"Pedid y Dios
os dará, buscad y encontraréis, llamad a la puerta y se os abrirá. Porque
el que pide recibe, el que busca encuentra y al que llama se le abre.
¿Acaso alguno de
vosotros sería capaz de darle a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿O
de darle una culebra cuando le pide un pescado? Pues si vosotros, que sois
malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que
está en el cielo las dará a quienes se las pidan!"
Jesús nos dice que debemos pedir; pero hay que saber pedir. Tenemos internet inundado de oraciones "milagrosas", que, dicen, si las compartimos, tienen efecto seguro. Hasta el punto de que confundimos claramente oración con superstición. Corre un vídeo en el que alguien está dando gracias a Dios por el éxito de una operación y se aparece Jesús diciéndole que dé las gracias al médico, que Él no ha hecho nada. Son los dos extremos.
Jesús nos dice que debemos pedir; pero hay que saber pedir. Tenemos internet inundado de oraciones "milagrosas", que, dicen, si las compartimos, tienen efecto seguro. Hasta el punto de que confundimos claramente oración con superstición. Corre un vídeo en el que alguien está dando gracias a Dios por el éxito de una operación y se aparece Jesús diciéndole que dé las gracias al médico, que Él no ha hecho nada. Son los dos extremos.
La oración de petición es válida, porque nos ayuda, entre otras cosas, a verbalizar nuestros problemas, a tomar conciencia de ellos. El buen maestro, ante una petición de un alumno, no da la solución inmediatamente, sino que ayuda al alumno a que él la encuentre por sí mismo.
La oración de petición no realiza milagros; pero nos da fuerzas para luchar por aquello que deseamos. Dios nos da un empujoncito para que nos salgamos del atolladero, o nos tiende una mano para que encontremos la solución a nuestros problemas.
Enviat per Joan Josep
Tamburini
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