«Quien haga la voluntad de mi Padre ese es mi hermano y mi hermana y mi madre» (Mt 12, 50)
Desde
Dios, la familia ni es la única ni siquiera la más fundamental forma de agrupación
humana para el encuentro y el desarrollo del espíritu.
Cuando el anhelo de lo divino se comparte, ahí ha nacido una
autentica familia cristiana.
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