domingo, 19 de octubre de 2014

EL PODER Y LA GRATUIDAD


 
"Después de esto, los fariseos se pusieron de acuerdo para sorprender a Jesús en alguna palabra y acusarle. Así que enviaron a algunos de los partidarios de ellos, junto con otros del partido de Herodes, a decirle:

– Maestro, sabemos que tú siempre dices la verdad, que enseñas de veras a vivir como Dios manda y que no te dejas llevar por lo que dice la gente, porque no juzgas a los hombres por su apariencia. Danos, pues, tu opinión: ¿estamos nosotros obligados a pagar impuestos al césar, o no?

Jesús, dándose cuenta de la mala intención que llevaban, les dijo:

– Hipócritas, ¿por qué me tendéis trampas? Enseñadme la moneda con que se paga el impuesto.

Le trajeron un denario, y Jesús les preguntó:

– ¿De quién es esta imagen y el nombre aquí escrito?

Le contestaron:

– Del césar.

Jesús les dijo entonces:

– Pues dad al césar lo que es del césar, y a Dios lo que es de Dios."

A Jesús le hacen una pregunta trampa. Le ponen en la disyuntiva de escoger entre el pueblo y el poder. Le obligan a posicionarse en contra o a favor del invasor, el dominador. Jesús responde hablando de Dios. Una respuesta, que nosotros, a veces, hemos interpretado muy cómodamente diciendo que política y religión no deben mezclarse. Y no es eso lo que nos dice Jesús. Primero les hace que le muestren una moneda; señal de que Él no llevaba ninguna en su bolsillo. Primera lección. ¿Lleva su imagen, la imagen del poder? Pues ya que es suya se la dais. Pero, y esta es la lección importante, no olvidéis de dar a Dios lo que es de Dios. Y lo de Dios no son las iglesias, las oraciones, los ritos, los sacerdotes... De Dios es la Vida. Es nuestro trabajo, es nuestra familia, son nuestras diversiones... Pero, sobre todo, son los sin techo, los sin papeles, los sin trabajo, los sin comida...Lo que Jesús nos está pidiendo es que no debemos olvidar al prójimo y que es a través de él, que podremos llegar a Dios. Lo que hemos de entregar a Dios es todo lo que es gratuito, todo aquello que va acompañado de nuestro amor.

Y he de luchar, para que la moneda que entrego al poder, no se quede en el poder y revierta en los hombres. Por eso política y religión no deben ir separados. No para buscar privilegios para la religión, sino para luchar por los pobres. Hemos de acabar con la figura del político que se declara cristiano, que va a misa y luego en la política es un corrupto y roba el dinero del pueblo. Hemos de acabar con la figura del eclesiástico que sólo busca privilegios ante el poder, que sólo se opone a leyes a favor del aborto y se olvida de luchar contra las leyes que extorsionan al pobre, que desahucian a las familias, que tratan como seres de tercera categoría a los inmigrantes. Porque luchar contra eso es dar a Dios lo que es de Dios. Es la disyuntiva entre poder y gratuidad.

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