Cuídame, oh Santa Cruz. Aparta de mí toda arma cortante. Desvía de mí todo mal. Derrama en mí todo bien para que pueda salvar mi alma. Aleja de mí todo temor de la muerte y concédeme la vida eterna. Cuídame y haz que los espíritus malignos, tanto visibles como invisibles huyan ante mí.
Amén.
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