miércoles, 10 de octubre de 2018

VIVIR MI FE EN UN MUNDO CONTEMPORÁNEO


Por: Sofia Aguilar | Fuente: Catholic.net

Hoy en día la palabra contemporánea se utiliza como estandarte para describir lo actual, lo moderno y ecléctico, solo basta asistir a una exposición de arte contemporáneo para entenderlo. Es una palabra que se utiliza constantemente para provocar el engrandecimiento de una sociedad moderna, desarrollada y actual.

Si analizamos el significado del término contemporáneo, “es un adjetivo calificativo que se utiliza de manera genérica para referirse a aquello que pertenece a la misma época o momento”. El asunto no radica en el uso exacerbado de la palabra y el engrandecimiento de la misma, sino, en que amparados en dicho concepto se tache de retrograda o anticuado cualquier concepto moralista “fuera de moda”.

En la actualidad, lo que está de moda es tratar a las personas como objetos descartables, utilizarlos como mejor me convenga y desecharlos una vez que haya terminado, enfocarme solo en mi persona y vivir intensamente y de la forma que quiero sin que nadie pueda juzgarme, porque eso es “lo de hoy”, “lo actual”, “lo moderno” “lo CONTEMPORANEO”.

Como joven cristiano en este mundo moderno, sabemos que esos conceptos se contraponen directamente con los valores y principios de nuestra fe. De acuerdo al CIC (2012), “la  fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela”. Lo que quiero recalcar sobre esta definición es la relación que existe entre el hombre y Dios, el ejercicio del libre albedrío conferido al hombre a tener una relación con su divino creador.

No se trata de una imposición por parte de Dios, sino de una invitación, una propuesta. Una fe que invita a mirar a nuestros hermanos y las circunstancias con el corazón, pero no solo reducido a un sentimiento, sino a un corazón racional y afectivo, un entendimiento profundo de la existencia real y tangible de Dios. La forma en que nosotros sentimos la presencia viva de Dios es a través de las experiencias que vamos teniendo por obra y gracia de la Iglesia, esa Iglesia fundada por Cristo mismo, esa Iglesia a la que todos los bautizados pertenecemos.

La Iglesia es el cuerpo místico de nuestro Señor y nosotros sus miembros, cada individuo pertenece a ese cuerpo, a la fuente de vida, a la vid y de ahí salimos todos los sarmientos. Cada sarmiento tiene parte de Dios, Dios vive en él y el en Dios, eso es lo que debemos de comprender cuando tratamos de profesar nuestra fe en un mundo actual. La forma en que como jóvenes cristianos debemos vivir nuestra fe es a través de un encuentro vivo y actual con Dios y así podamos compartirla con nuestros hermanos. Si permanecemos pegados a la vid, podremos dar fruto de nuestra fe, siendo conscientes que Jesucristo está más vigente que nunca, que lo podemos encontrar en el rostro de cada persona que nos topamos, lo vemos en los detalles minúsculos y en los más grandes, lo topamos en la iglesia, en la tienda, en el cine, en el trabajo y en la universidad. Pero claramente, la versión más contemporánea de Jesús la podemos encontrar en la Sagrada eucaristía, acércate a la fuente más viva y contemporánea que existe hoy.

Vive tu fe renovada y actual en Jesús, permitiendo que vaya tocando cada vez más tu corazón para que puedas compartir tu fe con todos los que te rodean, viendo las cosas con los ojos de Dios, no con los tuyos, profundizando en los acontecimientos reales y dejar de quedarnos con lo más evidente.

No trivialices las cosas que Dios quiere que comprendas cuando solo te enfocas en el hecho, sin profundizar en el significado divino de cada situación de tu vida. Te invito a que reflexiones sobre ¿Cómo vives tu fe? ¿Te quejas constantemente de todo lo que te sucede? ¿Ves a Dios en tu hermano? ¿En tu enemigo? ¿Asistes frecuentemente a los sacramentos?
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Referencias:
Iglesia Católica. (2012). El apostolado. En 2ª ed., Catecismo de la Iglesia Católica (1262). Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana.

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