Mejor
corregir que juzgar o criticar
La práctica de la corrección fraterna –que tiene
entraña evangélica– es una prueba de sobrenatural cariño y de confianza.
Agradécela cuando la recibas, y no dejes de practicarla con quienes convives.
(Forja, 566)
Consejos de San Josemaría Escrivá de Balaguer:
Consejos de San Josemaría Escrivá de Balaguer:
Sed prudentes y obrad siempre con sencillez, virtud
tan propia del buen hijo de Dios. Mostraos naturales en vuestro lenguaje y en
vuestra actuación. Llegad al fondo de los problemas; no os quedéis en la
superficie. Mirad que hay que contar por anticipado con el disgusto ajeno y con
el propio, si deseamos de veras cumplir santamente y con hombría de bien
nuestras obligaciones de cristianos.
No os oculto que, cuando he de corregir o de
adoptar una decisión que causará pena, padezco antes, mientras y después: y no
soy un sentimental. Me consuela pensar que sólo las bestias no lloran: lloramos
los hombres, los hijos de Dios. Entiendo que en determinados momentos también
vosotros tendréis que pasarlo mal, si os esforzáis en llevar a cabo fielmente
vuestro deber. No me olvidéis que resulta más cómodo -pero es un descamino-
evitar a toda costa el sufrimiento, con la excusa de no disgustar al prójimo:
frecuentemente, en esa inhibición se esconde una vergonzosa huida del propio
dolor, ya que de ordinario no es agradable hacer una advertencia seria. Hijos
míos, acordaos de que el infierno está lleno de bocas cerradas.
(…) Para curar una herida, primero se limpia bien,
también alrededor, desde bastante distancia. De sobra sabe el cirujano que
duele; pero, si omite esa operación, más dolerá después. Además, se pone
enseguida el desinfectante: escuece -pica, decimos en mi tierra-, mortifica, y
no cabe otro remedio que usarlo, para que la llaga no se infecte.
Si para
la salud corporal es obvio que se han de adoptar estas medidas, aunque se trate
de escoriaciones de poca categoría, en las cosas grandes de la salud del alma
-en los puntos neurálgicos de la vida de un hombre-, ¡fijaos si habrá que
lavar, si habrá que sajar, si habrá que pulir, si habrá que desinfectar, si
habrá que sufrir! La prudencia nos exige intervenir de este modo y no rehuir el
deber, porque soslayarlo demostraría una falta de consideración, e incluso un
atentado grave contra la justicia y contra la fortaleza. (Amigos de Dios,
nn. 160-161)
Juan
García Inza
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