Cualquier creyente…, aunque no lo sea mucho y también bastantes no creyentes, saben
perfectamente lo que por antonomasia significa el vocablo Anunciación. Según
San Lucas, la Anunciación tuvo lugar en Nazaret. La
Virgen ya estaba desposada, según San Lucas, cuando fue la hora de la
anunciación. Este gran acontecimiento se celebra el 25 de marzo. Según el
apócrifo protoevangelio de Jacobo, la Anunciación debió tener lugar junto a la
fuente. Actualmente la fuente está en posesión de los Greco-ortodoxos, que
aseguran que la Anunciación tuvo lugar allí, pero no parece lo más apropiado
que la intimidad de esta encuentro entre La Virgen y el arcángel San Gabriel
tuviese lugar en un sitio público muy frecuentado, como lo eran todas las
fuentes públicas en todos los pueblos, a donde iban generalmente las mujeres
para recoger agua. Todo indica pensar que el encuentro tuvo lugar en secreto,
no en un sitio público y lo más lógico es pensar que tuvo lugar en la casa de
la Virgen.
San Lucas nos refiere el encuentro diciéndonos: "26 En
el mes sexto fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de
Galilea llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un varón de nombre José,
de la casa de David; el nombre de la virgen era María. 28 Y presentándose a
ella, le dijo: salve, llena de gracia, el Señor es contigo. 29 Ella se turbó al
oír estas palabras, y discurría, qué podría significar aquella salutación. 30
El ángel le dijo: No Temas María porque has hallado gracia delante de Dios, 31
y concebirás en seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.
32 El será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono
de David, su padre, 33 y reinará en la casa de Jacob por los siglos, y su reino
no tendrá fin. 34 Dijo María al ángel: ¿Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco
varón? 35 El ángel le contestó y dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la
virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, y por esto el hijo engendrado
será santo, será llamado Hijo de Dios. 36 E Isabel tu parienta, también ha
concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el mes sexto de la que era estéril,
37 porque nada hay imposible para Dios. 38 Dijo María: He aquí a la sierva del
Señor; hágase en mí según tu palabra. Y se fue de ella el ángel”. (Lc 1,26-38).
Cuando Dios misericordioso, decide –y esta es una forma de hablar, pues
para Dios no existe el concepto tiempo– redimirnos de nuestra situación de
esclavitud y entrega a las garras, más que manos de satanás, decide enviarnos
un Salvador, y nada más ni nada menos, que nos envía a su amado Hijo. Por dos
veces Dios Padre nos habla del amor a su Hijo. Una en el Jordán donde nos dice:
“Este es mi hijo
amado, en quien tengo mis complacencias" (Mt. 3, 17/), la otra en el Monte Tabor, donde vuelve a repetir
las mismas palabras: “Este
es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia; escuchadle” (Mt.
17, 5/). San Juan en su evangelio nos dice: “Tanto amó Dios al mundo que dió a su Hijo
único" (Jn 3, 16/). Y más adelante nos aclara: “... pues Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para que juzgue al mundo,
sino para que el mundo sea salvo por El”. (Jn 3, 17/).
Pero al enviar al mundo a su Hijo, quiso que a la divinidad de su hijo
le fuera añadida nuestra humanidad, y para ello encontró la más bella de las
soluciones: la maternidad de Nuestra Señora. Es así como tiene origen el
misterio de la Anunciación. Dios Padre, con ese profundo respeto que tiene con
el libre albedrío de los seres humanos por Él creados, quiso tener el “Fiat”, de una doncella de Nazaret, a la que previamente había
creado preservándola de la mancha, que a los demás se nos limpia con el
bautismo. La Anunciación, es la primera piedra, de todo el edifico de nuestra
salvación, sin Anunciación, nunca habríamos sido redimidos. Porque el misterio
de la Anunciación, es la llave que abre la puerta de nuestra Redención.
Aquel “Fiat” de nuestra Madre María, fue la
llave que nos abrió las puertas del cielo a todos nosotros. No confundamos el
segundo misterio subsiguiente al de la Anunciación, que es el de la Encarnación,
entre ambos media cronológicamente el “Fiat”, de nuestra
Madre celestial, pues sin este consentimiento suyo naturalmente, ni habría
habido Encarnación ni Redención algia del género humano.
El Catecismo de la Iglesia católica, en su parágrafo 484, nos dice que: "La anunciación a María inaugura la plenitud de
"los tiempos" (Gal 4,4), es decir, el cumplimiento de las promesas y
de los preparativos. María es invitada a concebir a aquel en quien habita
"corporalmente la plenitud de la divinidad" (Col 2,9). La respuesta
divina a su "¿cómo será esto, puesto que no conozco varón?" (Lc 1,34)
se dio mediante el poder del Espíritu: "El Espíritu Santo vendrá sobre
ti" (Lc 1,35)”. Hay una similitud y también una diferencia, entre
la aparición angélica que recibió Zacarías el padre de San Juan Bautista y la
Anunciación a María Nuestra Señora. Zacarías era sacerdote, estaba caso con
Santa Isabel la prima mayor de la Virgen María y el día que le tocaba su turno
estando solo en el “Santo Santorum” del templo se la apareció también el
arcángel San Gabriel y le dijo que Isabel tu mujer tendría un hijo y que este
sería grande, le pondrás por nombre Juan y tu hijo será grande ante el Señor.
Pero a diferencia de María que no dudo, Zacarías dudo, y le dijo al arcángel
San Gabriel: “18....:
¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad
avanzada. 19 El Angel le respondió: Yo soy Gabriel, el que está delante de
Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena noticia.20 Te
quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por no
haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo”. (Lc 1,18-20).
Siguiendo con la Anunciación, el parágrafo 485 de nuestro Catecismo nos
dice, que: “La misión del Espíritu Santo está siempre unida y
ordenada a la del Hijo (cf. Jn 16, 14-15). El Espíritu Santo fue enviado
para santificar el seno de la Virgen María y fecundarla por obra divina, él que
es "el Señor que da la vida", haciendo que ella conciba al Hijo
eterno del Padre en una humanidad tomada de la suya”. Y el
parágrafo siguiente el 486, nos dice, que: “El Hijo único del Padre, al ser concebido como
hombre en el seno de la Virgen María es "Cristo", es decir, el ungido
por el Espíritu Santo (cf. Mt 1, 20; Lc 1, 35), desde el
principio de su existencia humana, aunque su manifestación no tuviera lugar
sino progresivamente: a los pastores (cf. Lc 2,8-20), a los magos (cf. Mt
2, 1-12), a Juan Bautista (cf. Jn 1, 31-34), a los discípulos (cf. Jn
2, 11). Por tanto, toda la vida de Jesucristo manifestará "cómo Dios le
ungió con el Espíritu Santo y con poder" (Hch 10, 38)”.
Y la Anunciación se cumplió, y nació de la Virgen María, Cristo su Hijo. Terminando
con estos parágrafos de nuestro Catecismo 487, nos dice que: “Lo que la fe católica cree acerca de María se funda en
lo que cree acerca de Cristo, pero lo que enseña sobre María ilumina a su vez
la fe en Cristo”.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de
que Dios te bendiga.
Juan
del Carmelo
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