domingo, 19 de octubre de 2014

¿SUPO COLÓN EN ALGÚN MOMENTO QUE HABÍA DESCUBIERTO AMÉRICA?


La última vez que Cristóbal Colón pisa suelo americano tiene lugar el día 11 de septiembre de 1504 llegando a España el 7 de noviembre. Su muerte se va a producir el 20 de mayo de 1506, ni siquiera dos años después. Tanto un evento como el otro se producen entre los dos grandes mapas de América, el de Juan de la Cosa de 1500 y el de Hans Waldsemüller de 1507, el primero indeterminado por lo que a la cuestión que hoy nos ocupa, la diferenciación entre Asia y América, el segundo muy claro, pues aunque aún no se había descubierto el Pacífico, pinta el Nuevo Mundo, de un tamaño muy reducido, pero rodeado de agua, es decir con el Pacífico a su oeste.

Dicho todo lo cual cabe realizarse la pregunta: “¿y Colón? ¿llega a saber Colón que las tierras que ha descubierto no forman parte de Asia y constituyen en sí un nuevo continente?”

Una cosa está clara: si Colón llega a saber que el Nuevo Mundo no es Asia, es algo que descubre al volver de su cuarto viaje, pues hallándose en él, en el memorial que escribe desde Jamaica el 7 de julio de 1503, sí hace estas alusiones clarísimas de las que no cabe sino concluir que se halla en la certeza de hallarse en las Indias:

“También dicen que la mar boxa a Ciguare, y de allí a diez jornadas es el río de Gangues”.

“Llegué a 13 de mayo en la provincia de Mago [el Mango de Marco Polo], que parte con aquella de Catayo [Catay, la China de Marco Polo], y de allí partí para la Española”.

“Dicen que en la tierra adentro hacia el Catayo [China] las ay [sábanas grandes de algodón] texidas de oro”.

“Los señores de aquellas tierras de la comarca de Beragna cuando mueren entierran el oro que tienen con el cuerpo; assí lo dicen. A Salomón llevaron de un camino 666 quintales de oro, allende lo que llevaron los mercaderes y marineros de allende lo que se pagó en Aravia. D’este oro fiço doçientas lanças y treçientos escudos y fizo el tabaldo que avía de estar arriba, pellas de oro y vasos muchos y muy grandes y ricos de piedras preciosas. Josepho en su crónica De Antiquitatibus lo escribe. En el Paralipomenon y en el Libro de los Reyes se cuenta d’esto. Josepho quiere que este oro se oviese en la Aurea. Si assi fuese, digo que aquellas minas de la Aurea son unas y se contienen con estas de Beragna que cmo ya dije arriba, se alargan al poniente veinte jornadas”.

Ahora bien, y en el año y medio que pasa hasta que el 7 de noviembre de 1504 llega a España de su cuarto viaje y el 20 de mayo de 1506 se muere, ¿llega a adquirir Colón conciencia de haber alcanzado un continente desconocido?

El último documento relativo a Colón y por él firmado, justo un día antes de producirse su muerte, su testamento, contiene la siguiente alusión:

“El Rey é la Reina nuestros Señores, cuando yo les serví con las Indias; digo serví­, que parece que yo por la voluntad de Dios nuestro Señor se las di, como cosa que era mía, puédolo decir, porque importuné á SS. AA. por ellas, las cuales eran ignotas é abscondido el camino á cuantos se fabló dellas, é para las ir á descubrir allende de poner el aviso y mi persona […]”.

Un documento del que apenas cabe concluir la clara identificación existente entre lo descubierto, a lo que no en balde sigue llamando las Indias, y el continente asiático, aunque en esta ocasión añada el Almirante una enigmática mención de “las ir a descubrir”, de la que podría inferirse su confianza en haber descubierto algo que no se conocía.

Una cosa es cierta. Con motivo de las Cortes de Toro celebradas en 1504 para determinar cuánto había de proveerse con motivo de la recién acontecida muerte de la Reina Católica, se convoca en la misma ciudad zamorana una junta a la que amén del hombre fuerte del momento, el Cardenal Rodríguez de Fonseca, acuden los que se consideran los mejores conocedores del territorio, Vicente Yáñez Pinzón (pinche aquí para conocer mejor a este personaje tan crucial como desconocido de la historia de España) y Americo Vespuccio, enigmático navegante al que un día habremos de permitir una entradita en esta columna. Una reunión en la cumbre a la que también está invitado el Almirante, quien, sin embargo, excusa su participación por motivos de salud nada mentirosos, apenas un año después entrega la vida. Una junta de la que resultará la decisión -finalmente no llevada a cabo a causa de la muerte del rey Felipe I (el Hermoso)- de buscar el paso que permita superar las tierras descubiertas para continuar travesía hacia las tierras asiáticas de las especias, lo que indica que para entonces, son muchos ya los que se encuentran en la certeza de que las tierras descubiertas forman parte de un continente nuevo que se interpone al occidente de Europa en la travesía a Asia.

¿Se puede creer que semejante conocimiento fuera ajeno al acervo cultural de quien había sido alma mater del fabuloso descubrimiento? Lo normal sería sostener que no, pero los errores geográficos que el Almirante de la mar océana había profesado en todo momento, a alguno de los cuales debe, de hecho, la fe que en todo momento demuestra en su empresa, permiten sostener que sí, que murió en la convicción de haber llegado a las Indias y en la ignorancia de haber descubierto América. Cabe sospechar que de haber acudido a la Junta de Toro el propio Colón se habría convertido al partido de los “novomundistas” y que, no habiéndolo hecho, muy posiblemente murió en el de los “veteromundistas”. Aunque si tengo que decirles mi impresión, ésta se dirige en el sentido de que Colón, efectivamente, moriría, aunque solo sea, en la sospecha de que lo descubierto no era Asia sino un nuevo mundo, algo que, curiosamente e incapaz de prevenir que aquello sería lo que verdaderamente había de proporcionarle un asiento entre los personajes más grandes de la historia, el haría de menos, concibiéndolo como un fracaso del proyecto que en todo momento había presentado y defendido, el de alcanzar las Indias navegando hacia occidente, algo para lo que incluso, había esforzadamente propuesto y vehemente sostenido, como tuvimos ocasión de ver en su día unas dimensiones falseadas de la tierra (pinche aquí si le interesa el tema).

Y sin más por hoy, me despido deseándoles como cada día que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.

Luis Antequera

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