El miedo de China a convertirse en «el país más
cristiano del mundo»
Se han alterado
las historias de «La vendedora de fósforos», «Robinson Crusoe», los cuentos de
Chéjov, Dumas, Hugo… Todo ello, obedeciendo a Xi Jinping, que quiere la
«sinización» de las religiones y el rechazo de los «valores occidentales».
(AsiaNews) – Palabras como «Dios», «Biblia» y «Cristo» han sido prohibidas de
un libro de texto para la escuela primaria. En un intento por reducir la
adhesión a las religiones (y en particular, al cristianismo) o someterlas a una
«sinización» forzada, se han censurado estas
palabras incluso en las obras literarias de autores extranjeros.
Al comenzar el año, la
Editorial para la Educación del Pueblo imprimió un libro escolar para quinto
grado de la escuela primaria que contiene cuatro relatos de autores extranjeros
y varios más de autores clásicos chinos.
Según el Ministerio de
Educación de China, el libro procura ofrecer a los estudiantes una comprensión
de las otras culturas. Sin embargo, lamentablemente, las historias son
alteradas para responder al imperativo del Partido en lo que respecta a
eliminar cualquier referencia religiosa.
En el cuento de «La Niña de los Fósforos» de Hans Christian
Andersen, llegado un momento, a la niña se le aparece, en una visión, su
difunta abuela, que le dice: «Cuando cae una
estrella, un alma se va con Dios». En la versión «sinizada», en cambio, la abuela le dice: «Cuando cae una estrella, una persona deja este mundo».
La obra «Robinson Crusoe» de Daniel Defoe, también ha
sufrido una censura: tras naufragar y llegar a una isla perdida, el aventurero
protagonista logra recuperar tres ejemplares de la Biblia del barco
despedazado. La nueva versión elimina la palabra «Biblia»
y dice que Crusoe pudo salvar «algunos
libros» de la nave destruida.
En el cuento «Vanka» de Anton Chéjov se ha eliminado una parte
en la que se narra la oración en una iglesia y se ha eliminado de todas partes
la palabra «Cristo».
La censura sobre los elementos
religiosos cristianos es algo generalizado incluso en los demás niveles
académicos. En las universidades hay profesores que condenan ante la censura
las obras clásicas que contienen palabras vinculadas con la religión y
confiscan los textos. A modo de ejemplo, podemos citar «El
Conde de Montecristo» de A. Dumas, «Resurrección»
de León Tolstoi, «Notre-Dame de París», de
Víctor Hugo, etc.
Todas estas operaciones
responden a las directivas lanzadas por el presidente Xi Jinping a partir del
2015, cuando afirmó que para existir en China, las religiones deben «sinizarse», esto es, ser asimiladas a la cultura
china y someterse al Partido Comunista. La «sinización»
se obtiene exaltando el patriotismo nacionalista y despreciando las
religiones «extranjeras», como el
cristianismo.
Los observadores sostienen que
la campaña contra el cristianismo se funda en el temor de China a convertirse
en el país «más cristiano del mundo» para el
año 2030, como prevén algunos sociólogos (Fenggang Yang). Al mismo tiempo, es
un modo de protegerse de ciertas ideas como la democracia, los derechos
humanos, la justicia y el estado de derecho.
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