La
oración es omnipotente, especialmente cuando se hace en unión con los hermanos.
Cristo mismo estará presente en los que rezan, dando, en cierta manera, un
valor infinito a sus preces.
La
humildad y la sencillez se manifiestan en la caridad, que no es solamente una
actitud suave y llena de ternura, sino que es fuerte, lo suficiente como para
corregir al que está en algún pecado. La futura Iglesia deberá tener la
corrección fraterna (privada o pública) como algo básico en su caminar. Querer
a los hermanos también cuando se equivocan.
"Si
tu hermano peca contra ti, ve y corrígele a solas tú con él. Si te escucha, habrás
ganado a tu hermano. Si no escucha, toma entonces consigo a uno o dos, para que
cualquier asunto quede firme por la palabra de dos o tres testigos. Pero si no
quiere escucharlos, díselo a la Iglesia. Si tampoco quiere escuchar a la
Iglesia, tenlo por pagano y publicano"(Mt).
Reproducido
con permiso del Autor,
Enrique
Cases
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