jueves, 11 de octubre de 2012

CREO EN UN SOLO DIOS...



Explicación y oración con las palabras de El Credo. Creo con todo mi corazón en cada una de las verdades del símbolo apostólico, el Credo.

Hoy, con gran gusto iniciamos el Año de la Fe

El Credo es algo más que una oración. Con el expresamos el contenido esencial de nuestra fe y con él nos confesamos hijos de Dios y manifestamos nuestra creencia de una forma muy concreta y exacta.

Proclamar el Credo es afirmar lo que somos y que tenemos muy presentes en nuestra vida espiritual y material cada una de las afirmaciones que decimos.

Tendremos muchas explicaciones durante este año para conocer y comprender más el Credo, pero en las Reflexiones de los martes, meditaremos de forma sencilla esta oración, para hacerla nuestra, decirla con amor, con alegría... con fe.

CREO

Quisiera que me susurrases al oído esta frase: "Tú fe te ha salvado."

"Que se haga conforme a tu fe."

No quisiera escuchar el reproche: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudas?"

Creo con todo mi corazón en cada una de las verdades del símbolo apostólico, el Credo.

Creo en un solo Señor, único Dios, único Padre.

Los ídolos no viven, son piedras, son madera o bronce sin aliento de vida.

Tú eres vida, luz, amor infinito.

Hoy muchos no te aceptan, Dios eterno, juventud inmarcesible, y prefieren hacerse sus propias divinidades que se llaman alcohol, drogas y amor libre, dioses ante quienes doblan la rodilla y el alma.

Pero esos dioses humanos se les han hecho pedazos en las manos.

Yo creo en Ti, siempre he confiado en Ti y siempre te amaré, único Dios, imprescindible Dios, creador del cielo, de la tierra y de todo lo que existe.

Sin Ti nada existiría, todo sería caos y tiniebla.

Sin Ti yo no existiría.

Tú llegaste primero, Tú has estado siempre, yo llegué mucho después que Tú, y llegué porque Tú lo decidiste, antes de que pudiera yo suplicarte por mi vida.

Eres un Dios amor y yo sé que me amas, por eso me has hecho vivir.

Te adoro, mi Dios, confío en tu bondad infinita, te amo con la fuerza del mandamiento.

Y lo mismo que te amo a Ti amo a todos los hombres, porque son tus hijos.

EN DIOS PADRE TODOPODEROSO

Padre nuestro, Padre mío.

Tu hijo Jesús me enseñó a rezar así: Padre nuestro que estás en el cielo...

Tú eres la vida, la vida de todos los seres por tanto también mi vida.

Eres Dios de vivos, no de muertos.

Eres vida eterna para tus hijos que, por rebelarse, probaron la muerte.

Padre todopoderoso.

Todo lo puedes, mientras que yo casi nada o nada.

El firmamento me deslumbra y me manifiesta tu poder.

Padre bueno, misericordioso, pintado por tu Hijo como el que recibe al hijo malo, al pródigo, al que quiere vivir a su capricho, buscando la muerte.

Un Padre que espera, que sabe abrazar y besar al hijo ingrato, que devuelve anillos y viste de ropas nuevas, que calza al que viene sin sandalias.

Un Padre que organiza una gran fiesta para el hijo perdido y muerto por verlo de nuevo en el hogar.

CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA

No te vi cuando creaste el cielo y la tierra, pero te has lucido como nadie.

Yo también, como Tú, he visto y veo que todo es muy bueno.

Hasta flores, aves y árboles hiciste para alegría de mis ojos.

Tu creación me hace feliz, tus amaneceres y puestas de sol, tus mares y montañas me hacen pensar en un Creador con gran iniciativa.

Sabes pintar muy bien. Eres un poeta magistral.

Tus creaturas son un mensaje amoroso de Ti.

Me hablan de Ti tan dulcemente, tan amorosamente, que las quiero mucho por eso, porque son mensajeras de tu amor.

¡Qué manos tan finas hicieron la rosa y el clavel!

¡Qué amor y ternura susurraste en la brisa, en el jilguero!

Dejaste tu omnipotencia reflejada en el mar embravecido.

Tus flores crecen alegres y variadas a lo largo del camino y alegran mi travesía.

Tu huella se divisa por doquier en el valle y en la peña, en el río que discurre en la cañada y en los árboles en flor.

La bóveda celeste es el mejor claustro para hacer oración.

Quiero arrodillarme en ese claustro de la creación, a la luz de las estrellas y de la luna bendecirte por los días de gloria, transcurridos en esta tierra.

Quiero a través de la bella flor enamorarme del eternamente bello.

DE TODO LO VISIBLE Y LO INVISIBLE

Porque hay cosas que veo y cosas que no veo, pero sé que existen igualmente.

Los ángeles no se ven pero están muy activos.

Lo mejor de todo es lo invisible.

Tú lo creaste para mí. Eso es amor.

"En la casa de mi Padre hay muchas moradas, y voy a prepararos un lugar."

Si, todo lo has creado, en todas las cosas te encuentro, contemplo tu rostro bellísimo en la bella Creación que es un libro abierto de tus maravillas.

Amo tu Creación, tu mundo visible e invisible.

Creo que Francisco de Asís, como nadie, amó tu Creación, llamando hermanos suyos al sol, a la luna y a las flores.

Abril florecía junto a mi ventana.

Tengo los ojos abiertos, no puedo cerrarlos a tanta belleza que florece a mis pies: canta el agua de los riachuelos y de la cascada, un sol todo amor y esplendor luce en el cielo azul.

Quiero sentir lo que siente el almendro cuando abre su capullo, lo que siente el niño persiguiendo mariposas blancas, lo que siente el riachuelo de agua de nieve y el águila en el azul del cielo.

Quisiera tener pupilas encendidas para contemplarte en la naturaleza encarnado en las flores, en los pajarillos en el árbol y en el lago en la montaña virgen y en el bosque umbrío.

Cuántas noches desde el firmamento con un cariño infinito me ha besado la luna en el alma con tu beso de Dios.

Al dirigir mis ojos hacia la fronda de los árboles, al sentir la caricia de la brisa fresca en mi piel, pienso en el Creador de estas maravillas.

Yo sé que los lirios del campo llenaron de alegría el corazón de tu Hijo Jesús.

Uno de tus nombres es la Belleza y el más bello de todos, el Amor.

El próximo martes seguiremos meditando las palabras del Credo.

Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.

Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.

Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.

Autor: P. Mariano de Blas LC

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