La vida vivida en familia es un caminar seguro para llegar a ser mejores y poder alcanzar el ser felices.
Por: Salvador Casadevall | Fuente: Catholic.net
La vida de familia es un vivir educándose. Hijos
que aprenden de sus padres y padres que aprenden de sus hijos.
Y en eso de vivir educándose aparece claramente la generosidad. Tan necesaria si lo que queremos es ser felices. No existe la felicidad sin la generosidad. Los que buscan la felicidad sin el ser generosos, nunca conocerán lo que es realmente ser feliz.
Es sin duda una de las virtudes que más plenifican la vida del hombre.
Cuando uno la vive intensamente, más satisfecho se encuentra con todos los
actos que realiza.
Hay dos grandes días en la vida de una persona:
el día que nace y el día que descubre para qué.
La generosidad es un acto desinteresado de la
voluntad por el cual una persona se esfuerza en dar algo de sí mismo con el fin
de cubrir la necesidad de otro buscando su bien.
La generosidad se enseña con el ejemplo, la constancia y la alegría, con el esfuerzo diario de hacer mejor lo de todos los días, con delicadeza y afecto.
Es una virtud que se vive y uno no sabe muy bien cuando la está enseñando.
La crisis actual de la familia es una crisis de
la familia burguesa, una familia cerrada en sí misma y que busca sobre todo el
bienestar de sus miembros y, en cambio, no percibe la grandeza de la misión que
Dios le encomienda. Por eso es la familia cristiana la gran solución a esa
crisis. Allí donde hay familia cristiana la familia goza de buena salud.
Y en ellas siempre impera la generosidad.
En cambio, donde las familias de cristianos
están lejos de vivir tal misión los problemas siempre crecen. (Juan José
Pérez-Soba)
Donde está tu tesoro, está tu corazón.
¡Corazones generosos es lo que necesita la humanidad!
La familia es el tesoro de la humanidad. Un
mundo diferente no puede ser construido por personas indiferentes.
Un Estado que no se compromete socialmente
con la defensa de la familia está complicando el ser de toda la comunidad.
Y si el Estado no lo hace las familias deberán ser doblemente generosas.
¿Soy generoso con mi tiempo?
En más de cincuenta años de pertenencia al
Movimiento Familiar Cristiano, aprendimos que si necesitas a alguien para
colaborar en una actividad pastoral, busca a los que ya están ocupados.
Los que nada hacen nunca tienen tiempo.
El hombre siempre encuentra tiempo para aquello
que ama.
Si alguien que dice no tener tiempo, conoce a una
chica y se enamora de ella, siempre encontrará tiempo para verla.
El no tengo tiempo es una excusa más de los no
generosos.
El ser generoso con el tiempo hace que haya
personas que tienen más horas en sus días y más días en sus meses. ¿Cómo lo
hacen? Siendo generosos.
El tiempo es, sin duda, el bien más preciado
para ser brindado.
Las cosas siempre son blancas o negras y cuando
decimos que no, es que estamos poniendo excusas para no ser generosos.
Decía Péguy: cristiano es el que da la mano. El
que no da la mano, ese no es un cristiano y poco importa lo que pueda hacer con
su mano libre.
Decía Don Quijote: Cuando viene el bien, métalo
en tu casa.
Si hay un lugar donde más se aprende el bien de
ser generoso, es en el hogar. Hagámosle caso a la sabiduría del hombre de la
Mancha, vivamos en nuestra casa el ser generosos, y habiendo aprendido el ser
generosos en nuestra familia, seremos también generosos a la hora de salir a la
calle.
Vive intensamente el presente: es el único que importa. Los que viven aferrados
al pasado ya murieron y los que viven soñando en el futuro, aún no nacieron.
(Felipe Cubillos)
Y en eso de vivir plenamente el hoy, vívelo
generosamente y verás cuan hermoso será tu futuro.
Virtud que sale del vivir valores en familia, virtud que no se pierde, virtud que perdura.
Lo aprendido familiarmente, uno lo practica de manera tan natural, está tan
metido en el ser de uno, que llega hacerlo sin darse cuenta.
Dice el refrán, “del
dicho al hecho, hay mucho trecho”. No es lo mismo entender el
concepto que ponerlo en práctica. De aquí, que se diga que los valores se
hayan perdido, lo cual no es exacto. Lo que sí ha pasado es que a la
gente se le ha olvidado usarlos, o lo que es peor, los ignora por resultarles
un estorbo en el desempeño de sus actividades cotidianas.
Porque todo el mundo sabe que es malo mentir, levantar falsos testimonios, robar, engañar, estafar, matar y lo que se pueda agregar a la lista y a pesar de ello, muchas personas lo hacen. Quiere decir que saben que existen los valores de la verdad, la honestidad, la justicia, la honradez y el amor, pero no les interesa aplicarlos.
Entonces, no es que se hayan perdido los valores, lo que pasa es que el relativismo nos ha invadido a tal grado, que cada quien hace lo que le parece bien y escoge lo que le acomoda.
Entonces nos encontramos con que muchas
actitudes y acciones, en el pasado antisociales, ahora se ven aceptadas y hasta
aplaudidas. Vamos perdiendo de vista lo que realmente importa gracias al
hedonismo y el individualismo (Mónica Muñoz)
Padres generosos, hogares generosos. Hijos
generosos, sociedad generosa.
Así de simple, así de sencillo de entender, pero
necesita del esfuerzo del hacer. Y cuando ese hacer es desde un amor
generoso que se entrega a más personas, no se divide, sino que se
multiplica.
Salvador Casadevall
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