En el siglo IV, la madre del emperador Constantino, Santa Elena, decidió viajar a Tierra Santa para buscar la Santa Cruz sobre la cual murió Cristo, y encontró mucho más que eso.
Según indica la tradición, los obreros que
acompañaron a la santa realizaron excavaciones en el monte Calvario, donde
encontraron la Santa Cruz y también otras reliquias relacionadas con Jesucristo.
LA SANTA CRUZ
Escritores antiguos como San Crisóstomo y San Ambrosio narraron que,
después de realizar muchas excavaciones, se encontraron tres
cruces.
Sin saber cuál era la de Jesús, trajeron hasta el Monte Calvario a una
mujer agonizante y al tocarla con dos de las cruces ella empeoró. Pero con la
tercera cruz, la enferma se recuperó instantáneamente.
El entonces Obispo de Jerusalén, Santa Elena, Santa Elena y
miles de fieles llevaron la cruz en procesión por las calles de la ciudad.
Un trozo del madero donde fue crucificado Jesús se conserva en la ciudad de
Caravaca de la Cruz, en Murcia (España) y otro fragmento de la Vera Cruz se
encuentra en la Catedral del Niño Jesús, en la ciudad de
Alepo (Siria).
Esta reliquia fue obsequiada por el fallecido Vicario Apostólico Emérito
de Alepo, Mons. Giuseppe Nazzaro. Durante todos los viernes de Cuaresma, los
fieles tienen la oportunidad de rezar el Vía Crucis con ella.
LA ESCALERA SANTA
Santa Elena también mandó a llevar a Roma la Escalera Santa del palacio
de Poncio Pilato, que estaba en Jerusalén. Dice la tradición que Jesús subió
por estos peldaños de mármol en Viernes Santo para ser juzgado y que derramó
allí gotas de sangre.
En la actualidad, la Escalera Santa se conserva frente de la Basílica de
San Juan de Letrán en Roma. En 1723 fue protegida con madera de nogal para
preservarla de los desgastes, ya que todos los días miles de peregrinos suben
por ella de rodillas.
En algunos peldaños se pueden apreciar a través de un cristal las gotas
de sangre que derramó Cristo.
En 1908 el Papa San Pío X concedió la indulgencia plenaria a todos los
que asciendan con devoción la escalera, luego de cumplir con las condiciones de
la Confesión, la Comunión y la oración por las intenciones del Santo Padre.
LOS CLAVOS DE JESÚS Y
EL “TITULUS CRUCIS”
Santa Elena también encontró los clavos que perforaron las manos y los
pies de Cristo. Se dice que la santa los utilizó para proteger a su hijo
Constantino en las batallas, al colocar un clavo en su caballo y otro en su
casco.
La santa también encontró el “Titulus
Crucis”, la tablilla colgada en la Cruz que dice: “Jesús Nazareno Rey de los Judíos". Este
último objeto fue llevado en el siglo VII a Roma por el Papa San Gregorio
Magno.
El “Titulus Crucis” y uno de los
clavos se pueden venerar en la Basílica de la Santa Cruz en Jerusalén. Se cree
que los otros clavos están en el altar mayor de la Catedral de Milán, en la
llamada Corona de Hierro que está en la Catedral de Monza (Italia) y otro en la
Catedral de Colle di Val d´Elsa en la región italiana de Toscana.
LA SANTA TÚNICA
En la Catedral de Tréveris se conserva una parte de la túnica que
utilizó Jesús antes de ser crucificado. El trozo de tela habría sido conseguida
por Santa Elena en Jerusalén y entregada al entonces Arzobispo de Tréveris
(Alemania), San Agricio.
LA CUNA DE JESÚS
De su viaje a Tierra Santa, la madre del emperador Constantino trajo
consigo un fragmento de la cuna donde, según la tradición, reposó el Niño
Jesús. Esta reliquia se encuentra en la Basílica Santa
María la Mayor en Roma.
RELIQUIAS DE LOS REYES
MAGOS
De acuerdo al sitio web de la Catedral de Colonia (Alemania), Santa
Elena encontró las reliquias de los Reyes Magos en la ciudad de Saba, ubicada
en la Península Arábiga, y las llevó hasta Constantinopla (hoy Estambul), que
en ese entonces era la capital del Imperio Romano.
Años más tarde las reliquias fueron obsequiadas a San Eustorgio, Obispo
de Milán (Italia), pero en el siglo XII el emperador Federico Barbarroja se las
llevó a la Catedral de
Colonia, donde permanecen hasta la fecha.
EL SANTO SEPULCRO
La iglesia del
Santo Sepulcro construida
por el emperador Constantino, fue levantada sobre la tumba donde, según la
tradición, fue enterrado Jesucristo. Este hallazgo también fue descubierto por
Santa Elena en el siglo IV.
POR MARÍA XIMENA
RONDÓN | ACI Prensa
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