SOCORRER A LA IGLESIA EN SUS
NECESIDADES
ÍNDICE:
21.1 RAZÓN DE ESTE PRECEPTO.
21.2 FORMA COMO SE CONCRETA ESTE PRECEPTO.
21.1 RAZÓN DE ESTE PRECEPTO
La
Iglesia, al ser Madre y preocuparse de las necesidades espirituales y
materiales de sus hijos, reclama de ellos oraciones, sacrificios y limosnas.
Con éstas
puede ayudar a los más necesitados: los poderes,
las misiones, los seminarios, etc.
Además,
la ayuda material que los cristianos tienen obligación de prestar a la Iglesia
sirve también para el digno sustento de los ministros y para atender al
esplendor del culto: edificios, vasos sagrados, ornamentos, etc.
Por las
razones expuestas, es lógico que la Iglesia pida a sus hijos algunas
contribuciones, e indica que: “los fieles tienen el
deber de ayudar a la Iglesia en sus necesidades, de modo que disponga de lo
necesario para el culto divino, las obras apostólicas y de caridad y el
conveniente sustento de los ministros” (CIC, c. 222 & 1).
La
obligación de ayudar económicamente a la Iglesia deriva del hecho de que ésta,
aunque es divina por razón de su origen y de su finalidad, se compone de
elementos humanos y tiene necesidad de recursos para cumplir su altísimo fin;
el mismo Cristo dijo a su discípulos: “el que
trabaja tiene derecho a la recompensa” (Lc. 10, 7), y San Pablo: Dios ha ordenado que los que predican el Evangelio, vivan
del Evangelio (I Cor. 9, 14).
21.2 FORMA COMO SE
CONCRETA ESTE PRECEPTO
En épocas
pasadas este deber se concretaba en la entrega de diezmos -la décima parte- o
las primicias -las primeras recolecciones- de los frutos de la tierra y de los
animales. Actualmente se ha dispuesto de manera distinta, variando las
indicaciones de región en región.
Así, para
el sostenimiento del culto y del clero en la Arquidiócesis de México, la
indicación se concreta en aportar el equivalente de un día de trabajo al año;
los que tienen ingresos iguales o menores que el salario mínimo, no están
obligados a hacer ninguna aportación.
Conviene
notar que este precepto no se cumple con la entrega de limosnas eventuales,
sino que ha de hacerse una aportación especial cuya finalidad sea el
cumplimiento de este precepto.
Ayudar a
la Iglesia obliga en conciencia y en justicia, porque de otra manera no puede
atender a los gastos que demanda la dignidad del culto debido a Dios. Esta
obligación urge sobre todo en los países en que el Estado no otorga
subvenciones a la Iglesia.
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