósmica.
Todo es energía, y yo también soy energía.’ (Francisco se suicidó poco después
de escribir estas líneas. Esperaba reencarnarse en una vida mejor. Fue vilmente
engañado).
Mónica: ‘Me encontraba constantemente tensa y nerviosa. Buscaba algo, anhelaba
algo. Comencé a tomar algunas clases de “meditación” que me recomendó mi novio.
Gasté todo mi dinero en aparatos, cursos, seminarios, talismanes y cristales.
Ahora sé que fue un robo. Me costó demasiado caro el rato de distracción
pasajera que fraudulentamente me ofrecieron.’ (Mónica actualmente está casada y
dedica parte de su tiempo al trabajo de concienciar sobre los engaños del
fenómeno new age).
Eduardo: ‘Hace ya bastante tiempo que me intereso por la ecología. Me invitaron
a participar en unas reuniones “ecológicas”. Al inicio hablábamos de la
contaminación, del “efecto invernadero”, de los derechos de los animales. A
veces besábamos árboles y plantas como símbolo de respeto y adoración. Mientras
pasaba el tiempo me di cuenta de que ellos creían que la tierra realmente era
Dios.’ (Por medio de sus escritos Eduardo está luchando por delatar ese
neopaganismo camuflado de ecologismo).
Patricia: ‘Cuando murió mi esposo fui a Santa Fe (California) para consultar a
una persona que, según me aseguraron, podría ayudarme a superar este trauma.
Asistí a unas sesiones que ellos llaman “channeling”. Joan (así se llamaba) era
un “channeler” (médium) y me transmitía mensajes de otros mundos. Yo, por
supuesto cumplía puntualmente todas las indicaciones que me daban.’ (Joan, la
médium, fue arrestada por fraude. A Patricia le costó mucho convencerse de esta
estafa).
Te podría contar también el caso de José Manuel, que terminó en el mundo
tétrico del satanismo; de Gabriela, que abandonó a su esposo y dos hijos
pequeños a causa del new age; y otros muchos casos por el estilo. A lo mejor tú
conoces alguno más. Todos, como Francisco, Mónica, Eduardo y Patricia, tienen
en común la desgracia de haber sido envueltos en una especie de religión
extraña que cada vez está penetrando con mayor fuerza nuestra sociedad. Se
contagiaron de una “enfermedad” silenciosa, pero que extermina. ¿Síntomas?
Manipulación mental, condicionamiento psicológico, visión irreal del mundo,
vida en la mentira, ruptura con la familia, abandono de la fe católica.
Entregaron su dinero y bienes a unos estafadores.
Lo peligroso es que todo comienza del modo aparentemente más sano y positivo.
¿Quién no quiere hacer algo grande en la vida, encontrar la felicidad y la
serenidad? ¿Quién no se preocupa comprensiblemente por la paz del mundo y la
conservación de nuestro planeta tierra? Llevamos en el alma las preguntas:
¿Quién soy? ¿A dónde voy? ¿Qué es la vida? ¿Hay algo después de la muerte? Son
tan importantes que no podemos responderlas a la ligera. ¿Cómo es posible que
me deje engañar sobre el sentido de mi vida?
El new age te ofrece respuestas falsas, superficiales y altamente nocivas para
tu fe católica y tu psicología humana. La solución que te vende el new age es
irracional: yo soy todo, no voy a ninguna parte, tengo que unirme con el todo
del cosmos y para hacerlo puedo escoger cualquier medio que me guste: técnicas
de relajamiento, espiritismo, meditación de estilo oriental, experiencias de
unión con el cosmos, contacto con extraterrestres, curaciones, etc.
Estimada amiga, estimado amigo: no te dejes enredar. Tu fe católica es la única
que te puede dar respuestas verdaderas. Evita ser embaucado y adhiérete al
único que es capaz de hacerte verdaderamente feliz. Él no es un principio
cósmico ni un espíritu abstracto: es una Persona viva que vino a este mundo por
ti, vivió en este mundo por ti, fue flagelado y murió en una cruz por ti,
resucitó por ti y te acompaña siempre en tu lucha por serle fiel. Cristo y sólo
Cristo es tu respuesta.
Ya me he alargado mucho. Te he escrito con el corazón en la mano. Un amigo.
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