PRESENTACION
‘Pero Cuando veáis la abominación de la desolación erigida no debe (el
que lea, que entienda), entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes;
en que esté en el terrado, no baje ni entre a recoger algo en su casa, y el que
esté por el campo, no regrese en busca de su manto’ (Marcos 13:14-15)
Esta expresión bíblica, la cual consta también en Mateo 24:15-17, fue
dada por Nuestro Señor Jesús a sus discípulos como señal para su huída de
Judea, en el tiempo de la inminente ruina de Jerusalén: ‘Cuando veáis a
Jerusalén cercada por los ejércitos, sabed entonces que se acerca la
desolación’ (Lucas 21:20).
LAS INTERPRETACIONES
En sí misma la interpretación es algo oscura y, para mostrar su
significado, los intérpretes han recurrido al original hebreo del libro de
Daniel, ya que este profeta habló claramente sobre ello, aunque los estudiosos
bíblicos todavía discrepan acerca del significado preciso de esta expresión.
Aunque algunos difieren en cuanto al sentido preciso de la frase hebrea ‘shíqquc
shomen’, que traducida significa ‘la abominación de la desolación’,
los eruditos cristianos están de acuerdo en cuanto a su significado y admiten
que dicha expresión hebrea debe entenderse como un emblema idolátrico, cuya
confirmación traería consigo la ruina del Templo de Jerusalén, por lo que
proceden a situar el evento histórico entre la predicación de Jesús y la ruina
del Templo, ocurrida en el año 70 d.C.
Pero otros estudiosos creen que la introducción de los estandartes
romanos en Tierra Santa es el evento predicho por el Señor. Los estandartes
eran objeto de veneración por los soldados romanos, pero también aborrecidos por
el pueblo judío, quienes sostenían que dichos estandartes no eran otra cosa más
que un emblema de la idolatría romana. Sin embargo es dudosa la afirmación de
que dichos estandartes eran la abominación de la desolación, puesto que éstos
fueron introducidos en el Templo de Jerusalén durante el dominio del emperador
Tito, o sea, entre el 67 d.C. y el 70 d.C., demasiado tarde para que sirvieran
de aviso a los cristianos de Judea.
Pero también hay quien interpreta que la abominación de la desolación se
refiere al culto idolátrico, lo cual tiene una mayor razón de ser. En el año 40
d.C. el emperador Cayo Calígula emitió un decreto ordenando la inmediata
erección y culto de su estatua en el Templo de Jerusalén, designando al
gobernador de Siria, Petronio, como el ejecutor de dicha orden, aún a costa de
que provocara una guerra contra los judíos, quienes hicieron la afirmación ante
Petronio de que preferían la muerte antes de ser testigos de la profanación
idolátrica en su sagrado Templo.
En vista de ello, Petronio le sugirió a Calígula que revocara su orden.
Agripa I, nieto de Herodes el Grande y rey de los judíos, quien en aquella
época residía en Roma, convenció al emperador Calígula para que suspendiera su
decreto. Calígula aceptó, pero pronto se arrepintió de su concesión y, de no
haber sido por su temprana e intempestiva muerte, con seguridad hubiese erigido
su estatua en el Templo de Jerusalén.
En vista de los hechos, muchos estudiosos bíblicos afirman que los
cristianos primitivos pudieron haber considerado la erección de la estatua de
Calígula en el Templo como el acto de abominación idolátrica que, de acuerdo a
la profecía de Daniel, presagiaba la ruina de la Casa de Dios y, por lo tanto,
veían en ella el signo real dado por Cristo para la huida de Judea.
La frase ‘abominación de la desolación’ no sólo está en los textos
bíblicos cristianos, sino que en la lectura rabínica se considera que dicha
expresión se refiere a la profanación del Segundo Templo por la erección de una
estatua al dios pagano Zeus por parte de Antíoco I Epífanes, aunque algunos
rabinos ven en ella una alusión a Manasés, rey de Judá entre el 697 a.C. y el
642 a.C., de quien también se levantó una estatua en el Templo de Jerusalén.
No obstante, algunos intérpretes con una perspectiva futurista creen que
la profecía de Jesús se relaciona con la llegada del Anticristo, a quien
denominan ‘el hombre de la anarquía’.
CONCLUSION
A pesar de todas las mencionadas teorías debemos
estar permanentemente alertas a cualquier situación, tanto personal como
colectiva, que nos pueda hacer pensar en la abominación de la desolación y en
su negativa repercusión en el mundo, tal como puede llegar a ser el surgimiento
de fuerzas militares producto del fanatismo religioso como es el caso, por
ejemplo, de los yihadistas o el Estado Islámico.
Agustín
Fabra








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