Noticia digital (15-X-2014)
Debemos saber que toda pareja pasa siempre por momentos de tensión, de
malos entendidos, e incluso, de cambios de estado de ánimo por la misma presión
actual de la vida moderna.
Pero cuando una pareja toca con frecuencia el tema de la separación o
las tensiones y desacuerdos son permanentes y cada vez más difíciles de
manejar, es necesario acudir a ayuda profesional. Si además esta ayuda se busca
a tiempo, se podrán trabajar las dificultades inmediatas sin esperar hasta que
los conflictos alancen dimensiones casi inmanejables.
Buscar ayuda profesional es un síntoma de madurez en la pareja pues
significa que son conscientes que no siempre se pueden resolver las propia
crisis y que una persona preparada para hacerlo, y desde fuera de la pareja,
puede ver mejor y de manera objetiva el origen del conflicto. Para que este
recurso dé el fruto esperado es importante tener en cuenta lo siguiente:
¿A QUIÉN RECURRIR POR AYUDA
PROFESIONAL?
- Comienza por hablar con tu guía espiritual, el párroco o la persona
encargada de la pastoral familiar de tu parroquia. Ellos de pronto pueden
inicialmente saber si un Retiro de parejas, un Encuentro Matrimonial o
algún programa de talleres de familia que ofrezca la diócesis les puede ayudar.
- Si realmente necesitan de un profesional, busquen los centros
universitarios o Centros de Orientación Familiar (COF) que ofrezcan asesoría o
asistencia psicológica a parejas. Entre los psicólogos hay además algunos que
se especializan en terapia a parejas.
- En muchos casos se comienza primero por una terapia individual, donde
cada uno pueda expresar lo que siente y sanear sus propios conflictos para
luego poder trabajar como pareja.
¿CUÁL ES LA MEJOR ACTITUD PARA
UNA TERAPIA DE PAREJA?
- Lo ideal es no llegar a la terapia con la idea de la separación sino
abiertos a buscar siempre una oportunidad para mejorar la relación.
- Es de esperar igualmente que puedan asistir las dos personas. Pero a
veces uno de los miembros de la pareja no está seguro que sea lo mejor o, peor
aún, no lo considera necesario. Otras personas rehúsan la terapia porque no
tienen claro el papel del psicólogo o terapeuta o porque hay muchos temores por
verse confrontado en muchas cosas de las cuales se siente responsable.
- Si a pesar de intentarlo por todos los medios, una de las personas se
niega a asistir, aquélla que sí está convencida de la importancia de hacer
terapia debe hacerlo, pues si uno de los dos logra trabajar sus problemas, eso
puede ser ya una primera forma de lograr ayuda para el otro. De hecho, cuando
uno de los dos se permite ver las cosas desde otro ángulo, transmite al otro un
mensaje positivo que no sólo ayudará a la relación sino que puede terminar
influyendo en la actitud del otro y motivándolo a que también busque ayuda.
- Si la separación es ya inminente, la terapia puede ayudarlos a
elaborar el duelo o la separación de la manera menos traumática posible, sobre
todo si hay niños de por medio.
¿CUÁNDO ES NECESARIO CONSULTAR?
- Cuando los celos empiezan a ser insoportables e inmanejables y se
convierten en un motivo constante de peleas.
- Cuando hay infidelidad. Tal vez es una de las razones en que es
urgente y necesario consultar por todo el daño que esto genera y las
implicaciones emocionales que conlleva para la persona herida.
- Cuando las relaciones con otros, como la familia política, los hijos,
amigos, están interfiriendo de una manera inadecuada en la relación de pareja.
- Cuando los problemas económicos se convierten en una fuente permanente
de conflictos e incomprensiones al interior de la pareja.
- Cuando la sexualidad es motivo de insatisfacción para los dos, por ser
rutinaria o por diferencias significativas en la expresión de la misma. O
cuando es poco grata para uno de los miembros de la pareja, ya sea porque
siente que su pareja no lo respeta, o no lo valora en su propia identidad
sexual.
- Cuando hay una enfermedad mental que está impidiendo una relación de
pareja armónica.
- Cuando hay violencia física o psicológica de uno de los miembros de la
pareja o de ambos.
- Cuando en la relación se empiezan a manifestar expresiones de
frialdad, ironías, sarcasmos, con una frecuencia suficiente como para afectar
la relación.
- Cuando la comunicación está deteriorada hasta el punto de sólo
hablarse para lo práctico, o incluso manejar silencios y evasiones prolongados.
O por el contrario, cuando la comunicación se empieza a basar en palabras
agresivas, insultos y humillaciones del otro.
Es importante tener presente que siempre se puede aprender a amar más y
mejor y que la gracia de Dios pasa también a través de personas calificadas que
puedan ayudarles. Una relación de pareja armónica y feliz, prolonga la vida,
genera salud y bienestar físico y psicológico. ¡Por esta razón es conveniente
buscar ayuda!
Por tu matrimonio / Aleteia
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