Una De las esperanzas del
progresismo eclesial era que el papa Francisco desacreditara a las nuevas
espiritualidades en la Iglesia. Han dado en hueso. Se comprende fácilmente. Los
nuevos amigos aplauden al Papa Francisco por unos cuantos titulares de periódico.
Pero como los Papas tienen que coincidir con ellos, pronto llegan las
desavenencias.
1) Ignorando o silenciando lo que
no les interesa o les duele.
2) Criticando abiertamente lasa
directrices que contradicen sus tesis.
¿Cuá es la fuerza de las nuevas espiritualidades en la Iglesia? Su
fidelidad al Magisterio. Forma parte importante de su fidelidad suprema a
Jesucristo. Esta ha sido su salvación y lo seguirá siendo mientras mantengan
este criterio.
El caso más emblemático han sido los Legionarios de Cristo. Han resuelto
una de las crisis más profundas que puede padecer una organización religiosa
por fidelidad a la Iglesia.
La espiritualidad del Opus Dei es uno de los acontecimientos más
importantes del último siglo en la Iglesia. ¿Qué pensaba el Papa Francisco
sobre él? Nos lo manifiesta la carta que ha dirigido a Don Javier Echevarría,
su actual Prelado, con motivo de la beatificación de Don Álvaro del Portillo.
Los aspectos que el Papa señala en el nuevo beato, nos harán bien.
Pertenecen fundamentalmente a nuestro vivir cristiano.
El Papa se une a su alegría. “También yo deseo unirme a vuestra
alegría y dar gracias a Dios que embellece el rostro de la Iglesia con la
santidad de sus hijos”.
La beatificación se realiza en Madrid. “Allí tuvo lugar, sobre todo,
el acontecimiento que selló definitivamente el rumbo de su vida: el encuentro
con San José María Escrivá, de quien aprendió a enamorarse más de Cristo. Sí,
enamorarse de Cristo. Este es el camino de santidad que ha de recorrer todo
cristiano: dejarse amar por el Señor, abrir el corazón a su amor y permitir que
sea él el que guíe nuestra vida”.
A continuación recuerda el Papa la jaculatoria predilecta de don Álvaro:
<<¡Gracias, Perdón, Ayúdame
más!>>. Hace, a continuación, un breve comentario. Nos puede
ayudar.
Gracias.- “Es la reacción inmediata y espontánea que siente
el alma frente a la bondad de Dios. No puede ser de otra manera. Él siempre nos
precede. Por mucho que nos esforcemos, su amor llega antes, nos toca y nos
acaricia primero, nos primerea. Álvaro del Potillo era consciente de los mucos
dones que Dios le había concedido, y daba gracias a Dios por es manifestación
de amor paterno. Pero no se quedó ahí; el reconocimiento del amor del Señor
despertó en su corazón deseos de seguirlo con mayor entrega y generosidad, y
vivir una vida de humilde servicio a los demás. Especialmente destacado era su
amor a la Iglesia, esposa de Cristo, a la que sirvió con un corazón despojado
de interés mundano, lejos de la discordia, acogedor con todos y buscando
siempre lo positivo en los demás, en lo que une, lo que construye. Nunca una
queja, una crítica, ni en momentos especialmente difíciles, sino que como había
aprendido de san Josemaría, respondía siempre con la oración, el perdón, la
comprensión, la caridad sincera”.
Perdón.- “A menudo confesaba que se veía delante de Dios con
las manos vacías, incapaz de responder a tanta generosidad. Pero la confesión
de la pobreza humana no es fruto de la desesperanza, sino de confiado abandono
en Dios que es Padre. U abrirse a su misericordia, a su amor capaz de regenerar
nuestra vida. Un amor que no humilla, ni hunde en el abismo de la culpa, sino
que nos abraza, nos levanta de nuestra postración y nos hace caminar con más determinación
y alegría. El siervo de Dios, Álvaro, sabía la necesidad que tenemos de la
misericordia divina y dedicó muchas energías personales para animar a las
personas que trataba a acercarse al sacramento de la confesión, sacramento de
la alegría. Qué importante es sentir la ternura de Dios y descubrir que aún hay
tiempo para amar”.
Ayúdame más.- “Sí, el Señor no nos abandona nunca, siempre está a
nuestro lado, camina con nosotros y cada día espera de nosotros un nuevo amor.
Su gracia nonos faltará, y con su ayuda podemos llevar su nombre a todo el
mundo. En el corazón del nuevo beato latía el afán de llevar la Buena Nueva a
todos los corazones… Quien está metido en Dios, sabe estar muy cerca de los
hombres. La primera condición para anunciarlos a Cristo es a marlos, por que
Cristo ya los ama antes. Hay que salir de nuestros egoísmos y comodidades e ir
al encuentro de nuestros hermanos… Allí nos espera el Señor. No podemos
quedarnos con la fe para nosotros mismos, es un don que hemos de recibirlo para
donarlo y compartirlo con los demás”.
Termina
el Papa rogando a los fieles de Prelatura que rueguen pñor él y con el mensaje
claro nos envía Don Álvaro: “Nos anima a no tener miedo de ir
contracorriente y de sufrir por anunciar el Evangelio. Nos enseña, además, que
en la sencillez y cotidianidad de nuestra vida podemos encontrar un camino
seguro de santidad”.
Julio
Sáinz Torres
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