Le comentaban al Anacoreta, que en las iglesias no
se veían demasiados jóvenes. El anciano, con voz suave, respondió:
- Hemos confundido la "fe de hijos" con
la religión heredada. Sin embargo, la verdadera fe de hijos es una respuesta
libre al soplo del Espíritu.
Hizo una pausa y prosiguió:
- No hemos de tener miedo a que la sociedad pase
una época sin Dios. Quizá así se nos podrá dar tal cual es, limpio de todas las
adherencias que lo han ido desfigurando a lo largo de los siglos.
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